De Madrid al cielo de la Picornell
Como en la grandiosa generación masculina de los noventa, la selección femenina, en semifinales ante Hungría, disfruta del ‘carácter madrileño’ que imprimen Oca, Herrera, López y Peña
Manel Estiarte jugó con Miki Oca la final de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, plata al perder la final contra Italia, y ganó la medalla de oro en Atlanta, entre otras muchas cosas. Oca es el tipo que se la jugó, a falta de un suspiro, y la mandó al palo aquella noche mágica del 92, el mismo que hoy (21.45, Teledeporte), ante Hungría, lidera a la selección española femenina de waterpolo desde el banquillo camino de la final de un Mundial.
Oca pone pegas para salir en la foto, cuando se le habla del carácter madrileño de las jugadoras nacidas en la capital, y luego sale corriendo. “Todas tienen carácter. Por eso defienden como defienden”, asegura el seleccionador. Pero sabe que Estiarte no miente.
Sin Rollán, Chava, Oca y Pedro García nunca hubiera sido igual”, dice Estiarte
“Sin Rollán, el Chava, Oca y Pedro García nunca nada hubiera sido lo mismo. Eran frescos, descarados, nos dieron valentía y competitividad, descaro. Era otra manera de jugar”, repite todavía admirado Estiarte. Pili Peña y Laura López son madrileñas y se les nota. No es fácil jugar al waterpolo en Madrid. España reclamará ese waterpolo castizo pero que huele a mar y a historia y huele a nadadoras grandes como ellas, y a una guindilla llamada Patri Herrera, que saben a verdad, a esencia, a pura casta. Esta noche en Montjuïc, tan cerca y tan lejos del mítico Canoe, de la verdad del Alcorcón, y de la realidad del Moscardó, “el único club que nos queda en Madrid”, recuerdan, las tres buscan un sueño.
Oca mira atrás y no encuentra vínculos con el 92. “No llevo nada de aquel partido”, dijo ayer. No quiere contagiarle nada negativo al equipo, que vive la competición al punto que impone el entrenador. Oca habla y el grupo le sigue, porque creen en él. “Les contagia, les hipnotiza”, dicen, mientras él niega que el equipo tenga el carácter competitivo de aquel grupo irreverente de madrileños que llegó a principios de los 90 a la selección. “Tienen su carácter, y mucha calidad”, señala a las chicas. Y no se cree lo del estilo madrileño, así que reta a López cuando esta lo reivindica. “¿Ah sí?, ¿se puede saber cuál?”, pregunta el entrenador. “¡El nuestro!”, se ríen ella, Herrera, y Peña, chulitas como lo era su entrenador, orgulloso de que le planten cara en la soleada mañana en el CN Montjuïc, antes del entreno de ayer, apenas a unos metros de la piscina donde, de Madrid al cielo, eliminaron a Estados Unidos en cuartos.
No hemos ganado nada. No hay nada que celebrar aún”, se retan ante Hungría
Dicen que López y Peña se parecen en la piscina por responsables y disciplinadas, por casta y valentía, y que fuera López es de pasear los domingos y Peña, de cañas los viernes. Herrera, la suplente de Ester, mira mucho y habla poco. “Son tenaces, son guerreras”, les señala Ortiz. “Carácter y corazón, mucho corazón, muy buena gente”, dice Pareja. Peña y López acumulan todo lo que se puede haber ganado en el waterpolo femenino español, pero nadie lo diría: “Jamás se han creído mejores que nadie”, señalan en el equipo. “Mírales entrenarse. Metidas en cada ejercicio”.
Las chicas madrileñas del waterpolo español buscan el cielo en las semifinales del Mundial contra Hungría. “No hemos ganado nada. No hay nada que celebrar aún. Va a ser difícil, pero podemos”, aseguró Peña la noche que eliminaron a Estados Unidos. “Nos lo ganamos”, resume López, que ha ganado mucho en el nombre de este deporte para España. Oca las mira, se aparta de casi todas las fotos —“no es justo que salga con unas y no con otras”, dice— y avisa de que si la selección es grande por algo es porque todas aportan lo suyo. Pero sabe que mientras tenga a gente con el compromiso de López y Peña en el equipo, el waterpolo femenino español sabrá a agua de mar, aunque venga del Moscardó o del Alcorcón.
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