Homenajes

Podía ser la última oportunidad de tratar de desbancar a Froome, de probarle, de ponerle nervioso, de hacer que de una vez por todas se olvidase de su SRM (medidor de potencia que le va a causar algún día una tortícolis) y se dejase llevar por sus sensaciones. Pero, más aún, la etapa fue un homenaje al líder, que por fin pudo celebrar la victoria con una sonrisa sin fisuras; otro autohomenaje de la gran revelación de este Tour, que no podía ser otro que Nairo Quintana; también un homenaje a los integrantes del podio final de París, que fueron los tres primeros en cruzar la meta de Semnoz; y también además un homenaje a los grandes escapistas, con el gran Voigt a la cabeza.

La etapa comenzó con un ataque en el mismo kilómetro 0 de Rolland, buscando infructuosamente un maillot de la montaña que al final también fue para Quintana. Se le unieron Flecha, Voigt y Burghardt, y más tarde otros habituales como Riblon, Gautier, etc. También anduvo por ahí Antón y Van Garderen, buscando la última oportunidad, pero el Movistar no les daba opción de respirar. Voigt, probablemente en su último año como profesional, dijo que quería terminar su último capítulo del Tour a lo grande; y eso es lo que hizo, lo que mejor sabe: asustar. Porque a Jens no le dejes mucho margen que te la lía. El alemán lleva mucho tiempo en el negocio y es un viejo conocido.

El colombiano ha sabido asumir con gran madurez la circunstancia de ser el líder del equipo que más protagonismo ha tenido

Pero por detrás había mucho en juego y ni el kilometraje ni la ocasión eran ideales para los valientes. Estaban en juego las plazas del podio —la primera plaza estaba prácticamente adjudicada— en un abanico de 4 corredores en 47 segundos, y los casi 11 kilómetros de Semnoz, inéditos en el Tour, se revelaban como el escenario perfecto para esta batalla final.

El Sky del líder encaró la parte final avasallando, poniendo un ritmo atufador en un repecho previo al comienzo de la subida final, que puso aún más tensión en el grupo. Y el primero de los gallos en moverse fue Valverde, consiguiendo que Kreuziger cediese y ya fuesen tres los aspirantes a las dos plazas restantes del podio. Poco más pudo esperar Purito, un kilómetro, para postularse a una de las plazas del podio final. Le siguió Quintana, le siguió Froome, y el que no pudo seguirle fue un Contador que se despedía definitivamente del segundo puesto. Faltaban entonces ocho kilómetros a la meta, y el podio comenzaba a definirse.

Froome probó entonces con la violencia habitual, pero la pantalla de su SRM le calmó la impaciencia. Entonces fue Purito el que tomó las riendas del trío, llevando a rueda a sus rivales durante toda la ascensión, hipotecando sus opciones en la etapa por asegurar la plaza del podio. Y justo antes del triángulo rojo, fue Froome el que volvió a probar actuando de lanzadera de un Quintana desatado, que se fue con ansia a por la victoria que tanto merecía.

Dicen que el carnet de ciclista se lo gana uno en los Campos Elíseos cuando consigue terminar su primer Tour. A Nairo aún le quedan 24 horas, pero en su caso, teniendo en cuenta que con 23 años va a ser segundo en el Tour, que ha ganado una etapa, la montaña y el maillot blanco al mejor joven, y que ha sabido asumir con gran madurez la circunstancia de ser el líder del equipo que más protagonismo ha tenido en carrera, se le podría dar ya hoy ese carnet figurado. Si un debutante se ha merecido este detalle, sin duda ninguna es él.