Disparen contra Odriozola
Eufemiano Fuentes subraya las complicidades del presidente del atletismo con métodos dudosos
Eufemiano Fuentes es Moriarty y se gusta.
Como si todo fuera un juego, y también el juicio interminable que ayer entró en su quinta semana, a la salida de la sala convoca a su alrededor a los sherlock holmes de la prensa y les lanza alegre unos caramelos, unas cuantas provocaciones, pistas falsas, cortinas de humo gustosas en las que se difuminan los bordes de los hechos, no se sabe dónde empieza la verdad y dónde termina la fabulación. “No leo los periódicos”, advierte, “pero que conste que no me tiño el pelo”. Y para demostrarlo se acerca al periodista, se arrastra a contrapelo una patilla y le muestra el inicio de unas mínimas canas, improbables para un hombre de 58 años recién cumplidos. “Y no uso peluca, y el color del pelo es genético, herencia materna. Y mi mujer, Cristina Pérez, no dio positivo por anabolizantes, sino por un adelgazante”.
¿Que si Urco es Marta? Ya respondí a la Guardia Civil en la Operación Galgo"
Establecido lo cual, preámbulo necesario para probar que nadie está libre de inexactitudes, el principal acusado del juicio por la Operación Puerto estima necesario establecer otras cuantas verdades tan incontrovertibles para sus deseos como dudosas para los oídos de las personas concernidas, que son dos, José María Odriozola, presidente de la federación española de atletismo, y Marta Domínguez.
A Marta Domínguez, la atleta de la que la jueza de la Operación Galgo consideró probado que era Urco, por el nombre de su perro, en las listas de bolsas de sangre de Eufemiano Fuentes, el médico canario, dios casi, ni la condena ni la salva. “Solo yo sé si estaba en la Operación Puerto o no”, dice. “Y yo solo se lo diré a su señoría [la jueza]. Ni siquiera Marta sabe si estaba o no en Puerto. Lo demás son todo conjeturas. ¿Urco? ¿Urco? Ya respondí a la Guardia Civil sobre ello cuando me preguntó en la Operación Galgo…”. Y entonces declaró simplemente que no había tratado a la palentina en los últimos cinco años (de 2006, cuando la Operación Puerto, a 2010).
—¿Los papeles publicados por EL PAÍS que la muestran en su consulta en diciembre de 1997 son verdaderos?
—No leo los periódicos.
A José María Odriozola se puede llegar también por la vía de Marta Domínguez, pues es el de su atleta favorita, oficialmente la mejor en la historia de España, el caso que ha envenenado sus últimos años en la presidencia de la federación. Hay, de todas maneras, otro camino anterior para establecer su conexión con Fuentes. Data de los primeros años ochenta, cuando Odriozola es ya directivo de la federación y Fuentes el director médico encargado de modernizar las estructuras y de mejorar el rendimiento de los atletas mediante la llamada preparación biológica. Sus destinos se separan, sin embargo, a finales del 88 y comienzos del 89, hace casi 25 años, cuando Odriozola es elegido presidente por primera vez.
Como prueba de su indudable compromiso contra el dopaje, desde que la Operación Galgo, en diciembre de 2010, afectó a los dos pilares médico-técnico del atletismo español en los años ochenta, Fuentes y Manuel Pascua, Odriozola ha mantenido en todas las entrevistas que lo primero que hizo cuando accedió a la presidencia fue echar a ambos. De aquellas películas de la prehistoria federativas, Fuentes mantiene, sin embargo, otra versión, una que negando a Odriozola siembra la duda sobre su compromiso contra las prácticas prohibidas y que lanza como una venganza fría.
Odriozola no me echó de la federación, me fui antes de que él fuera presidente”
“Que no diga que me echó porque es mentira, me fui antes de que llegara”, dijo. “Él llegó en enero de 1989 y yo me fui después de Seúl 88 porque en la federación quisieron implicar a mi mujer, que acaba de batir cuatro veces el récord de España de 400 metros vallas, y aún se mantiene, en un positivo, que la intoxicaron con un adelgazante. Y como el procedimiento fue irregular, no la sancionaron, pero yo detecté animadversión hacia mi persona y por eso me fui. Y después llegó Odriozola”.
Esta acusación es antigua, y refleja una de las polémicas más enquistadas en el atletismo español, pero más novedosa fue la siguiente andanada de Fuentes contra el presidente: “Y antes ya le había llamado la atención cuando vi que él, que no es médico sino químico, publicaba artículos médicos, sobre transfusiones incluso”. Y uno de ellos, lo publicó Odriozola en EL PAÍS, en 1985.
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