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La paz de Federer

El número uno del mundo, con la tranquilidad que da haber ganado 17 grandes y dos medallas olímpicas, se enfrenta por las semifinales contra el checo Tomas Berdych

Juan José Mateo
Federer, ante Verdasco en el Abierto de Estados Unidos.
Federer, ante Verdasco en el Abierto de Estados Unidos.Kathy Willens (AP)

Incluso los más grandes tiemblan. Cuando el suizo Roger Federer sirve para eliminar en tercera ronda a Fernando Verdasco, aún sin saber que la retirada del estadounidense Mardy Fish le dejará el camino franco hasta los cuartos, su cabeza se llena de malos recuerdos. La pesadilla cobra forma. Es el Día del Trabajo. En la misma jornada, hace un año, el número uno mundial se inclinó ante Novak Djokovic en semifinales y tras tener dos puntos de partido. Todo eso se agolpa en su mente. Todo eso lo borra de un plumazo. Es la tranquilidad que da haber ganado 17 grandes y dos medallas olímpicas. La paz de Federer, que se enfrentará por las semifinales contra el checo Tomas Berdych.

“Siento mucha menos presión que al principio de mi carrera, aunque no sé cómo explicarlo, porque para mí tiene mucho sentido”, dijo el suizo en una rueda de prensa tras su encuentro de tercera ronda. “Antes [al llegar al circuito] te das cuentas de lo duro que es entrar en la elite, dar el paso. Están Sampras, Agassi, la vieja generación, esos a los que veías por la tele”, contó remontándose a sus primeros meses entre los profesionales. “No es fácil superar eso, ni a los tenistas de tu propia generación, que también están empujando, que también están intentando dar el paso. Recuerdo que siempre sentí muchísima presión, porque todo el mundo decía: ‘Tiene mucho talento, va a ser el próximo número uno, va a ser el próximo que gane los grandes, pero parece que le falta algo”, recordó. “Yo me decía: ‘Sí, estoy de acuerdo, falta algo, pero todavía no he conseguido saber qué es’. Y sentía la presión. Sentí un poco de pánico. No es fácil. Ahora, nadie me puede quitar todo lo que he conseguido. Por virtud de eso, estoy mucho más en paz con todo lo que ocurre en mi vida”.

Siento mucha menos presión que al principio de mi carrera, aunque no sé cómo explicarlo, porque para mí tiene mucho sentido”

La metamorfosis de Federer fue radical y se produjo en paralelo a la construcción de un escudo que debía protegerle de todo lo externo. De aquel chico talentoso y arisco, capaz de destruir raquetas por decenas, de gritar y avergonzar a sus padres hasta el punto de que abandonaran sus partidos, se pasó al genio controlado, tranquilo y prácticamente mudo sobre la pista. En realidad, el suizo tardó años en encontrarse a sí mismo, y nunca digirió bien que el mundo presenciara en primera fila ese proceso.

“Es muy difícil, porque en las pistas centrales siempre estás bajo los focos. Ahí no hay dónde esconderse”, dijo en Nueva York, donde sigue dominando a los 31 años. “La televisión, básicamente, está esperando a que algo pase [durante el partido]. Nada pasa desapercibido. Cuando eres joven, eso puede ser difícil, tiene truco, porque a veces no eres consciente de ello”, prosiguió el campeón, que vivió una jornada de descanso mientras sus rivales se desesperaban bajo la lluvia. “No siempre es fácil mantener la compostura, porque pasamos por muchísimas emociones. No siempre no sentimos genial. Cuando te duele algo, cuando estás enfermo, cuando intentas que no se dé cuenta, es complicado, porque te ponen el zoom encima y lo sabes”.

A ningún tenista le enfocan más las cámaras que a Federer. Suyos son todos los récords

A ningún tenista le enfocan más las cámaras que a Federer. Suyos son todos los récords. Suyo el sueño de sumar un 18º título grande de récord: para empezar, a Berdych, su rival de cuartos, le domina 11-4 en los enfrentamientos particulares. Suya es la obsesión por conseguir lo único que le falta en su carrera: ayer Suiza le convocó para jugar contra Holanda e intentar mantener la categoría en el Grupo Mundial de la Copa Davis, el único gran título que le falta.

En esa competición, España disputará las semifinales contra Estados Unidos entre el 14 y el 16 de septiembre en Gijón. Àlex Corretja, el seleccionador, anunció que Ferrer liderará a la selección, y que con él se alienarán Nicolás Almagro y los doblistas Marcel Granollers y Marc López, que ayer se clasificaron para semifinales del Abierto. Por los visitantes viajarán John Isner, el número diez, Sam Querrey y los hermanos Bryan, la mejor pareja del planeta.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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