La gran generación tiene aún otro reto

Obtenida la 101ª medalla en la historia del baloncesto español a todos los niveles, la tercera de plata en unos Juegos Olímpicos, los jugadores de la selección lo celebraron en un hotel cercano a la Torre de Londres, en el que cenaron y brindaron en compañía de sus familiares, de miembros de la federación (FEB) y de diferentes estamentos del baloncesto nacional. Allí mismo se presentó el Mundial 2014, que se celebrará en España, un proyecto tan ambicioso que la federación internacional (FIBA) ha convenido en cambiarle el nombre por el de World Cup. Antes, en septiembre de 2013, la selección aspira a su tercer título consecutivo en el Eurobasket, que se disputará en Eslovenia. La última que lo consiguió fue Yugoslavia, entre 1973 y 1977, con jugadores legendarios como Cosic, Dalipagic, Kicanovic, Delibasic y Slavnic, entre otros.

El futuro a corto plazo de la selección española pasa por esa Copa del Mundo de 2014. Las coordenadas señalan que está clasificada de oficio en calidad de país anfitrión y también que la generación de oro empieza a hacerse mayor al tiempo que acumula tralla física. Pau Gasol y Navarro han cumplido 32 años este verano y Calderón cumplirá 31 el próximo mes. Una vez concluida la estupenda final olímpica, Felipe Reyes, que también tiene 32, certificó su despedida. El futuro del equipo y el relevo de las figuras coincide con la situación incierta del seleccionador, el italiano Sergio Scariolo, cuyo contrato con la federación española concluye en diciembre.

Navarro, Calderón y Pau podrían no jugar el Europeo y reservarse para el Mundial

Angel Palmi, el director técnico de la FEB, se lo toma con prudencia y con la tranquilidad de que las líneas maestras de actuación funcionan desde hace años. “No pienso de ninguna de las maneras que vayamos a pasar una travesía del desierto ni que vaya a producirse una desbandada, entre otras cosas porque nunca se ha producido”, afirma; “el único que ha dicho que deja la selección es Felipe Reyes. A medida que transcurra la temporada, cuando llegue el momento, ya se pronunciarán los demás. En ese sentido, siempre ha existido un compromiso por parte de los jugadores y, si fallara alguno, contamos con suficientes para seguir manteniendo la competitividad”. La última vez que fallaron dos jugadores del quinteto inicial, Pau Gasol y Calderón, fue en el Mundial de Turquía y España fue sexta después de ser derrotada por Serbia con un triple de Teodosic.

Una de las hipótesis es que Pau Gasol, Navarro —a punto de batir el récord de internacionalidades de Epi— y Calderón renuncien a competir en el Eurobasket. En ese caso, el núcleo duro del equipo estaría compuesto por Marc Gasol, Ricky Rubio, Rudy Fernández, Ibaka, Llull, Sergio Rodríguez, San Emeterio, Sada y Claver. Podrían añadirse jugadores que han estado en la órbita de la selección como Vázquez o Suárez y también se espera que puedan ir incorporándose Rabaseda, Abrines o alguno de los que formaron este verano la selección 2014 con Ribas, Rey o Doblas entre otros.

“No vamos a pasar una travesía del desierto”, matizan los directivos

La filosofía de trabajo implantada en la federación es que los jugadores no se seleccionan, sino que “están fichados, por su compromiso y competitividad”. La labor del equipo técnico es sacar el mayor rendimiento posible al grupo que se pone a su disposición. Las líneas maestras se adoptaron a finales de los años 90 y el criterio básico desde las categorías inferiores es que no basta con participar, sino que se debe competir. “El relevo se transmite desde generaciones que no tenían tanto talento como esta”, dice Palmi, “y ahora todos han visto, por ejemplo, la final olímpica y saben la manera en que debe comportarse un equipo; tienen claro cuáles son las reglas del juego; que se puede estar más o menos acertado, pero que se debe rendir al máximo y saber sufrir”.

Un caso muy especial es el del montenegrino Nikola Mirotic. El reglamento solo permite un nacionalizado por selección. En el caso de España, el puesto lo cubre Ibaka. Pero la FEB no desiste en el empeño de convencer a la FIBA con el argumento de que el caso de los jugadores formados en los países en los que se nacionalizan debe ser tratado de forma diferente a otro tipo de nacionalizaciones de conveniencia o en las que los jugadores en cuestión ni han vivido en el país de adopción.