Hernanz, el nieto del exilio
El español, que compitió como francés hasta los 18 años, se clasifica para la final de K-1, donde finaliza quinto
En 1964 los abuelos de Samuel Hernanz, que vivían en Madrid, debieron exiliarse –“por culpa de Franco”, sintetiza el nieto, que no precisa si eran sindicalistas, miembros del PCE o si estaban perseguidos simplemente por pensar libre—y se establecieron en Tarbes, nada más cruzar los Pirineos, entre Pau y Lourdes, donde tantos españoles vivían ya.
Allí, en la capital del Béarn, el padre de Samuel, que tenía 10 años por entonces y se llamaba Ricardo, pasó a llamarse Richard y a descender en canoa los torrentes de la zona, los ríos tumultuosos que se deslizaban desde los Pirineos, como la Gave de Pau, que baja casi desde Somport y donde empezó a palear el triple campeón olímpico Estanguet. Después se casó con una francesa de raíces españolas –“se apellida Obrador, con eso está todo dicho”, dice su hijo—y el 15 de abril de 1986 nació su hijo Samuel. Con el tiempo y la democracia, los abuelos regresaron a España; Richard, el hijo, se estableció en la región y montó un centro de deporte aventura –rafting, descenso de cañones, escalada, espeleología- en Saint Pé de Bigorre, donde las cuevas de Betharram, en las puertas de Lourdes, allí donde se cruzan las carreteras que llevan al Aubisque, al Tourmalet, hacia el Marie-Blanque; y Samuel, el nieto, que no salía del río y se convirtió en uno de los mejores júniors de Francia en piragüismo de aguas bravas también volvió a España, aunque como francés compitió hasta que cumplió los 18 años. “Entonces, me fui a la universidad, a Toulouse, a estudiar Ciencias del Deporte”, dice Hernanz, “y perdí un poco el ritmo del deporte, y me quedé fuera de la estructura de la federación francesa”.
Cuando me fui a la universidad, perdí un poco el ritmo del deporte, y me quedé fuera de la estructura de la federación francesa”
“Nosotros conocíamos a Samuel y a su padre porque en invierno vamos a entrenarnos a su campo”, dice Xabier Etxaniz, el técnico nacional. “Un año Samuel estuvo lesionado de la espalda, parado unos meses, y cuando volvió no sabía muy bien si seguía en la estructura federativa francesa. Como su padre nos conocía, vino a vernos en 2006 y dijo que intentaría clasificarse para Pekín como español, porque tiene también pasaporte español. No lo consiguió aunque entró bien en la dinámica del equipo, pero para Londres, sí. Ahora vive en La Seu”.
Como español, en sus primeros Juegos Olímpicos, Hernanz estuvo magnífico en la clasificación, que terminó segundo, y hoy se ha clasificado para la final de Kayak K-1 con el cuarto mejor tiempo. “Solo tengo que centrarme en el recorrido y concentrarme en la técnica y en fluir. Llevo en el cerebro una idea, pero sé adaptarme muy bien al trazado”, dice. “El objetivo siempre es bajar muy rápido sin cansarme. Si llego cansado al final es que he estado mal”. Pero un despiste en el descenso de la final que le hizo perder un par de valiosos segundos le dejó fuera del cajón. Quinto. Con diploma.
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