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DESDE MI SILLÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pinceladas del Tour

La luz del París de fin de julio volvió a dejarnos instantáneas para el recuerdo

Desde la izquierda, Sagan (vencedor de la regularidad), Wiggins (general), Voeckler (montaña) y Van Garderen (joven).
Desde la izquierda, Sagan (vencedor de la regularidad), Wiggins (general), Voeckler (montaña) y Van Garderen (joven).NICOLAS BOUVY (EFE)

El pelotón completaba las ocho vueltas programadas al circuito de los Campos Elíseos. Si algún corredor hubiese levantado la vista —ninguno lo hacía—, en la otra ribera del Sena, más o menos a la altura de la pancarta de los últimos 2 km, hubiese divisado el Museo de Orsay, mundialmente conocido por la impresionante colección de pintura impresionista. Este movimiento artístico trató de plasmar la luz, el instante, retirando la atención de la identidad de lo proyectado. Un año más, la luz del París de fin de julio volvió a dejarnos instantáneas para el recuerdo con el Arco del Triunfo como fondo. Pero al margen de esa sensación tan personal —de ese momento tan especial, particularmente para los debutantes— que cada uno de los corredores se llevó para casa tras el disfrute de esta jornada, debemos detenernos en las individualidades, por mucho que les pese a los impresionistas. Que tres semanas han dado para muchas pinceladas y no es justo que no se les haga honor a sus protagonistas.

El primero por supuesto, Wiggins, el ganador. Se podrá decir que no ha dejado la sensación de ser el corredor más fuerte de la carrera, particularmente en la montaña. Pero en este recorrido, con ese equipo —con la inestimable ayuda del segundo clasificado Froome como compañero— y gracias a su regularidad en montaña y a su dominio en las cronos, ha sido globalmente el mejor de esta edición. Marcando además un hito histórico como primer británico ganador de un Tour de Francia. Desde aquí mi enhorabuena, Bradley.

El gran protagonista en la sombra —además de un Froome que ha supuesto el apoyo principal de Wiggins en todos los momentos críticos— es un hombre al que no hemos visto en el podio, pero que es el verdadero demiurgo de toda esta revolución. Se llama Dave Brailsford, y es el hombre que ya revolucionó la escuela de pista británica llevándola a un espectacular dominio de la especialidad; y que ahora, como mánager del Team Sky, ha conseguido hacer historia con todo lo logrado durante estas tres semanas. Su equipo culminó este festival consiguiendo la victoria en las últimas tres etapas disputadas —lo hizo Cavendish por cuarta vez en su carrera en los Campos Elíseos—, algo impresionante teniendo en cuenta que llevaban ya dos semanas defendiendo el liderato. Ver al propio líder trabajando hasta el kilómetro final es significativo de cómo se trabaja en este equipo. Es cierto que la pareja Froome-Wiggins ha dejado para el recuerdo un par de momentos de caos interno, pero eso no es suficiente para empañar el magnífico rendimiento y comportamiento del Sky en estas tres semanas.

Wiggins, con su hijo en las calles de París.
Wiggins, con su hijo en las calles de París.STEPHANE MAHE (REUTERS)

Completa el tercer escalón del podio un Nibali que consigue de esta manera subirse al podio de las tres grandes. Bravo por él, porque mientras tuvo fuerzas lo intentó en cualquier terreno, pero no pudo hacer nada más ante la superioridad de la pareja británica.

También subieron al podio Voeckler, Sagan, Van Garderen y Sorensen, a recoger la montaña, los puntos, el primer joven y la combatividad respectivamente. Todos ellos premios merecidos y bien trabajados, aunque al danés la candidatura casi le cuesta un par de dedos de la mano derecha, literalmente. El premio al mejor equipo se lo llevaron los seis supervivientes del Radioshack. Con un Zubeldia —que desveló el problema cardiaco padecido recientemente— en una fantástica sexta posición, y un Voight que se despide de su último Tour desde lo alto del podio. Vinokourov también intentó hace dos días hacer lo mismo buscando la victoria de etapa, pero la suerte no estuvo de su parte.

Y como gran revelación, un nombre, Thibaut Pinot, al que por casualidades de la vida yo señalé desde el primer día. En un Tour de ganadores ilustres en el que cuatro corredores (Cavendish, tres; Greipel, tres; Sagan, tres; Wiggins, dos) se han llevado más de la mitad de las 20 etapas —más el prólogo—, el joven francés fue el único ganador desconocido. Ahora, y, más aún, después de su décimo puesto, ya ha dejado de serlo.

Y esto es lo que dio de sÍ este Tour de Francia 2012 en el que los españoles también se llevaron dos etapas, una con Luis León Sánchez y otra con Valverde. A algunos les habrá resultado aburrido, pero yo aseguro que no ha sido mi caso, aunque solo sea por estas —y otras que ahora se me olvidan— pinceladas.

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