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La moto de la altura hace furor

Fisiólogos y agentes de la lucha contra el dopaje, preocupados por el posible uso del entrenamiento en altitud como enmascarante de prácticas prohibidas de los ciclistas

Carlos Arribas
El pelotón, a su paso por la catedral de Ruán.
El pelotón, a su paso por la catedral de Ruán. nicolas bouvy (efe)

Hablan en el pelotón de un exciclista norteamericano al que no le importaba contar a cualquiera, e incluso alardeaba de ello, cómo engañaba al sistema antidopaje cuando corría. Para conseguir un certificado que le permitía correr con un hematocrito superior al límite establecido del 50%, antes de acudir a Lausana para someterse a los análisis que certificaran su elevada densidad sanguínea natural este corredor pasaba unas semanas en altura y después, a nivel de mar, se encerraba en una cámara hipobárica. Conseguía así un elevado hematocrito que hacía pasar como el suyo propio. No es posible confirmar si esta leyenda es verdadera o mito, pero, de ser verdadera, bien podría afirmarse que su protagonista, que ahora como mánager es uno de los profetas de la campaña moral contra el dopaje, fue un adelantado a su época.

No hay ciclista que esté corriendo el Tour que no haya estado durante semanas los últimos meses concentrado en altura, en el Teide, como el Sky de Wiggins o el Liquigas de Nibali, en el Etna, en Sierra Nevada, como Samuel Sánchez y Alejandro Valverde, en el Stelvio o en San Pellegrino. O si no, que no tenga en su casa una cámara hipobárica que le permita simular sin moverse altitudes de 2.000 o 3.000 metros en las que duermen. Es convención asumida que la altura por sí sola provoca de forma legal en el organismo beneficiosas adaptaciones para los deportistas de resistencia: significativos aumentos en hemoglobina y hematocrito, que son la base para construir los éxitos en el Tour, o simplemente la supervivencia. Son justamente los efectos que se consiguen con las prohibidas EPO y transfusiones de sangre.

Sin embargo, no todos los fisiólogos creen que la altura provoque los mismos beneficios sanguíneos que la EPO y las transfusiones. El catedrático José Antonio López Calbet, quizás el español que más ha estudiado los efectos de la altura en el organismo (hasta lo ha hecho en Bolivia, a más de 5.000 metros), es uno de ellos. “En los 90 el trabajo de Benjamin Levine demostró los beneficios para el rendimiento de las estancias en altura. Y en la ciencia ocurre muchas veces que cuando un buen trabajo demuestra una cosa es muy difícil publicar algo que ponga en duda sus hallazgos”, dice Calbet poco antes de dar una conferencia en la Universidad Europea de Madrid titulada: La altura, ¿la moto mejor vendida?. “Hace un par de años Carsten Lundby metió a ciclistas profesionales en cámaras de hipoxia y a unos les redujo el oxígeno y a otros no. Después de cuatro semanas no se apreció mejora ni en hemoglobina, ni en consumo de oxígeno ni en rendimiento ni en unos ni en otros”.

No hay ciclista que corra el Tour que no haya estado concentrado los últimos meses en altura

“El entrenamiento en altura no puede ofrecerse como una alternativa al dopaje sanguíneo”, concluye Carsten Lundby, fisiólogo sueco, en una revisión recientemente publicada. “Es preocupante, además, que los stages en altura parecen utilizarse por algunos deportistas como procedimiento enmascarador del dopaje, ya que la UCI excluye del pasaporte biológico los resultados de las muestras obtenidas en altura, por lo que no se puede excluir que algunos deportistas puedan ir a altura con el objetivo de doparse, sabiendo que no se usarían esas muestras de sangre”.

Esta presunción la comparte en cierta manera Michael Ashenden, uno de los mayores expertos mundiales en el pasaporte sanguíneo, que es el registro de todos los análisis de sangre de un deportista por el que se ve si hay variaciones sospechosas de ser debidas a manipulaciones prohibidas. Pero matiza. “La altura es un asunto significativo a la hora de evaluar el pasaporte biológico. Primero, porque en ocasiones es difícil transportar muestras desde lugares remotos a los laboratorios antidopaje dentro del límite actual de 36 horas. En segundo lugar, porque aunque la altura produce perturbaciones mucho más pequeñas que el dopaje, lo hace en la misma dirección. Debemos permitir alguna desviación por los efectos de la altura”, dice el experto australiano. “No es correcto decir que se excluyan los resultados de muestras tomadas en altura, pero sí que se tratan con mucha más precaución. Concedemos al deportista un margen de tolerancia mayor que el habitual, lo que, en efecto, sirve de enmascarador”.

No todos los fisiólogos creen que la altura provoque los mismos beneficios sanguíneos que la EPO y las transfusiones

“Al Teide y al Etna se va cada vez menos a buscar deportistas, o incluso no se va, porque es muy difícil lograr que la muestra llegue desde allí a un laboratorio acreditado en 36 horas. Las islas son un desastre, pero a Sierra Nevada se va mucho”, explica un inspector de la UCI. “Pero los ciclistas no tienen por qué irse a altura para lograr que su sangre entre con asterisco en el pasaporte. La mayoría dicen que tienen cámara de hipoxia y cuando se va a sacarles sangre precisan en el formulario que están durmiendo en hipoxia y por eso tienen esos valores… Es incontrolable”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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