Nadal es de hierba
El mallorquín gana 7-6, 6-2 y 6-3 a Bellucci en su debut y suma su 50ª victoria sobre césped
El reloj avanza entre los murmullos de la grada. Sobre el césped aparece Rafael Nadal, cinco veces finalista en Wimbledon, y a los ocho minutos ya pierde 0-2 ante el brasileño Bellucci. En la pista central de la catedral del tenis juega el doble campeón y a los 18 minutos cede 0-4. En la puesta en largo del mallorquín en el tercer torneo grande del año, su contrario, que solo ha ganado cinco partidos sobre césped, es el que manda: tira Bellucci pelotazos de acero y parece que Nadal no logra descifrar el jeroglífico de enfrentarse a un zurdo. Atrapado en el juego de espejos, el mallorquín enjuga ese 0-4 y gana en blanco la muerte súbita porque su capacidad para corregirse sobre la marcha es equivalente al riesgo absoluto al que obliga a su contrario. Tras vencer 7-6, 6-2 y 6-3 Nadal suma su 50ª victoria sobre hierba y se cita en segunda ronda con el vencedor del Rosol-Dodig.
Top-5 de victorias sobre hierba (jugadores en activo)
1. R. Federer (Suiza, 30 años), 106-16.
2. LL. Hewitt (Australia, 31 años), 105-30.
3. A. Roddick (EEUU, 29 años), 83-20
4. R. Nadal (España, 26 años), 50-11.
5. A. Murray (Reino Unido, 25 años), 50-13
Antes, la pista se vuelca con el número dos mundial, recibido con todos los honores. El trato deferencial de la grada, vestidos algunos espectadores con la camiseta de España, esforzados otros en proferir gritos de ánimo en castellano, refleja el impacto de la carrera del mallorquín en Londres. Hace un decenio, los españoles eran mirados despectivamente en Wimbledon. Competían marcados por la lacra de ser especialistas en arcilla. Se sentían traicionados por una organización que no respetaba su ránking en el sorteo, dando preferencia a los especialistas sobre hierba. Huían, en muchos casos, de la cita, a la que a veces ni se presentaban. De aquellos tiempos de incomprensión mutua (“la hierba es para las vacas”, decían todos los españoles que desfilaron desde Manuel Santana, el campeón de 1966), se ha pasado a la comunión más absoluta entre Nadal y la grada. El mallorquín ha ganado dos títulos de Wimbledon, uno de Queen’s, y al celebrar su 50ª victoria sobre césped se encuentra en rara compañía: solo otros tres tenistas en activo (Federer, Hewitt y Roddick) suman más triunfos que él sobre la superficie. “Para mí es increíble jugar en esta pista. Era mi sueño de niño, una experiencia fantástica”, resume sus sentimientos el número dos tras abandonar la pista.
El público agradece a Nadal esos sentimientos y registros con aplausos. “¡Vamos Rafa!”, se escucha en la central de Wimbledon, la pista más silenciosa del mundo. “¡Te quiero Rafa!”, se le anima. Solo una voz sobresale en el ruido. “¡Agressiu!”, suena en mallorquín Toni Nadal, tío y técnico del número dos del mundo, pidiendo golpes con más picante, derechas con más tino, abandonar esos restos bloqueados y que ese revés cortado gane en pimienta y avance contra el contrario en lugar de frenarse al chocar con el suelo. Mucho de eso se verá en el segundo partido. Nadal, romo ante Bellucci, quiere escalar hasta el título y conoce cómo asaltar la montaña mejor que nadie: pasito a pasito, hasta que cada golpe encuentre su justo sitio.
García López remonta tres puntos de partido
El partido duró casi cinco horas y dejó un ganador sorprendente: Guillermo García López venció 6-7, 6-3, 7-6, 5-7 y 10-8 al francés Roger-Vaselin tras ir perdiendo, 4-5 y 0-40 en la quinta manga. Tras remontar esos tres puntos de partido, el tenista de La Roda se clasificó para segunda ronda, donde también estará Nicolás Almagro, que hoy cerró el duelo que no había podido finalizar la víspera por falta de luz (6-7, 3-6, 7-6, 6-2 y 6-4 al belga Rochus).
No pudo avanzar, sin embargo, Feliciano López. El cuartofinalista de 2011 cayó eliminado 7-6, 3-6, 7-6 y 6-4 por el finlandés Nieminen, que aprovechó la falta de ritmo del toledano, sin un solo partido desde que se retiró lesionado en primera ronda de Roland Garros. El español al menos tiene un consuelo: volverá a jugar este año en Wimbledon, durante los Juegos Olímpicos y como pareja de David Ferrer en el dobles.
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