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HISTORIAS DE UN TÍO ALTO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

LeBron o Durant, ¿quién es mejor?

Durant entra a canasta ante LeBron.
Durant entra a canasta ante LeBron.ROBYN BECK (AFP)

Resulta tentador suponer que era mejor vivir en el pasado. La vida era más sencilla, las aventuras amorosas eran más apasionadas y el tiempo pasaba más despacio. También es fácil pensar que la vida será mejor en el futuro: viviremos más tiempo, todo será más cómodo y no tendremos que vivir sin coches voladores.

Casi nunca suponemos que el presente es donde preferiríamos estar, pero en lo que se refiere a la NBA el presente es perfecto.

Una de las preguntas evidentes de esta final de la NBA es la siguiente: ¿quién es mejor, LeBron James o Kevin Durant? Pero, aunque la pregunta pueda ser evidente, la respuesta no lo es. Una noche parece que James podría ser el mejor deportista que nuestro planeta ha engendrado. Pero otra noche es Durant quien hace que nos olvidemos de todos los Jordan, Bird o Doctor J anteriores. Pero ninguno de los dos es sistemáticamente la elección evidente.

¿Por qué? Porque los dos tienen defectos. LeBron James no tira tan bien de lejos y su personalidad hiperactiva significa que, al final del partido, está más nervioso que un adicto a la cocaína frente a un pelotón de fusilamiento. Kevin Durant siempre está tranquilo, pero se pierde en la confusión del partido con más frecuencia de la que resulta apropiada para el actual máximo anotador de la NBA.

Y son precisamente estos defectos los que hacen posible que nuestra NBA sea la mejor NBA de todos los tiempos.

Antes, en la época de Cousy y Russell, de Robertson y Hawkins o de Magic y Bird, el baloncesto no era un juego universal. Ni siquiera era un juego de todo el país. Los únicos niños que jugaban al baloncesto eran aquellos cuyos padres no podían permitirse vivir cerca de un campo de béisbol o de fútbol americano. Los jugadores de baloncesto del pasado eran inferiores debido a la falta de competencia.

LeBron James no tira tan bien desde lejos y, al final, está nervioso. Kevin Durant siempre está tranquilo, pero a veces se pierde en el partido

En el futuro, en la época de O’Neal hijo y Chen, el pequeño Kobe y Gupta y LeBronito y Sergei, los jugadores estarán tan perfeccionados —serán tan perfectos— que el baloncesto no se podrá ver. Todos los tiros sin oposición entrarán. Todos los jugadores jugarán por dentro y por fuera. Udonis Haslem III no tendrá la más mínima posibilidad.

Pero, ¿y ahora?

Ahora estamos en el momento dulce del baloncesto. Estamos casi seguros de que Kevin Durant va a meter ese triple, pero no lo sabemos a ciencia cierta. Estamos relativamente seguros de que LeBron James va a encestar ese tiro arqueado desde la línea de fondo, pero no estamos tan convencidos para correr el riesgo de mirar hacia otro lado. Las jugadas que nos hacen saltar de nuestros asientos son lo suficientemente espectaculares para impresionarnos, pero no son tan habituales para aburrirnos.

El baloncesto de la NBA es mejor ahora que antes porque los jugadores son más grandes, más rápidos y más competentes. Pero también es mejor ahora de lo que lo será en el futuro porque los jugadores no son todo lo grandes, rápidos y competentes como lo serán en el futuro.

Y por eso, por una vez, podemos estar contentos con el Padre Tiempo. Puede que no vivamos en la época adecuada para los romances de cuento o de los coches que no necesitan carreteras, pero en lo que respecta al baloncesto nuestra época es perfecta.

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