Rafa y la maldita sal
La sustancia que se echó días antes provocó que la pista madrileña fuese tan resbaladiza
Se ha terminado la undécima edición del Mutua Madrid Open y poco se ha hablado de tenis, una lástima teniendo en cuenta que es la única oportunidad de ver en España a todos los mejores jugadores del mundo en un mismo torneo: Djokovic, Federer, Del Potro, Berdych, Tsonga, las Williams, Sharapova, Azarenka..., junto a todos los españoles. El problema es que no han sido el centro de atención de esta edición, sino que lo ha sido la novedosa pista azul en la que se ha jugado el torneo. Era algo que ya se preveía y desde dentro de la organización se era consciente de que se miraría con lupa.
Las tres ediciones anteriores se jugaron en tierra (antes de eso se jugaba sobre superficie dura con campo cubierto) y tampoco las pistas fueron buenas del todo. Un mal bote, una lesión o cualquier otra circunstancia que, habitualmente, aceptamos en la tierra roja iba a ser dimensionada y esto lo sabía la organización. Para que todo fuera bien y con el objeto de anticipar problemas se decidió tomar medidas antes de empezar la competición que ayudaran a mejorar el estado de las pistas y para ello, entre otras muchas cosas, se acordó abrir las puertas de las mismas a todo el público de manera gratuita varios meses antes para que fueran pisadas y usadas. Incluso se llegó a un acuerdo con la federación de Madrid, con escuelas como la mía, para que los alumnos pudieran usarlas y jugar en ellas. Yo mismo las probé en numerosas ocasiones e incluso una de ellas jugué con Pato Clavet, quien ha disputado también innumerables partidos en todo tipo de tierra batida de todas las pistas del mundo. La verdad sea dicha —y puedo afirmar que no notamos nada raro en el deslizamiento—, lo único que sí vimos fue que la bola botaba un poco menos que sobre la tierra roja, pero con la altitud de Madrid \[655 metros\], donde en un día soleado y seco la bola vuela y se hace difícil de controlar, no sería ningún hándicap, sino más bien una ventaja.
La sal, que también se echa en Roland Garros, cristalizó por el agua y el calor
Javi Martí [jugador español de 20 años, 174º del ranking mundial], también las probó en varias ocasiones sin emitir ninguna queja y mi última practica en el estadio Manolo Santana fue el martes 3 de mayo con dos sparrings del torneo. Al día siguiente me iba a Colombia a jugar un torneo sénior y quería cerciorarme de que estaba todo bien. Así me lo pareció y, de nuevo, no vi ningún problema en el famoso deslizamiento. Aseguré a los jugadores españoles que la pista era prácticamente igual porque así lo creía. Estando en Medellín, hablé con varios de ellos y también con Rafa Nadal, quien me dijo que la pista era impracticable. Como es lógico, le di importancia, pero, en parte, pensé que no sería para tanto, si bien me llegaban más quejas por otros lados, lo que hizo que me empezara a preocupar seriamente.
Yo seguía en mis trece de decirles que la había probado en numerosas ocasiones y que era igual a la otra pista de tierra roja. Cuando llegué de vuelta, el lunes 8, y fui del aeropuerto a la Caja Mágica para comprobar su estado, cuál fue mi sorpresa al comprobar que esas pistas nada tenían que ver con aquellas en las que estuve practicando la semana anterior. Las habían cambiado. No podía creer lo que estaba viendo. Los apoyos eran casi imposibles y pocas veces había visto unas pistas de tierra que patinaran tanto, especialmente en los tres estadios principales.
Después de darle muchas vueltas, el equipo encargado de construir las pistas intuyó que el problema fue echarles sal unos días antes de la competición. Esa sal, utilizada en Roland Garros, además de en muchos otros torneos, incluido este de Madrid, se utiliza para mantener la humedad de la pista y que el color sea uniforme. Esto es norma habitual, si bien, junto con el agua y el calor que hizo en Madrid esos días, supuso que cristalizara y formase una película irrompible encima de la superficie que la hizo tan resbaladiza. Este hecho se descubrió demasiado tarde y demostró que lo que funciona en París aquí no, sino más bien todo lo contrario.
Las condiciones favorecían claramente a los tenistas ofensivos, lo que no suele suceder en la tierra roja
Hay gente que dice que las pistas eran iguales para todos y así es, pero esas condiciones favorecían claramente a los jugadores ofensivos, algo que no suele suceder en la tierra roja. Además, la altura de la ciudad, el bote ligeramente más bajo y la pista de patinaje en que se había convertido la superficie era una combinación letal para jugadores de corte más defensivo. Entre los tenistas, automáticamente, se pensó en Federer como máximo favorito y luego ya hemos visto lo que ha sucedido toda la semana.
A nivel personal, ha habido situaciones difíciles y no muy agradables y sigo pensando que el color de la pista no ha sido un factor importante ni el gran problema. La idea era conseguir que la pelota fuera muy visible para los espectadores a través de la televisión. Eso se ha conseguido. Repito, el principal problema ha sido con la superficie. Me sabe mal por el equipo que la ha construido. No saben el esfuerzo que han hecho estos meses y en especial en los últimos días trabajando toda la noche intentando buscar soluciones. Se trajo incluso a los encargados de preparar las pistas de Roland Garros y de Montecarlo, pero tampoco pudo ser.
Por una parte, el lado positivo, una de las ventajas para el año que viene, sea cual sea el color, es que las pistas van a estar disponibles todo el año y no se van a tener que cambiar como ha pasado hasta ahora antes de cada edición. Pero, en el lado negativo y sin duda lo peor de todo, lo que nunca tendría que haber pasado es que se ha abierto una brecha entre Nadal y el torneo. Creo que Rafa necesita al torneo en el futuro, sobre todo esos 1.000 puntos que pueden ser importantísimos para luchar por el número uno, pero es innegable que el torneo necesita a Nadal. Estamos hablando del mejor tenista de la historia de este país y probablemente del mejor deportista español de todos los tiempos, además del ser el más carismático. Patrocinadores y público, a pesar de que la pista en la final estaba llena, también le necesitan. Ojalá no se haya llegado a un punto de no retorno.
El torneo no ha intentado perjudicar a nadie y menos a los españoles; aunque queda claro que el resultado de la pista así ha sido.
Estoy de acuerdo en que un torneo no se puede basar en un jugador, pero debe haber diálogo y tratar de hacerle sentir en casa. En mis tiempos de jugador, Wimbledon trataba de contentar a Henman, el Open de Australia a Rafter y luego a Hewitt, el US Open a Sampras y Agassi. Cuando hablo de contentar, digo dialogar sobre la superficie y las bolas principalmente, amén de otras atenciones.
Puedo asegurar que el torneo no ha intentado para nada perjudicar a nadie y mucho menos a los españoles, aunque queda claro que el resultado de la pista así ha sido. Creo sinceramente que, para los jugadores, el Mutua Madrid Open puede llegar a ser uno de los mejores torneos del mundo a poco que se mejoren algunos fallos, normales en parte por la juventud del propio evento. Reitero que se ha hecho todo lo posible para que el torneo salga bien. La pelota está ahora en el tejado del presidente de la ATP, Brad Drewett, recién llegado al cargo, quien es el que decidirá si va a seguir azul o volver al color de la arcilla tradicional. Menuda patata caliente.
Ojalá en la próxima edición se hable solo de tenis porque España y Madrid merecen tener un torneo como este, de máximo nivel y en paz con nuestros jugadores. ¡Ah, que no se olvide, ganaron Federer y Serena! Mi enhorabuena.
Carlos Moyà, ex número uno mundial, es codirector del Masters 1.000 de Madrid.
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