Réquiem por un grande
La suerte para Estudiantes es que de la valía de sus entrenadores de base y de sus jóvenes promesas, y del entusiasmo de su afición, puede salir de esta
Un repaso de los jugadores internacionales que ha producido su cantera da una idea del tremendo mazazo que supone el descenso para Estudiantes y también para el baloncesto español, sin menoscabo alguno para el merecidísimo premio de la permanencia que se ha ganado a pulso el Ucam Murcia. Por el club del colegio del Ramiro han pasado auténticos referentes, a pesar del tiempo transcurrido desde que hacían de las suyas, como Vicente Ramos, Jesús Codina, José Luis y Gonzalo Sagi-Vela, Miguel Ángel Estrada, Juan Antonio Martínez Arroyo, Antonio Díaz Miguel e Ignacio Pinedo.
También han surgido de esa cantera jugadores más cercanos en el tiempo como Herreros, Montero, Azofra, Antúnez, Antonio Martín o Alfonso Reyes. La cosecha ha proseguido con jugadores en activo como Felipe Reyes, que se acercó al Pabellón de la Comunidad para apoyar a los que ahora visten la camiseta que tantas veces defendió, Sergio Rodríguez, Carlos Suárez o los que han ahora sufrido en sus carnes el varapalo, como Rodrigo De la Fuente o Carlos Jiménez, que para más inri vivió a la vez su último partido como jugador profesional después de 18 años. Y, por supuesto, no hay que olvidar que el primer jugador español que jugó en la NBA, el malogrado Fernando Martín, también aprendió en Estudiantes antes de hacer carrera en el Real Madrid.
Tanta idea da del golpazo que se llevó la institución esos jugadores como los miles de seguidores, entre ellos los de la conocida Demencia, que llenaron el Pabellón de la Comunidad, muchos de los cuales tardaron como media hora en abandonar la grada. Carlos Jiménez, siempre reflexivo y aplomado, en el papel que tantas veces asumió como capitán del equipo y de la selección española, lanzó un mensaje clarividente: “Estos seguidores son un activo muy importante para afrontar la situación que venga, sea la que sea”.
La primera labor que deben afrontar sus directivos es un diagnóstico de los motivos que les han conducido a una situación tan funesta
El club madrileño se asoma a una dimensión desconocida hasta ahora para él. Por primera vez en su larga existencia, desde que formó parte de los clubes que inauguraron en 1956 la Liga española de Primera División, pasará a competir en la LEB, es decir, en Segunda. La primera labor que deben afrontar sus directivos y a buen seguro su director deportivo es un diagnóstico lo más preciso posible de los motivos que les han conducido a una situación tan funesta.
Se supone que advertidos estaban, al menos desde hace cuatro años, cuando el equipo concluyó en la peor clasificación de su historia hasta ahora, un 14º lugar. Los malos resultados coincidieron, como suele suceder en estos casos y nunca se sabe bien si como causa o como consecuencia, un carrusel de cambios en la dirección técnica por la que han pasado Pedro Martínez, Mariano de Pablos, Velimir Perasovic, Luis Casimiro, Pepu Hernández y Trifón Poch.
Es de suponer que también se habrá tomado nota de una temporada nefasta en la que, tras rescindir el contrato de Casimiro aduciendo que no apostaba lo suficiente por la cantera, se acabó rompiendo también con Pepu y se acabó recurriendo a jugadores que decepcionaron tanto por su juego como por su actitud, como el dominicano Luis Flores y el estadounidense Antoine Wright, de larga trayectoria en la NBA, pero cortado hace un año por los Sacramento Kings tras solo siete partidos. Se fichó después a Kirksay y Deane y por último a Louis Bullock que, a sus 35 años y recién recuperado de una lesión, apenas ha podido aportar nada.
En un cruel pero ilustrativo guiño del destino, Andrés Miso, otro jugador criado en Estudiantes, jugó un papel importante en el partido de su verdugo, el Ucam Murcia. No es fácil producir jugadores capaces de competir en la Liga Endesa, pero Estudiantes, hasta ahora, había conseguido un equilibrio para responder a las cambiantes demandas de la competencia y de las normativas. Acertó casi siempre cuando se podía fichar uno, dos, tres extranjeros.
Pero, de un tiempo a esta parte, extraviado en el marasmo de contrataciones que pueden funcionar en equipos como el Blusens o Murcia, por poner los dos ejemplos más a mano, el Asefa Estudiantes ha ido perdiendo fuelle competitivo. Se ha aferrado a su cantera, cierto, pero le faltan los eslabones que den un sentido de continuidad a una trayectoria como la de Carlos Jiménez y la frescura física y técnica imprescindible para competir al máximo nivel.
“Es más fácil dar asistencias que fichar americanos”, llegó a ironizar Azofra. Pues bien, la situación, ahora, se antoja incluso más compleja de lo que podría suponer el fichaje de un par de americanos. La suerte para Estudiantes es que de su propia historia, de la valía de sus entrenadores de base y de sus jóvenes promesas, y del entusiasmo de su afición, con las gotas imprescindibles de acierto directivo, puede salir de esta.
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