Laia Sanz, sola y sin mochilero
Marc Guasch, compañero de la piloto en Gas Gas, abandona tras tropezar con una piedra y romperse cuatro costillas
También él había pasado por caminos de barro, empedrados, alejándose poco a poco de la cordillera y aproximándose al mar. Su destino era también la majestuosa ciudad de Antofagasta, volcada sobre el océano Pacífico. Pero Marc Guasch no llegó montado en su Gas Gas, ni acompañado de su inseparable Laia Sanz. Llegó en un helicóptero medicalizado hasta el hospital del vivac. Y tardará un tiempo en volverse a subir a la moto. Tiene cuatro costillas rotas, además de un poco de sangre en los pulmones y líquido en el abdomen consecuencia de un accidente durante la especial del lunes, en la octava etapa del Dakar.
El mochilero de la única piloto de motos que queda en carrera marchaba por un río seco, con arena blanda, a poco menos de 50 kilómetros del final de la especial, y se tropezó con una piedra en el camino: su moto se quedó clavada y lo lanzó por los aires. Una vez en tierra, además, la máquina cayó encima de él. Pocos minutos más tarde se lo encontró tirado en el suelo su compañera, que permaneció un rato con él, pues estaba consciente, para ver si sería capaz de retomar la marcha. "Al cabo de un rato nos dimos cuenta de que su estado no le permitía pilotar y pedí la evacuación", narraba Sanz, que estuvo cerca de una hora junto a su colega.
Guasch recibió un primer diagnóstico en el centro médico del campamento, y desde allí fue trasladado, a media tarde, a la clínica La Portada de Antofagasta, donde permanecerá ingresado al menos un día más, en observación, pues sus dolencias no precisan intervención quirúrgica.
Mientras la caravana del rally seguía hasta Iquique, con Laia Sanz compuesta y sin mochilero, este aguardaba en la cama de un hospital, acompañado por el fisioterapeuta del equipo. El año pasado el Dakar terminó para Guasch, de 38 años, en la séptima etapa, también por una caída. Se había estrenado en el 2009, con un prometedor 29º puesto. Este 2012 era el encargado no solo de guiar, asistir y acompañar a Laia Sanz, sino también de marcarle el ritmo y animarla a no darle al gas con tantas ganas. Ahora, la única piloto de motos del pelotón deberá seguir sola.
Curiosamente, solo un día antes del accidente de su compañero la campeona del mundo de trial reflexionaba en su blog sobre los peligros de la competición: "El Dakar no es un juego. Cada día nuestra integridad física se pone a prueba, no solo por si somos capaces de resistir los 45ºC bajo el sol, o los largos kilometrajes que tenemos que superar llenos de obstáculos; la vida está en juego, aunque no seamos conscientes de ello. Los que montamos en moto no solemos hablar mucho del tema, pero cuando me preguntan qué es lo que más temo la respuesta es siempre la misma: una mala caída", decía. Por suerte, el estado de Guasch no es grave.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.