Pedrosa se da por fin una alegría
Stoner pierde el control de la moto por un bache y es tercero, por detrás del catalán y de Jorge Lorenzo
Casey Stoner es humano. Muchos esperaban su fallo. Creían que debía de llegar en cualquier momento, porque nadie es perfecto y porque su único cero debe adjudicársele a Valentino Rossi, que se lo llevó por delante en Jerez. Y el fallo, aunque pequeño, llegó en el momento menos esperado, cuando el australiano marchaba en cabeza tras cuatro vueltas iniciales a una velocidad insultante, cuando nadie le hacía sombra ni en la pista -donde abría distancias con el segundo, Dovizioso-, ni en la clasificación -donde Lorenzo, ahora a 40 puntos, no parece poder dar demasiada guerra-. Pero Stoner se encontró con uno de esos baches que siguen poblando la pista japonesa, reasfaltada solo en parte tras el tremendo terremoto que asoló el país el pasado marzo, y perdió la concentración y el control de su Honda, que empezó a zarandearle antes de la curva que da entrada al famoso túnel de Motegi: cuando echó mano del freno no hubo manera de parar aquella máquina y Stoner se marchó recto, dio un paseo por aquella enorme escapatoria y cuando volvió a salir a pista lo hizo en séptima posición.
Su cara, de resignación, porque defiende que él sigue queriendo ganar carreras aunque ya no necesite la victoria, contrastaba con la alegría de Pedrosa, que entró a la sala de conferencias exigiendo un aplauso masivo a los periodistas, algo inusitado en él. Su recuerdo más reciente de Motegi -el accidente en el que se fracturó la clavícula el año pasado- era desgraciado: "Se ha dado la vuelta a la tortilla y por primera vez la suerte me ha sonreído", concedió. Fallos, caídas, penalizaciones y, claro, adelantamientos geniales, echaron sal a la carrera de una categoría que parecía algo descafeinada en las últimas semanas.
Hubo cinco abandonos y un baile de fichas que fue aprovechado por Pedrosa y Lorenzo. El primero, que había confesado haber tenido algunas dificultades durante el fin de semana para rodar cómodo, imprimió un ritmo bestial tan pronto como se calentaron sus neumáticos y desaparecieron de su vista Stoner, primero, y Dovizioso, después. Pedrosa es el primer piloto que gana en Motegi en las tres categorías, lo hizo en 125cc, en 250cc y ahora en MotoGP. Además, recupera la gloria para la fábrica alada, que no ganaba en su propio circuito desde que Tamada lo hiciera en 2003, y consigue la victoria número 400 para España en el Mundial. Lorenzo, esquivó el peligro en la salida e insistió en su intento de no perder de vista a esas Honda que tantos dolores de cabeza le están dando este año. Su paciencia y consistencia fue premiada con un segundo puesto y cuatro puntitos menos de diferencia con Stoner, poca cosa, pero una alegría al fin y al cabo.
Pero ayer, no solo Stoner cometió errores, también los cometieron Dovizioso, Simoncelli y Crutchlow en la salida. Dovizioso, que confiaba en hacer una buena carrera -su ritmo y sus primeras vueltas certificaron que tenía armas para creer en ello-, se adelantó en la salida: soltó el freno y se le escapó unos centímetros la moto antes de que el semáforo se apagara. Tras él, que salía tercero, Simoncelli -sexto, segunda fila- y Crutchlow -cuarta fila-, llevados por sus reflejos, cometieron el mismo fallo. Los tres fueron penalizados con un paso obligado por la calle de garajes. Los dos italianos, con una moto idéntica aunque vestida con distinto traje, terminarían protagonizando una bella batalla en los últimos giros, empeñados no tanto por lograr el cuarto puesto sino por demostrar a su jefes japoneses en la casa de Honda quién merecía la tercera RC213V el año próximo. Simoncelli, el elegido, ganó también la batalla y se reivindicó ante su paisano.
También se equivocó Álvaro Bautista, después de que Stoner pasara como una exhalación por su lado en plena recta para arrebatarle el tercer puesto y cuando trataba de conservar la cuarta plaza, una posición con la que ni siquiera hubiera soñado para un gran premio, en Japón, país de Suzuki, en el que se juega parte de su futuro. Se fue al suelo, como antes y después lo harían otros tantos este domingo. El primero fue Rossi, en una salida algo atolondrada: a la entrada de la tercera curva del circuito, la primera a la izquierda, se topó con la parte trasera de la Yamaha de Lorenzo -"Se ha escorado demasiado a la derecha para coger la trazada buena y me ha golpeado la moto", explicaría Rossi-, pero mientras el mallorquín salió indemne, el italiano se fue largo y arrastró con él a Ben Spies, que a diferencia del de Ducati, pudo regresar a la pista y terminar sexto.
Poco después de Rossi cayó Barberá, que no solo se despidió de la carrera, sino que tuvo que ser trasladado en helicóptero hasta el hospital de Utsunomiya por una fractura desplazada de la clavícula derecha, con una fuerte contusión en el cuello y pérdida de conocimiento. Tendrá que ser intervenido, pero su entorno prefiere que la operación sea en España. Por el momento, compartió habitación en con Sergio Gadea (Moto2), que tiene dos vértebras fracturadas y el bazo dañado y que deberá pasar mínimo una semana en reposo. También abandonarían Cudlin y Toni Elías, que era sexto y estaba firmando la mejor carrera de un año que está siendo poco menos que una pesadilla para el campeón de Moto2. Ayer la suerte apenas sonrió a Pedrosa.
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