A la sombra de Márquez
El piloto español, segundo en Japón, se coloca líder de Moto2 tras una deliciosa batalla con Iannone y con Bradl fuera del podio
Sucumbió Stefan Bradl como en la crónica de una muerte anunciada. Se quedó a las puertas del podio, otra vez, y no tuvo más remedio que rendirse a los encantos de Marc Márquez, que se ha empeñado en hacer lo imposible -remontar un campeonato que se le puso cuesta arriba con cuatro ceros en seis pruebas- y hacerlo a lo grande -todo lo que no han sido caídas han sido victorias, ocho, y segundos puestos, tres-. En Motegi, además, luchó contra sus propias ansias de superación hasta aceptar que el mejor resultado era una segunda plaza, vista la superioridad de Andrea Iannone, que bordó una carrera brillante, vuelta rápida incluida, con un ritmo que no estuvo siquiera al alcance del chico que todo lo puede.
Se ofuscó Márquez en los últimos giros, cuando tras un error del italiano se vio de nuevo en cabeza, y pretendió discutirle aquella primera posición a este, que pudo adelantarle rápidamente y recuperar el primer puesto. Hasta que, desde el muro, donde conocen bien a su chico, insaciable, inconformista, le informaron de que aquella posición no era mala del todo, habida cuenta de que su rival no era el italiano, sino Bradl, que por aquel entonces rodaba el quinto, enzarzado en una lucha sin cuartel con tipos como Corsi, Luthi o De Angelis.
La prueba, aunque bastante similar a las últimas que ha brindado la categoría intermedia, refrescada con este nuevo reglamento que iguala el poderío de las máquinas y deja que sean los corredores quienes marquen la diferencia, resultó algo más tranquila y menos agresiva de lo que lo fueron las últimas en las que un grupo de entre cuatro y seis pilotos se peleaba por el triunfo. Sobre todo, porque Iannone y Márquez demostraron bien pronto que entre ellos andaba el juego. El resto, parecían actores de reparto. Incluido Bradl, agazapado en la cola de aquel cuarteto que formaron con Corsi durante la primera mitad de la prueba.
Intentó rebelarse el alemán, cansado de interpretar el papel de actor secundario que le ha tocado en los últimos grandes premios, siempre a la sombra del genio de Márquez. Se despojó de su imagen de chico bueno y tranquilo, atenazado como estaba en las últimas carreras por la presión que ha descargado sobre él el chico de Cervera (Lleida), y en la última vuelta se jugó el pellejo para reducir su distancia con aquel: se despojó del incordió que siempre supone De Angelis y adelantó en un pestañeo también a Corsi, aunque no pudo con Luthi. Fue un final estremecedor para una carrera que encumbra al pupilo de Alzamora por ser capaz de anular a un gran piloto como está demostrando ser Bradl.
La irreverencia de Márquez ha podido con uno de los pilotos más finos y cerebrales del campeonato. Ganó el alemán cuatro de las cinco carreras iniciales del Mundial de Moto2, mientras el joven catalán, recién ascendido de categoría, con los galones de campeón de 125cc pero cara de novato, aprendía de qué iba la historia a base de golpes: tres ceros en las tres primeras pruebas. Pero cuando espabiló nada ni nadie ha podido con él. Ganó la cuarta prueba, volvió a tropezar, un desliz como no los ha vuelto a haber en el resto del curso, y desde entonces, desde aquella segunda victoria en Assen, ha ganado en seis de las últimas ocho citas. De modo que, a fuerza de ir rebañando puntos en la clasificación, Márquez ha recuperado los 82 puntos que el alemán le sacaba en la general hace unos meses para colocarse líder del Mundial aunque sea por un solo punto. Solo depende de él mismo, de su habilidad y saber hacer en la pista, para cerrar un año maravilloso con el mayor premio: un título, el segundo en su incipiente carrera.
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