El dúo dinámico
Iniesta y Cesc se suman al liderazgo de Messi en el triunfal arranque del Barça
Aprendió de una vez el Barcelona a ganar con oficio, sin necesidad de jugar muy bien, signo de fortuna y también de madurez, pues ya son cuatro temporadas con Pep Guardiola en el banquillo del Camp Nou, 12 títulos de 15, y solo una final perdida, la de la Copa del Rey contra el Madrid en Valencia. El equipo está todavía en la pretemporada y hay algún futbolista al que le cuesta entrar en forma, gente que anda muy zurrada y no tiene reprise, sino toque, que se adquiere con el tiempo. A cambio, ha contado con tres jugadores decisivos para ganar los dos trofeos disputados, únicos para marcar la diferencia. Messi mete los goles, como es su costumbre desde niño, e Iniesta dibuja cada vez mejor el juego. El tercero es Cesc Fàbregas. No solo por sus dos goles ?uno en el Trofeo Gamper y el de ayer?, sino porque simboliza el margen de mejora que puede tener el Barça. El excapitán del Arsenal simboliza la competitividad y alimenta el hambre del plantel.
Cesc aporta verticalidad, profundidad, llegada y gol en un equipo que a veces tiene cierta tendencia a recrearse en el pase en las zonas blandas del campo. El 4 azulgrana tira desmarques constantemente y estira al equipo, circunstancia que agradece especialmente Messi, como se apreció ayer en el segundo gol: centro con comba de La Pulga y remate de Cesc después de controlar la pelota con el pecho. Un excelente tanto que desbordó el entusiasmo de la hinchada azulgrana, sobre todo el de los Boixos Nois, soeces en sus bravatas y cánticos, provocadores con sus bengalas, intimidadores con sus pancartas ?"llibertat", Boixos Nois"?, siempre presentes en gran número en Montecarlo. Muy puesto, Guardiola estuvo especialmente lúcido cuando pidió que no se cantara "madridista el que no bote" porque no procede en un equipo como el azulgrana. Cesc fue ayer la guinda en un equipo que jugó sin centrales ni delantero centro una final europea.
El fútbol del Barça gira alrededor del balón y tiene ahora mismo como referente a Iniesta. El manchego actúa con una naturalidad y continuidad muy celebrada por sus compañeros. El gol del Mundial le ha dado tal paz futbolística que se mueve por la cancha como el mejor de los artistas. Nadie iguala sus croquetas, inspiradas seguramente en Laudrup, y sus pases filtrados abren el campo con la suavidad del mejor forense. Futbolista muy fino, provoca elogios en cada aparición. También ayer, cuando fue designado el mejor de la final. Ya no es solamente aquel ingenuo muchacho que repartía caramelos con Frank Rijkaard, sino que ahora responde a la confianza que siempre tuvo en sus prestaciones Guardiola. El técnico cuenta con un equipo excelente, ciertamente, pero ninguno de los futbolistas ya conocidos había jugado tan bien como hasta ahora.
Guardiola descubrió a Pedro y Busquets, convirtió a Piqué en uno de los mejores centrales del mundo, dio el mando a Xavi, ha propiciado el crecimiento de Iniesta, montó el equipo en función de Messi, redescubrió a Mascherano como excelente zaguero y ahora se propone convertir a Cesc en un ganador: lleva tres trofeos nada más llegar de un club últimamente perdedor como el Arsenal. No se sabe aún de su respuesta en un equipo diferente, pero, de momento, nadie ha interpretado mejor al Barça que Guardiola.
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