'Esport i ciutadania', un sueño republicano
"Del fracasado lema 'sport y ciudadanía' nadie se acuerda", proclamaba La Vanguardia Española en 1939, en una de las primeras crónicas de un partido en Les Corts. Y ciertamente, el lema que propagó sin cesar Josep Sunyol estuvo en el olvido más riguroso no solo en ese momento, sino durante casi medio siglo. Reapareció hace unos años, y uno tiene la sensación de que tomado un poco a la ligera y, sobre todo, sin entender el significado que tuvo en su época. Además, su trágica muerte había dejado en un discreto segundo plano su contribución real al mundo del deporte. Por eso es oportunísimo el libro de Jordi Badia y el esfuerzo de sus promotores, que resitúa el lema en su contexto.
Consideremos, pues, a Sunyol por lo que hizo en vida, y no solo con relación al Barça, del que fue presidente un año, sino porque a través de múltiples iniciativas dio contenido a una novedosa reflexión sobre el deporte y la sociedad, conocida bajo la divisa de Esport i ciutadania. En un fútbol que en los años veinte legalizó el profesionalismo y que empezaba a explotar mediáticamente a las estrellas del deporte, como Samitier o Zamora, engarzados ya en el star system local, Sunyol encabezó un proyecto desde el semanario La Rambla que pugnaba por vincular el deporte con el vibrar social y político de una sociedad.
Sunyol ponía la música y Lluís Aymamí y el resto de los colaboradores del semanario escribían una letra que insistía en que los nuevos adeptos al espectáculo deportivo solo serían buenos "esportius" si también devenían practicantes. Y aún les ponían más deberes: también debían ser buenos ciudadanos, de comportamiento cívico irreprochable. El deporte se convertía en un signo del desarrollo de la sociedad, y en este sentido se vivía como una forma de participación ciudadana. Era un equilibrio complicado, pues pretendían hacer compatible el creciente deporte espectáculo con el fomento de la práctica deportiva, que era un elemento más de democratización de la sociedad, pues se trataba de favorecer que las clases populares y las mujeres pudiesen acceder a la práctica deportiva.
Esta era una parte del sueño republicano que el franquismo se llevó por delante y empobreció enormemente al deporte. A partir de 1939, el discurso oficial no dejó de recordar que hay que alejar el deporte de la política; en realidad, se referían a los valores democráticos y de participación, mientras que ellos no dejaban de defender su política desde las instituciones. Por eso la dictadura no solo liquidó físicamente a un presidente del Barça por lo que el club significaba, sino que en 1939 recordó con toda dureza que el Esport i ciutadania no volvería nunca más. Y casi lo consiguen.
Carles Santacana es historiador.
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