Del Potro sondea a Nadal
El argentino, impresionante ante Cilic, jugará en octavos contra el español, que abusó de Baghdatis
Bajo el sol de Madrid, un público entregado: "¡Ese Rafa como mola, se merece una ola!". En la pista, seca y marcada por el gris de la grava que debe sustentar a la roja arcilla, Rafael Nadal, que arrolla al chipriota Baghdatis por 6-1 y 6-3 en su debut en el torneo. Observa Cristiano Ronaldo, de nuevo hermanado con Fernando Verdasco. Disfruta la grada entre palmas, silbidos ("¡Visca el Barça!") y carteles llenos de exclamaciones. La gente se regocija ante la presencia de su ídolo, que mañana, en octavos, tiene un encuentro de los que deciden el futuro de un torneo: le espera el argentino Juan Martín del Potro, poderosísimo en su labor de destrucción del croata Marin Cilic (6-3 y 6-0), que es el número 19.
Para empezar, Baghdatis apareció pasado de peso y seco de ideas. Perdió el saque a la primera y nunca actuó con la seriedad que requería el encuentro. El chipriota no vio jugar a Nadal más que un puñado de reveses. Que el número uno jugara al antojo con su derecha, colocándose una y otra vez alrededor de la pelota, evidencia que el rival nunca intentó hincarle el diente al partido. Baghdatis prefirió percutir una y otra vez contra su mejor golpe. La lógica de su desatino inclinó el resultado: se llevó un correctivo.
No es de esperar que Del Potro, un tenista de verdad bueno, campeón del Abierto de Estados Unidos 2009 y exnúmero cuatro del mundo, cometa el mismo error. El argentino tiene en su arsenal todas las armas que molestan al número uno. Su 1,98m y su revés a dos manos neutralizan la derecha cruzada alta del campeón. Su servicio le saca de pista. Su capacidad mental le permite soportar todo tipo de presiones, desde los marcadores apretados a la furia competitiva de los mejores. Unos dolores en la cadera vienen molestándole desde que ganó el torneo de Estoril, la pasada semana. Cilic no testificará que su musculatura siga dolida. Del Potro olfatea una oportunidad en la altura de Madrid. Nadal, un peligroso examen.
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