Almagro, entre los 10 mejores
El murciano supera a Davydenko y entra en el top ten por primera vez en su vida
Al final lo consiguió. Era la tercera vez en que Nicolás Almagro disputaba un partido que podía colocarle en el restringido grupo de los 10 mejores tenistas del mundo y no falló. A lo largo del tiempo había adquirido experiencia. Las puertas se le habían cerrado en Acapulco y en Montecarlo y se había quedado sin un premio por el que había estado luchando desde que comenzó en el mundo del tenis. "Sin embargo, ahora la satisfacción ha sido enorme, porque este hecho se ha producido en un torneo tan emblemático como éste, en mi club, ante mi gente. Si lo hubiera soñado, no habría imaginado este decorado", confiesa.
Su victoria de esta tarde frente al ruso Nicolai Davydenko, 39º mundial, por 7-6, 6-3 no solo le permitió acceder a los cuartos de final del Open Banc Sabadell, sino que además le aupó hasta los cuartos de final, una ronda más que el año pasado. Este hecho le aupó al top ten, porque le concedió 45 puntos más en su clasificación. Y solo necesitaba seis para desbancar al estadounidense Mardy Fish, en la décima posición mundial. "Era un partido que tenía premio y tuve que concentrarme mucho y olvidarme de ello. Pero uno no es de piedra. Me costó. Sin embargo, creo que todo el trabajo que he estado desarrollando en los últimos años con mi entrenador, Josep Perlas, con mi preparador físico, mi psicólogo y mi fisioterapeuta, además del apoyo de toda mi familia es lo que me ha permitido ahora estar ahí".
Desde que debutó como profesional en 2003, de la mano de Antonio González Palencia, causó sensación por la potencia de sus golpes de fondo y por la frescura de su juego. Era como una bocanada de aire nuevo para un tenis español que empezaba a necesitar nuevas figuras. Almagro creció rápido, pero se le exigía que creciera, que adquiriera madurez. "Primero se me pidió regularidad y ahora ya la tengo. Después se me exigió madurez, y también la tengo", confiesa. "Estoy entre los 10 mejores y las cosas han cambiado. Pero de ahí a pensar en ganar un Grand Slam... queda lejos todavía. Lo único que puedo asegurar es que voy a seguir luchando y trabajando para intentar conseguirlo".
La vida de Almagro cambió en 2009, cuando Antonio González sufrió un ictus que le obligó a abandonar sus tareas profesionales. Entonces, el jugador murciano se vio obligado a buscar otro entrenador. En septiembre de aquel año fichó a Josep Perlas, uno de los mejores técnicos del circuito, que fue modelando un equipo de trabajo para conseguir que Almagro diera el salto definitivo que le faltaba. "Una desgracia puso en mi camino a Perlas, que está puliendo todo el trabajo de González y me ha ayudado mucho. Espero que me haga mejor tenista y mejor persona. Pero en estos momentos no me olvido de Antonio González. Le tengo muy presente porque pensé que sería mi entrenador toda la vida".
Que Almagro ha madurado es algo que ya nadie duda en estos momentos. Mantiene la frescura de su lenguaje en las conferencias de prensa, sigue siendo aquel chico divertido del comienzo de su carrera, pero en la pista se olvida de todo y se centra en el partido. "Ser top ten no me da mayor responsabilidad. La tengo toda desde hace años, porque soy el espejo en que se miran mis sobrinas María y Emma. Y eso pesa más que nada", comenta con una sonrisa desbordante. Tal vez sea eso. Pero lo cierto es que este año atraviesa su mejor momento tenístico: campeón en Buenos Aires y Costa da Sauipe, finalista en Acapulco, octavos de final en el Open de Australia y semifinales en Auckland. Y ahora entre los 10 primeros del mundo. Un premio o, mejor, un logro que le llega a los 25 años.
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