El héroe inadvertido
Marcelo derrumba la resistencia del Lyon con el primer gol y el pase del segundo
Los preparativos del partido más importante de la temporada se concentraron en los asuntos del jugador más desequilibrante del equipo, Cristiano Ronaldo. Pero la eliminatoria se selló gracias a la irrupción eléctrica de uno de esos futbolistas inadvertidos. Fichado por un tal Franco Baldini un día de invierno de 2006. Brasileño. Pequeñito. Peludo. Zurdo. Muy criticado por su falta de instinto defensivo y con una trayectoria internacional demasiado pobre como para llamar la atención de José Mourinho el verano pasado.
El entrenador del Madrid no tenía demasiadas noticias de Marcelo en 2010 y lo primero que le pidió el cuerpo a la hora de planificar la plantilla fue reclamar la contratación del serbio Aleksandar Kolarov. Sea porque el presidente, Florentino Pérez, prefirió ahorrar, sea porque el Manchester City se adelantó en la firma de Kolarov, el hecho es que Marcelo permaneció en Chamartín. Y ayer se comió al Lyon.
La concentración del Madrid en el hotel Mirasierra experimentó una animación poco común. Primero, porque el martes por la noche los jugadores recibieron la visita de Florentino Pérez, especialmente preocupado ante la gravedad del partido que se avecinaba. Después, porque Mourinho dedicó la mañana de ayer a dar varias charlas colectivas y particulares.
Las charlas particulares se concentraron en animar a Cristiano Ronaldo. En pedirle que jugara, aunque solo fuesen 50 minutos. A juzgar por los acontecimientos sucesivos, el técnico empleó su poder de persuasión en convencerle de que sus molestias en el muslo izquierdo, esas sobrecargas en el bíceps femoral que tanto le inquietaban, no debían darle demasiados problemas si se dosificaba bien, esprintaba lo justo, y solo se dedicaba a descargar y acudir a rematar las jugadas.
La presencia de Cristiano alborotó a la defensa del Lyon, que no pasa por su mejor momento. Cris se había recuperado a duras penas de una lesión muscular y no estaba rápido. Cissokho, un jugador que se ampara en sus condiciones atléticas, tampoco estaba bien físicamente. Quedaba Lovren, pero su juventud le traicionó. No podía con sus nervios. Y ver a Cristiano tan cerca no contribuyó a mantenerle sereno.
Normalmente, el portugués es un futbolista que acude a las jugadas en busca del contacto con el balón. Ayer cambió de guión. Tocó y se fue de la jugada, para entrar por detrás, como los nueves. Cubrió las trayectorias al trote, sin forzar, y se limitó a esperar a dar el último latigazo. Casi siempre acudiendo al segundo palo. Casi siempre cuidando con no hacer desgastes muy prolongados. Su participación fue difuminándose con la noche. Su mayor aporte en el partido fue la pared que le devolvió a Marcelo en el primer gol.
Había transcurrido más de media hora cuando el Lyon se escoró hacia su costado izquierdo. Xabi Alonso se sumó a una jugada, generó una superioridad y tocó para Marcelo, que entró desde atrás sin que nadie lo siguiera. Cris le salió al paso y lo esquivó con un toquecito de zurda. Luego se le echó encima Réveillère y cayó en el amague. Para entonces Marcelo estaba solo ante Lloris, decidiendo por dónde meter el gol. Así se adelantó el Madrid. Fue una distancia insalvable para su adversario, demasiado golpeado, obligado a marcar para empatar. Marcelo se encargó de disipar las dudas robándole una pelota a Réveillère en la segunda parte. Pasó a Benzema y el delantero, aprovechando una zaga descolocada, marcó su sexto gol en esta Champions.
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