Cuando Podolski es 'Poldi'
El extremo, que resulta irrelevante en la 'Bundesliga', funciona a las mil maravillas con Alemania
Los Mundiales ejercen un poder transformador en Lukas Podolski (Gliwice, Polonia; 1985). Estilo Jeckyll y Mr. Hyde. En la Bundesliga, es un futbolista gris; en la Copa del Mundo, brilla. Su juego cambia de errático a preciso y alegre. El futbolista pasa de Podolski a Poldi, como le conocen en la selección. Esta temporada con el Colonia, solo ha anotado dos goles en 27 partidos. En Sudáfrica, a pesar de haber fallado un penalti ante Serbia, ya ha conseguido los mismos en cuatro encuentros. Un tanto contra Australia y otro contra Inglaterra en octavos. Mañana, frente a Argentina, puede mejorar su cuenta personal en los cuartos de final. Alemania le espera.
El seleccionador, Joachim Löw, sabe que Podolski cambia en los Mundiales, que se vuelve Poldi, un hombre nacido para los grandes escenarios, para las competiciones internacionales. Es un fijo en la Maanschaft desde la Copa Confederaciones de 2005. Después, ha brillado en el Mundial de 2006 y en la Eurocopa de 2008.
El seleccionador, Joachim Löw, sabe que Podolski cambia en los Mundiales, que se vuelve Poldi, un hombre nacido para los grandes escenarios, para las competiciones internacionales
El delantero explotó en el Mundial de Alemania, donde se proclamó mejor jugador joven del torneo. Cuatro años en la Bundesliga han socavado las expectativas que levantó su juego ofensivo y desenfadado de entonces. Esta temporada ha sido especialmente decepcionante. Después de tres años irrelevantes en el Bayern de Múnich, donde únicamente hizo 14 goles y pasó la mayor parte del tiempo en el banquillo, decidió regresar a su equipo de siempre, el Colonia, con la ilusión de recuperar el nivel, de volver a sentirse feliz jugando al fútbol. Sus esperanzas chocaron con la enorme expectación que causó su fichaje, el más caro en la historia del club (10 millones de euros), un entrenador nuevo y defensivo, Zvonimir Soldo, que lo alineó en labores de contención, y con la envidia del resto de la plantilla, que no llevaron bien que fuera el que más cobraba. "Cuando juego como defensor, no soy yo", se justificó. En Colonia, Podolski volvió a mostrar el mismo fútbol alicaído que en el Bayern de Múnich. Quizás en sus equipos alemanes no ha gozado del reconocimiento ni del afecto que tiene en la selección.
El carácter extrovertido y desenfadado de Podolski se refleja en su estilo de juego. Él sólo quiere divertirse. Ser Poldi. No desea más responsabilidades. En la selección no las tiene. Ni siquiera pensó en heredar el rol de capitán que dejó vacante Ballack, y eso que sus 77 internacionalidades le avalaban para el puesto. Solo Klose (99) y Schweinsteiger (78) han vestido la camiseta de Alemania en más ocasiones.
Löw sabe que Podolski es un comodín para las situaciones críticas de la selección, pero solo cuando es Poldi. Para ello, el jugador necesita sentirse feliz. El técnico, a diferencia de otros, no persigue reclutar nuevos talentos a toda costa, se preocupa por el desarrollo de los que ya tiene. Por eso, como con Klose, ideó un plan de entrenamiento específico para el de Colonia y se esforzó por crear un ambiente en el que Podolski pudiera transformarse en Poldi. Lo ha conseguido. El delantero, reconvertido en extremo izquierdo con Alemania, se ha erigido en la fuerza motriz del equipo, en un complemento perfecto de Özil y Müller. Él, aunque con 25 años pertenece a la generación de los veteranos, se siente mucho más identificado, por carácter, con las promesas jóvenes de la selección. Contra Australia fue elegido el mejor jugador del partido. El sábado, frente Argentina, tendrá que volver a demostrar que Podolski es Poldi, que el centro del campo germano está por encima de la caterva de delanteros albicelestes. Si se divierte, puede conseguirlo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.