"Hay más alegría ahora que en 1950"
El lateral derecho Luis Ubiña (Montevideo, 1940) fue el capitán de la última selección uruguaya que alcanzó las semifinales de un Mundial, en 1970. Ahora espera ansioso en Montevideo a que sus paisanos repitan la gesta.
Pregunta. ¿Cómo es posible que de un país con tres millones de personas haya dado tantas selecciones mundialistas?
Respuesta. Esa es difícil de contestar porque ahora han desaparecido los potreros. Hasta hace 20 años en Montevideo había una canchita cada dos manzanas. Ahora, donde había una canchita han construido un edificio. Pero igual siguen saliendo jugadores. A lo mejor los padres llevan a sus hijos a los clubes porque es una buena salida económica. Nosotros jugábamos porque nos gustaba. Jugábamos descalzos y en la calle. Ahora te ven jugando en la calle y te llevan preso.
P. ¿La reputación violenta del futbolista uruguayo coincide con la realidad?
R. Es injusta. Yo jugué 20 años en Uruguay y sólo vi quebrar a uno: al Cococho Álvarez. En mi época eran fuertes, no malintencionados. Fuertes como el Mono Gambetta, como El Negro Obdulio Varela... ¿Me entiende? Eran gente especial. Con mucho genio. Se hacían respetar por los compañeros y por los rivales. El Mono te pegaba una patada y te pedía perdón. Yo mismo jugaba fuerte pero sin mala intención. El Tito González de Peñarol y Montero Castillo eran otros casos. Pero nunca quisieron quebrar a nadie. ¡Montero Castillo iba fuerte porque su temperamento lo hacía buscar la pelota con vehemencia y por eso lo ponían!
P. ¿Cuál es el mejor equipo uruguayo después de 1950?
R. A mí me encanta esta selección de Tabárez. La estoy disfrutando deportivamente y como uruguayo. Los chiquilines están llenando las plazas y las calles. Se llena todo de coches y de banderas. Estos muchachos le están dando una alegría muy grande al pueblo. Yo en 1950 en el Maracanazo tenía diez años y la gente no estaba tan contenta como ahora. ¡No se puede cruzar ni la calle! ¡Hay que ver que están representando a tres millones y medio de habitantes nada más! Estamos luchando contra Holanda que tiene 15, contra Italia que tiene 60, contra España y Argentina que tienen 40... Ahora que digo España me acuerdo que camino de Inglaterra en 1966 jugamos un amistoso en el Bernabéu y tuve el gusto de marcar a Gento.
P. ¿Iba rápido?
R. ¡Como una víbora! Rápido como el diablo. Después comimos sardinas. ¡Qué buenas que están las sardinas en España! En Uruguay son en lata.
P. ¿Qué le gusta de este Uruguay?
R. Que Tabárez hizo un muy buen grupo humano de obreros deportivos. Tienen hambre de triunfo: los jugadores, salvo Forlán, son casi todos de equipos chicos. El mundo no los conoce todavía. Y Suárez puede convertirse en un gran jugador. Lo conozco desde que tenía 13 años en Nacional.
P. ¿Cuál es el jugador más querido?
R. Si se hace una encuesta gana el Loco Abreu.
P. ¿Y la selección con más potencial?
R. La de 1990. Estaban Francescoli, Alzamendi, Rubén Paz, Rubén Sosa, Perdomo, De León... Nunca reunimos tantas figuras. Tal vez les faltó suerte, preocupación, unión...
P. En 1970 salieron a buscar a Brasil. ¿Por qué se sentían tan seguros?
R. Los titulares de ese equipo vivíamos y jugábamos en Montevideo, en Nacional y Peñarol. Estábamos compenetrados. Si Rocha no se hubiera desgarrado en el debut el partido habría sido distinto. Rocha era el Forlán de entonces. Entrabas a la cancha y sabías que ibas 1-0.
P. ¿Qué momento recuerda de ese partido?
R. Una pelota que fue a sacar Montero Castillo. Chocó con Pelé y yo fui y le dije algo y se me volvió y me dijo: "Yo te parto la pierna". Siempre fui muy hincha de Pelé y después de ese partido más todavía.
P. ¿Cuál era el jugador más difícil de frenar en Brasil de 1970?
R. El negro. Te descuidabas y te hacía un gol o un pase de gol. Nos fuimos calientes. Pero cuando pierdes contra Pelé, Rivelino, Tostao, Gerson... Lo que es feo es perder cuando estás igualado con el otro. Pero no sólo se pierde por motivos deportivos: a nosotros en México nos cambiaron la sede. Teníamos que jugar en el estadio Azteca y nos mandaron a Guadalajara. Viajamos toda la noche a Puebla y al día siguiente a Guadalajara. No nos dejaron ni practicar en la cancha antes del partido: nos fuimos todos a la cama a dormir. Y en Inglaterra también nos provocaron: jugamos el partido inaugural contra Inglaterra, que iba de rojo, y estábamos por salir a la cancha y el árbitro nos obligó a jugar con camisetas blancas. Recuerdo que el técnico le decía al árbitro: "¿Cómo nos vamos a cambiar la celeste si somos campeones del mundo?". Entramos y el juez inglés nos arrancó la cabeza. Y contra Alemania también nos dieron en la cabeza. No sólo los jugadores juegan al fútbol. Los puntos también se juegan en las oficinas.
P. Dice Pablo Forlán que después del partido contra Alemania se encontraron al árbitro en el túnel y le pegaron.
R. Puede ser. Salieron los uruguayos...
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