Una España sin fantasmas
La selección, mucho más chisposa y directa, se redime ante Honduras, frente a la que solo le faltó acierto para acreditar sus múltiples ocasiones
Entre las virtudes de cualquier equipo debiera prevalecer ser capaz de tocar más de una tecla cuando las circunstancias lo demandan. La selección española está repleta de chicos aplicados que interiorizan muy bien el juego y sus axiomas. Mayoritariamente, les gusta el fútbol, lo que no es una perogrullada. Por ello saben diagnosticarse y cuál es la receta. También Vicente del Bosque, que propicia la reflexión desde la mesura y el respeto, incluso cuando no recibe consuelo de su predecesor, que ha roto su silencio para poner banderillas en las millonarias ondas árabes.
A solas y en paz, Del Bosque y sus futbolistas rebobinaron el duelo con Suiza y tomaron apuntes. Nada de abanicar la pelota como un trámite funcionarial. Ante Honduras, la selección también gravitó sobre el balón , pero con el turbo de Navas y Fernando Torres, con la idea de percutir, de agrietar al adversario. Quizá fuera un equipo menos cosido que de costumbre, más vulnerable si se quiere, rehén de una cierta ansiedad, pero tuvo una respuesta adecuada, sin el peso de los fantasmas tras el fiasco ante Suiza. No era fácil, en un Mundial las derrotas a veces tardan demasiado en cicatrizar.
España 2 - Honduras 0
España: Iker Casillas; Sergio Ramos (Arbeloa, m.76), Puyol, Piqué, Capdevila; Busquets, Xabi Alonso, Xavi (Cesc, m.66), Navas, Villa; y Fernando Torres (Mata, m.70).
Honduras: Valladares, Sergio Mendoza, Chávez, Figueroa, Izaguirre; Turcios (Núñez, m.63), Guevara, Palacios, Martínez, Espinoza (Welcome, m.46); y Suazo (Palacios, m.83).
Goles: 1-0, m.17: Villa. 2-0, m. Villa.
Árbitro: Yuichi Nishimura (JAP). Amonestó a Turcios (8) e Izaguirre (38) por Honduras.
Incidencias: encuentro correspondiente a la segunda jornada del Grupo H, disputado en el Ellis Park Stadium, ante la presencia de 54.386 espectadores. Estuvo presente en el palco de honor el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma.
No fue el equipo pulcro y de vuelo raso de la primera hora ante los helvéticos. Frente a Honduras tuvo peor intención y España de nuevo fue España, caballera con la pelota, inquilina del área rival y bien abrochada en la propia, salvo por algunas asimetrías por los costados que se corregirán en mayores aventuras. Ahora su camino es otro, ha recuperado el paso tras un leve accidente. Eso se recordará si no hay vuelta atrás ante Chile, un equipo muy armónico, coral en todas las zonas del campo, en el que nadie tiene privilegios. España tendrá que conjugar sus dos caras: ni ante Suiza fue un pestiño ni ayer abrió la puerta grande.
La alineación de Navas y Torres fue toda una señal de humo. Dos futbolistas vertiginosos y picantes, idóneos para dar mayor cilindrada al equipo. No es que Silva e Iniesta, titulares ante Suiza, sean prescindibles, ni mucho menos, pero en su faena hay multitud y la selección requiere variedades. Por suerte para Del Bosque, abundan los recursos. Frente a un equipo del perfil de Honduras convenía mover el árbol, por más que ante exigencias de otro rango pueda resultar contraproducente la asimetría: Navas es un vagón de dos direcciones; con Villa, la banda izquierda solo tiene el sostén de Capdevila, y algún centrocampista se ve obligado a sacar la escoba. Por el contrario, Navas abusa de los centros al área y así es demasiado previsible.
El efecto de la mutación se hizo patente desde el inicio. Con Torres, Villa no es el punto final del ataque. El Guaje se siente mejor si se ancla en la izquierda. Al gol no necesariamente se llega de frente. Para Villa, el costado no es más que un atajo. Ante los hondureños, le bastaron quince minutos para rematar más que en toda la tarde ante los suizos. Su prematuro estacazo al larguero de Valladares fue preludio del primer gol. A un pase en diagonal con escuadra y cartabón de Piqué, respondió Villa en estado puro , con tres rivales cayendo del tendal a su paso hacia la red, conquistada con un remate en arco. Un gol de delantero mayúsculo: control, regate y disparo, tres arietes en uno. La diana fue sedante para España, que se sacudió cualquier atisbo fatalista, máxime tras los petardazos de Yuichi Nishimura, un Al Ghandour a la japonesa mudo ante un manotazo de Izaguirre tras un sombrero de Torres y un empujón de Mendoza con Ramos a una cuarta de la línea de gol.
El cambio de tercio no solo activó a Villa, que también actuó de analgésico tras el descanso, con un segundo gol. En la zona orbital del juego, Xavi, Alonso y Busquets se sintieron más libres sin otro centrocampista. A los dos primeros, sobre todo al azulgrana, les beneficia jugar con extremos (Navas y Villa), con compañeros que exijan la pelota al espacio. Entonces, sus opciones de asistencia se multiplican, sus pases son más de ida que de ida y vuelta. También aplaudió Busquets, nada que ver con el futbolista acartonado de la primera jornada. Anoche fue el eslabón perfecto, solidario con los defensas, auxiliar de los medios y, en ocasiones, padrino de los delanteros. Templado, Busquets aparenta muchas más horas de vuelo de las que tiene. Conoce los entresijos del fútbol barrial, donde el juego se desarrolla en un campo de minas, y la academia azulgrana le ha dado un trazo más sutil.
Reconstruida España, el partido se jugó a su antojo. Los chicos de Del Bosque bajaron notablemente sus porcentajes de posesión respecto al fallido reto con Suiza. El único motivo, el juego más directo, la catarata de acciones que tuvieron un inicio y un desenlace ante la meta centroamericana. Se dirá que Honduras no es un equipo "oscarizado", pero tampoco lo son Nueva Zelanda y Argelia, y han causado algún seísmo. La selección de Reinaldo Rueda es un grupo muy atlético, fibroso, pero corto de ingenio. Su fútbol no tiene heráldica y le falta cuajo. Opuso toda la resistencia que pudo ante un rival que bien le pudo haber destripado. Con Torres a la cabeza, el conjunto de Del Bosque pasó la noche en la sala de espera del gol. Falló no menos de una docena de ocasiones que cualquier otro día le hubieran condenado, incluido un penalti que se le fue a Villa.
Tras la lesión, Torres aún no tiene tacto y el gol necesita mimos. Se le vio desesperado, pero precisa paciencia. Su primera victoria ya la tiene, haber logrado llegar con el alta al Mundial. Con su sola presencia, España se estira, se vuelve profunda. No solo Torres se alteró a un centímetro del gol. Al equipo le pudo la ansiedad, le faltó precisión y, a veces, un exceso de arabescos. Pero anoche la cuestión era otra. Había que medir la reacción anímica y futbolística de un equipo que se vio en el despeñadero cuando menos lo esperaba. Espabiló España, sabios como son sus jugadores y su técnico. Aún le queda faena con Chile y quizá no le valga el molde de ayer, pero este equipo sabe encontrar respuestas. Gracias a ello, Suiza pesa mucho menos.
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