Europa invita a la épica
El Barça se aferra a otras gestas continentales para voltear la eliminatoria contra el Inter
La inmensidad del Camp Nou es un arma de doble filo. Cuando el engranaje azulgrana carbura, el rival se encoge y el coliseo lleva en volandas a su equipo. Sin embargo, cuando la maquinaria no está afinada, el público comienza a crepitar y su murmullo invade hasta el último rincón del estadio. Con la llegada de Guardiola al banquillo, las cosas han cambiado. Apenas hay silencios. Los títulos y el fútbol de alta escuela se han llevado por delante el runrún que devoró a infinidad de técnicos y jugadores y la comunión con la hinchada es absoluta.
Louis Van Gaal, finalista de la Champions con el Bayern y ex entrenador azulgrana, conoce muy bien esa sensación de vacío, ese susurro revelador. Su fuerte temperamento y su escasa habilidad con los medios hicieron que saliera escaldado de Barcelona, lo que no impidió que su Barça también protagonizase grandes hazañas. Una de las más recordadas es, quizá, la que le permitió remontar la eliminatoria europea contra el Chelsea de Vialli en 2000.
El 3-1 de la ida, disputada en Stamford Bridge , puso contra las cuerdas al Barça, que apeló al embrujo del Camp Nou y la magia de Rivaldo para lograr el pasaporte a las semifinales. En una línea similar al envite de Londres, el choque en el Camp Nou fue de alto voltaje . El brasileño adelantó al conjunto azulgrana gracias a un lanzamiento de falta envenenado que golpeó la barrera inglesa y Figo amplió la renta con un disparo liftado que superó al kilométrico De Goey.
A continuación, un error de Hesp propició el empate de Flo y añadió dramatismo a la noche, endulzada gracias a un testarazo de Dani a siete minutos para el final del partido. Rivaldo pudo evitar la prórroga, pero falló una pena máxima que sí acertó a transformar en el tiempo añadido. Los blues, escudados en la clase de Zola, la fortaleza de Desailly y las argucias de Morris o Wise, no supieron reaccionar y Kluivert, con un certero cabezazo que besó el larguero, selló el definitivo 5-1.
En 1994, los aficionados del Barça fueron testigos de otra gesta. Para muchos, la velada que capturó toda la esencia del Dream Team de Johan Cruyff , que ofreció un recital ofensivo para voltear otro 3-1 (el mismo marcador que deben superar hoy los de Guardiola) frente al Dínamo de Kiev. Pese al naufragio en Ucrania y el gol inicial del Dínamo en el Camp Nou, el equipo azulgrana se repuso y rubricó una noche memorable con 17 disparos a portería, tres a los postes y cuatro goles de un majestuoso Laudrup, Bakero (2) y Koeman.
Ocho años atrás, en 1986, el Barça de Therry Venables se clasificó para la final de la Copa de Europa de Sevilla tras una exhibición de Pichi Alonso, autor de tres goles que igualaban la elminatoria contra el Gotemburgo . En un Camp Nou envuelto en senyeras y bengalas, los Migueli, Carrasco y compañía se jugaron todo a una carta contra los suecos. Si en el tiempo reglamentario el instinto depredador de Alonso fue decisivo, no lo fueron menos las manos de Urruti en la tanda de penaltis, cerrada con un soberbio disparo de Víctor Muñoz.
Aquella remontada fue inolvidable, al igual que la escenificada la noche del 1 de noviembre de 1978 ante el Anderlecht en los octavos de final de la Recopa . Con Lucien Müller en la banqueta, fue Raymond Goethals, técnico rival, quien acaparó la mayoría de los focos. Controvertido y agitador, en la línea de Mourinho , el entrenador de los belgas aseguró tras la victoria por 3-0 en el Emil Versé de Bruselas que el Barça había hecho un partido "indigno" y que esperaba ganar por "cinco a cero" en la vuelta.
Lejos del trato hostil recibido en Bélgica, la respuesta llegó con los tantos de Krankl, Heredia y Zuviría y el triunfo en la posterior tanda de penaltis. Meses después, los azulgranas aterrizaron en la célebre final de Basilea. Hoy el destino es Madrid.
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