El candado de Julio César
Técnicos y rivales destacan los reflejos, la presencia y el juego aéreo del meta del Inter
Busquets casi no se lo creía cuando Julio César le paró a bocajarro un remate de cabeza que habría supuesto el empate a dos en San Siro. Messi tampoco se lo creyó cuando vio al neroazzurro estirar los brazos hacia el palo derecho y desviar su libre directo. Si el Inter se marchó con un 3-1 también se lo debió al guardameta brasileño y de la canarinha, de 30 años. "Es grande evitando el gol. Para el juego del Inter es perfecto porque se siente cómodo evitando los remates antes que anticipándolos. Es poderoso en el juego aéreo, pero no se arriesga nada", explica Juan Carlos Unzue, preparador de porteros del Barça.
Cuando defendía los palos del Flamengo, Luciano Castellini, meta en el Nápoles de Maradona y luego preparador del club lombardo, fue a echarle un vistazo tras recibir el aviso de un ojeador. "Era muy seguro y jugaba con naturalidad. Se movía dentro y fuera de la portería con gran tranquilidad y, además, manejaba muy bien los pies", destaca ahora. Algo que también ha llamado la atención de Unzue: "Tiene un buen golpeo con los pies, pero tampoco lo necesita más allá de despejar en largo. A diferencia de Valdés, no participa como prolongación del juego", analiza.
El Inter nunca ha tenido tradición de porteros extranjeros. Por San Siro pasaron Moreau, Frey y Carini, pero ninguno tuvo continuidad. Julio César, sí. Lleva cuatro temporadas, 290 partidos, y ha jubilado a Toldo. Pagliuca, quien también defendió la portería del Inter (1994-1999), destaca sus reflejos: "En eso nos parecemos. Tiene una capacidad de reacción tremenda. Es rápido. Siempre le ves despierto, concentrado y con mucha presencia". Para Valdés, es un "portero completo, regular y equilibrado".
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