El milagro de Fátima y el billete de lotería premiado
El doctor Walter Viru se libró de la Operación Puerto aunque no de la trama de dopaje que salpica al subcampeón olímpico Paquillo
Hasta que ayer de buena mañana la Guardia Civil llamó a su puerta, Walter Viru, peruano que estudió medicina en España, bien podría considerarse un hombre afortunado, capaz de salvar la vida de milagro en un hotel de Fátima, de ser agraciado con un buen pellizco de la lotería justo después de que su nombre comenzara a circular con vigor en las listas del lado oscuro del deporte y, más difícil todavía, de librarse de caer en la Operación Puerto por un capricho del destino que, al parecer, le hizo sentirse invulnerable. El que no muriera el ciclista Jesús Manzano tras un error en una transfusión también podría colocarse en su bandeja de entrada, si no fuera porque jugar con ironías tiene un límite.
Viru llegó al ciclismo a través de su amigo Vicente Belda, director del Kelme, de quien era médico personal. Comenzó en el equipo amateur y poco después pasó al profesional, donde compartió funciones con Eufemiano Fuentes, el cerebro de la Operación Puerto, y su hermana Yolanda. Su primer trago duro lo superó cuando cayó enfermo, víctima de una intoxicación alimentaria en el hotel Cincuentenario de Fátima durante una carrera en Portugal en 2000. Se sobremedicó con Fortasec y terminó deshidratado y desorientado. Le salvó la vida la intevención de médicos de otros equipos, que lo enviaron al hospital. Desde entonces, el médico peruano, fue alérgico a viajar con el equipo: dirigía sus tratamientos desde Valencia. Así, en el verano de 2003, poco después del positivo por EPO del corredor Pascual Llorente en el Tour, Viru no estaba en la Vuelta a Portugal cuando todo el equipo debió abandonar enfermo tras tomar sustancias que les sentaron mal. Al día siguiente, Viru desapareció viajando a Holanda.
Según relató al fiscal italiano Raffaele Guariniello en 2004 Manzano, el ex corredor arrepentido cuyas revelaciones desencadenaron la Operación Puerto, Viru, que conservaba en su laboratorio de Valencia bolsas de sangre de los corredores del equipo, se equivocó de bolsa en una transfusión y estuvo a punto de morir por el shock anafiláctico que sufrió.
Pocos meses después, la fortuna volvió a sonreírle a Viru en la forma de un premio de lotería de más 200.000 euros, lo que hizo pensar a los investigadores policiales, que ya comenzaban a seguir sus pasos, en una extendida maniobra de blanqueo de dinero.
Pero el premio gordo le llegó a Viru en la primavera de 2006. Paralelamente a la investigación en Madrid de las actividades de Eufemiano Fuentes, la Guardia Civil también vigilaba a Viru, y estaba dispuesta para actuar cuando una súbita merma de efectivos obligó a sus mandos a centarse sólo en Madrid.
Viru se libró y el Kelme desapareció, pero el no cesó en sus actividades, ahora centradas sólo en sus clientes privados, especialmente en los sectores juvenil y amateur, y en algunos peces gordos como los que hoy le acompañaron en su caída.
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