Derrota de chilena
El Sevilla vence al Real Madrid en un encuentro vibrante y sigue la estela del Barça
Una excelente chilena de Chevantón resolvió un partido intenso, muy igualado, jugado de poder a poder, en el que prevaleció la fuerza sobre la técnica y la pizarra sobre la creatividad
Apareció el Real Madrid con Ronaldo y Van Nistelrooy en punta ¿Defienden nueve y atacan dos? Pues iba a ser que no, porque andaban por detrás de la dupla Raúl, Beckham y Guti, que no son precisamente "gattusos" y sólo Emerson ejercía de pantalla por delante de la línea defensiva.
A pesar de la prometedora propuesta, el arranque resulto espeso y no fluía el juego. Guti comenzó fallón y el equipo tenía dificultades para salir con el balón jugado desde atrás. Así, ante el dominio posicional del Sevilla, que desplegaba su juego por dentro y por fuera, el Madrid tan sólo oponía balones largos que salían principalmente de las botas de Sergio Ramos y no encontraban receptor.
Renato y Poulsen cocinaban el juego en la circunferencia sin apenas oposición y los de Juande Ramos llegaban con facilidad hasta el área de Casillas. Jugaban bien los sevillistas, con criterio y ambición, asumiendo responsabilidades, buscando el partido. Sin embargo, en una de las pocas llegadas del Madrid y en una falta lateral sin aparente peligro, David Beckham fabricó una banana que se coló limpia por la escuadra de Palop. Espléndido gol del inglés.
El Sevilla volvió a la carga y enseguida encontró premio a su buen fútbol en una jugada que comenzó Poulsen, remató al larguero Luis Fabiano y remachó a gol Kanouté. Hervía el Sánchez Pizjuán porque su equipo, posiblemente el mejor de la historia del club, dominaba y tenía el balón ante un grande que se defendía con orden, mostraba buena actitud y contaba con jugadores capaces tumbarte con un fogonazo inesperado. Prometía el partido, vibrante, serio y lleno de emoción.
Roberto Carlos, en un excelente tono físico, estuvo a punto de marcar en una de sus llegadas atómicas. La oportunidad del lateral brasileño dio paso a los mejores minutos de su equipo, más estirado, concentrado y mandón, que superó al Sevilla en el último tramo de la primera mitad con un Guti enchufado y todo el equipo apretando los dientes; recios atrás, trabadores en el medio y listos en punta. Si, el Sevilla juega, y muy bien por cierto, pero el Real Madrid, lejos de otras versiones vistas no hace mucho, tenía mucho que decir en el encuentro.
De poder a poder
Jesús Navas inauguró la segunda parte con un disparo precioso desde la frontal que salió fuera por muy poco. Vale que andaba el Madrid ajustándose en defensa porque Michel Salgado, que a punto estuvo de ver la segunda amarilla, se quedó en la caseta y Capello puso en juego a Mejía, pero la cosa pintaba muy parecida a los primeros minutos del inicio, esto es, el Sevilla dominador, creando peligro, y el Madrid, como un motor diesel, cogiendo poco a poco fuerza y velocidad.
A los diez minutos ya estaban igualadas las fuerzas y el partido se disputaba con gran intensidad en todas las parcelas del campo; No había balón que no fuese disputado, rebote rebañado o jugador que no sintiera el aliento cercano de un contrario. La lucha en el centro del campo era feroz y los tacos resbalaban por la hierba como cuchillas. El partido, desde luego, no era el más adecuado para tobillos débiles y en eso, en lo de meter la pierna, las cosas andaban muy igualadas.
Con la batalla de la presión en tablas, el partido sólo podía decantarse con una genialidad y Ronaldo, que anda sobrado de genio, tuvo la gran oportunidad ante Palop en un mano a mano que resolvió el guardameta con una excelente intervención. Al rato, Robinho salió por el "fenómeno" y respiró el Sánchez Pizjuán. No tanto el delantero brasileño, al que no le gustó el cambio.
El Sevilla ganó frescura en todas las líneas con la entrada de Puerta, Chevantón y Maresca, y el Madrid, que estaba haciendo un extraordinario derroche físico, notaba demasiado el paso de los minutos. Se jugaba ya en terreno madridista y del cerco nació un magnífico remate de chilena de Chevantón que levantó al apasionado público sevillano y marcó la diferencia en el marcador.
Entró Reyes por Guti cuando faltaban diez minutos para el final y tan sólo protagonizó el gran susto de la noche, un accidental y espectacular choque de cabezas con Maresca que dejó al italiano grogui y fuera del partido. Tras el incidente sólo quedaban cinco minutos de juego, y aunque el Madrid lo intentó hasta el final, no pudo finalmente recortar el gol de Chevantón.
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