Tregua momentánea
España venció a una débil Argentina con goles de Xavi y Villa, pero no despeja la incógnita. Próximo destino, Dinamarca. ¿Estará Luis?
Llegaba el amistoso frente a Argentina en forma de encerrona. Un inoportuno escollo que podía dejar en stand by el convulso tensiómetro de los aficionados españoles o bien reforzar la teoría de aquellos que piden sentencia. Juicio, ultimátum o enésima oportunidad para una Selección que no engancha -y decepciona-. En definitiva, una verdadera bomba de relojería. Y una pregunta en el aire: ¿qué pasaría con Luis?
Ante este panorama, el seleccionador nacional se jugaba su penúltima bala -recordemos que cuenta con "todo el apoyo de la Federación"- ante un rival que imprime miedo. La Argentina de los Messi, Agüero, Maxi o Tévez. Casi nada. Por si fuera poco, el escenario no invitaba precisamente al optimismo. La Nueva Condomina presentó un césped vergonzoso, impropio de un envite como éste. Ya se sabe que 'a perro flaco todo son pulgas'.En fin.
El partido comenzó con susto. En una de sus arrancadas, Maxi Rodríguez cayó al suelo como consecuencia del maltrecho estado del terreno de juego. Primer damnificado. Desde ese instante, los jugadores -temerosos- midieron todas y cada una de sus acciones. Al margen de esto, España tomó el mando. En el minuto 10', Iniesta telegrafío un espléndido pase que Angulo no supo aprovechar, y tres minutos más tarde, Fernando Torres falló estrepitosamente un cabezazo a placer.
Doble indulto, doble perdón que continuó con un tercer aviso de Xavi que se marchó fuera. El engranaje argentino, momentáneamente averiado por la lesión de Maxi, comenzó a carburar. Messi entró en acción y puso en evidencia la tremenda fragilidad de la defensa española, que corroboró con creces la sensación de inseguridad que transmitió en Irlanda del Norte y Suecia.
No obstante, apareció Xavi en el 33' para forjar un leve espejismo de esperanza. El catalán, inspirado, conectó un potente derechazo que se coló por la escuadra izquierda de la meta de Abondanzieri. Lo dicho. Un mero destello. En la jugada posterior, volvió a aparecer la habilidad de Messi para servir en bandeja el empate de Bilos y rebajar la esporádica euforia española.
Pudo golpear de nuevo la selección albiceleste, pero Tévez cruzó en exceso. Y antes de llegar al descanso, Villa probó una rabona imposible que despejó con acierto el portero argentino. La osadía del asturiano -y más tal y como están las cosas- es digna de aplauso.
Iniesta, vital
La segunda mitad comenzó de manera eléctrica. España en busca de la victoria y Argentina en la línea de siempre. Luis, a lo suyo. Pensativo, cabizbajo, reflexivo. Su aparente frialdad quedó entredicho en el instante en el que tuvo un breve intercambio de pareceres con Ayala.
Precisamente, el central propiciaría un libre indirecto favorable a España al pelear un balón desde el suelo. Erró Villa en el lanzamiento posterior. Sin embargo, el delantero pudo resarcirse poco después al transformar una pena máxima forzada por un genial Iniesta. El manchego, pletórico, se inventó un penalti al dejar literalmente sentado a Ayala. 2-1 y un mundo por delante.
Argentina reaccionó con poca fuerza. Una selección pasiva, lenta, apática, a la espera de una genialidad de uno de sus jugones. Entraron Agüero, Saviola y Aimar, pero no dieron luz al equipo de Basile. Por el contrario, Xabi Alonso y Cesc sí que aportaron más equilibrio al equipo español.
En la recta final, España pudo ampliar el marcador ante una Argentina semientregada. Pudieron marcar Villa y Luis García, pero no estamos para excesos. Victoria balsámica, pero que no despeja la enorme nube de dudas que envuelve a la Selección. En marzo, el próximo examen. ¿Quién sabe si definitivo?
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