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COPA AMÉRICA

México agranda la vergüenza de Brasil (0-1)

La selección de Scolari pierde en su estreno tras una nueva actuación decepcionante

En otra época, el contratiempo no habría causado tantos destrozos. Pero como ahora es de miniatura, como los recursos ya no le sobran y tiene el ánimo en los calcetines, el gol de Borgetti dejó a Brasil convaleciente, con todas sus carencias al aire, sin capacidad para arrebatarle a México el control absoluto de la situación.

Y México, que llegaba a la Copa América también con síntomas de preocupación, con más problemas incluso que la propia Brasil en su clasificatorio para agarrar una plaza en el Mundial, se vio de pronto ante el rival adecuado para agrandarse. Intachable en el trabajo táctico, invulnerable en defensa bajo el liderazgo de un Márquez que decididamente es uno de los mejores centrales del planeta, la selección mexicana le jugó además a Brasil con una inteligencia infinita. Le prohibió todos los caminos, le obligó a correr detrás del balón de un costado a otro del campo en cada una de sus posesiones y le puso al borde del infarto en media docena de contragolpes.

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A la lección de México, Brasil respondió con nada. Al principio, en los minutos que sucedieron al 1-0, dejó alguna carrera sin final de Giovanni y un pequeño puñado de centros enroscados al área. Pero después, sólo raciones

y raciones de impotencia. Desde ese punto, el partido dejó en muy mal lugar a Rochemback, el futbolista al que Scolari ha entregado la dirección del juego. Sin rasgos brasileños por ningún lado, con más cuerpo que fútbol, el

nuevo fichaje del Barcelona llevó a su equipo de forma ruinosa, complicándose además la vida más de la cuenta en zonas que están prohibidas.

Y además, García Aspe se movió a sus anchas por la zona que le tocaba vigilar junto a Emerson. Giovanni no hizo mucho más, pero al menos su velocidad fue el único punto que encontró Brasil para la esperanza en el primer periodo. Luego, el pequeño brasileño se unió a la lista de fracasados. Jardel, Juninho, Álex, Denilson, a nadie se le encendió ninguna luz, a nadie le surgió una sola buena idea para contrarrestar la autoridad con la que México gobernó el partido.

Y al final, como tantas veces le está ocurriendo en los últimos tiempos, la selección de Brasil tuvo que abandonar el campo con la cabeza caída. Avergonzada y hundida.

AP

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