Roca Rey se juega el tipo y cae herido grave

Se armó la mundial en la plaza de Las Ventas cuando el segundo de la tarde, fiero, encastado y exigente, volteó de muy mala manera a Roca Rey en el inicio de un pase de pecho. Tras levantarlo por el glúteo, el torero cayó de cabeza contra la arena, y allí lo enganchó el toro por la chaquetilla y lo zarandeó con extrema violencia en dos ocasiones hasta que Roca quedó desmadejado y con la mirada perdida.

La cogida, brutal y espeluznante, no fue lo que motivó una fuerte disputa en los tendidos, sino la actitud intransigente de los altos del tendido 7 que no cesaron de criticar la colocación del torero desde el inicio de la faena. La mayoría de la plaza los culpó del accidente, y mientras Roca Rey era atendido por sus compañeros el abucheo fue monumental.

Ciertamente, no tenían razón los críticos aficionados. No. A Roca Rey se le pueden reprochar muchos defectos, pero este domingo estuvo en figura el poco rato que anduvo por el ruedo. Vino a jugársela de verdad ante un toro muy exigente, fiero, con genio y encastado, que vendió muy cara su vida. De rodillas entre las rayas del tercio comenzó Roca la faena de muleta, y antes de trazar varios derechazos se pasó al toro en un ceñidísimo pase cambiado por la espalda. Ya enhiesto, sorteó las dificultades de su oponente con valentía, buena colocación y actitud de torero cabal, cruzado siempre, muy serio en la cara del toro. De tal modo, entre las protestas de los disconformes, trazó varas tandas con la mano derecha y solo una con la zurda muy ajustadas, largas y meritorias. Tras el volteretón, y los gritos de ‘fuera, fuera’ dirigidos a los intransigentes, el maltrecho torero volvió a citar a su oponente, lo que desató la pasión en los tendidos. Falló a la hora de matar, se equivocó el presidente al mandarle el segundo aviso antes de que se cumplieran los tres minutos reglamentarios, y la petición de oreja, motivada por la conmoción vivida, fue mayoritaria. Roca Rey no paseó el trofeo y se dirigió por su propio pie a la enfermería.

Pero no fue él el único que resultó atropellado. Víctor Hernández fue volteado cuando trataba de iniciar unas bernadinas en su primer toro, y el subalterno Diego Valladar perdió pie a la salida de un par de banderillas en el quinto y sufrió una paliza tremenda sin más consecuencias.

Hernández entró en el cartel como premio por haber sido el triunfador de la Copa Chenel y no ha defraudado a nadie. Tiene maneras de torero artista, y así lo demostró ante su noble y soso primero en varias tandas de derechazos limpios y templados y una trincherillas con la mano zurda al ralentí. No fue una faena redonda, pero sí la evidencia del buen gusto de un torero con futuro. Lo intentó de veras en su segundo, con la ilusión de la Puerta Grande en su cabeza, pero hasta ahí le llegó el pitón izquierdo del toro en un derrote terrorífico, y la faena no fue a más.

Ureña mató tres toros, solvente, aseado y sin brillo en su primero, un animal parado que se apagó muy pronto; dibujó ráfagas brillantes en el cuarto, sobre todo por naturales, siempre bien colocado ante un toro que punteaba el engaño, y se limitó a machetear por la cara al deslucido sexto, que lidió en sustitución del torero herido.