Bernardo Pajares: “Las Meninas’ son muy agradecidas en TikTok”

Bernardo Pajares es hoy un hombre pletórico. Trasladar el arte del Museo del Prado al lenguaje fresco de TikTok no solo ha atraído a nuevas generaciones de todo el mundo a sus tesoros centenarios, sino que le ha valido el premio Webby a la mejor iniciativa mundial de arte y cultura, un galardón que el museo califica como los “Oscar de internet”. Pajares, nacido en Vilagarcía de Arousa hace 39 años y con formación de Imagen y Sonido y Filología Inglesa, empezó como vigilante de sala. Esta es la historia de un éxito. Personal e institucional.

Pregunta. ¿Qué aprendió vigilando las salas del museo?

Respuesta. Aprendí toda la historia del museo leyendo las cartelas y acudiendo a las conferencias y cursos que se dan aquí. Me apuntaba a todo lo que podía. Y aprendí muchísimo escuchando a la gente, al público. Aquí detectas en seguida qué les interesa, qué mensaje les llega. Es muy gratificante que te pregunten por qué falta un cuadro que se está restaurando, por ejemplo, o detectar en excursiones de colegios algo, un brillo en los ojos especial de alguien que sabes que va a volver.

P. ¿Gusta entonces que le pregunten? ¿No se hartan de los pesados que preguntamos dónde están Las Meninas o las pinturas negras de Goya?

R. A mí me gustaba mucho. Piense que estás muchas horas mirando, sin hablar, por si alguien se acerca a un cuadro o un niño se tropieza con el cordón. Y de repente alguien llega por primera vez, se emociona y hasta llora. Es único.

P. ¿Ha visto síndromes de Stendhal?

R. Mucha gente se marea en la sala de Las Meninas, mirándolas o simplemente al entrar y verse abrumado. Yo mismo lo sufrí ante el David de Miguel Ángel en Florencia. Empecé a dar vueltas alrededor, se me empezó a acelerar el corazón, notaba sudores, me mareé. No sabes cómo explicar lo que te pasa, pero la belleza te sobrecoge, te abruma.

P. ¿Qué es lo más raro que le han preguntado?

R. Los vigilantes solemos apuntar en un cuaderno las cosas divertidas: te preguntan por Soraya en vez de Sorolla, dónde está “El jardín de las tres delicias”, “El desprendimiento” (de retina, añade y ríe) de Van der Weyden, las “Desgracias” de Rubens o el “Laboratorio” de Tintoretto. Y tenemos un vídeo en TikTok sobre ello. ¡Yo mismo he dicho “El jardín de las tres delicias”! La verdad es que nos lo pasamos bien.

P. ¿Y cómo saltó ese vigilante de sala a meter al Prado en TikTok?

R. De ahí pasé a la Oficina de Copias, me ocupaba de los copistas que pintan en la sala. Y cuando llegó la pandemia y todo se paralizó, mi compañero Javier Sainz de los Terreros, que entonces llevaba las redes solo, me pidió ayuda para que el museo entrara en TikTok. Yo me asusté muchísimo: ¿cómo iba el Prado, una institución de 200 años, a saltar a una red social asociada a adolescentes con sus bailes virales? Pero había que actualizar la voz del museo, ser más jóvenes, frescos, permitirnos jugar y ver qué pasaba. Empezamos tímidamente, vimos que gustaba y de repente jóvenes que ni siquiera sabían dónde estaba el Prado se empezaron a interesar por él. Entonces no había museos en esa red, salvo los Uffizi.

P. ¿La pandemia fue clave en esto?

R. Al inicio sí. También para fidelizar a la gente que empezó a ver nuestros directos de Instagram y que ahora los ve desde la cola del autobús o el metro. Se creó un vínculo muy estrecho con quienes trasnochaban en América Latina o se despertaban aquí y que veían cómo religiosamente, cada día, hacíamos 10 minutos en directo.

P. ¿Cuál es el hit parade del museo físico y el de las redes?

R. En el museo, Las Meninas, las pinturas negras, El descendimiento de Van der Weyden, la Anunciación de Fra Angelico… Muchísimas. En las redes, el hit parade absoluto ha sido explicar dónde hay que ponerse para ver el Lavatorio de Tintoretto. Acumula cinco millones de visualizaciones y dura apenas 40 segundos.

P. ¿La audioguía ha muerto en tiempos de podcast, TikTok o Instagram?

R. Ahora buscamos más la humanidad. Queremos que una persona nos diga: esto te lo voy a contar a ti, como si fueras un amigo. La audioguía está bien, pero es un poco robótica. Y en la Wikipedia están los datos. Pero si ves la mirada de El cardenal de Rafael y quieres ver cómo te está juzgando, tenemos que centrarnos en esa pupila y que nada moleste.

P. ¿Cree que Goya o Velázquez publicarían hoy sus cosas en Instagram o TikTok?

R. Creo que Velázquez publicaría en Instagram y sería muy elitista. Igual no pondría ni su nombre. Pondría @elpintor. Y Goya sería más humano, tal vez compartiría sus reflexiones, sus bocetos, sí les veo usando Instagram. TikTok no lo sé. Pero Instagram sí, es muy de artistas.

P. ¿Cuál es la obra más difícil de contar en TikTok?

R. El jardín de las delicias. La hemos mostrado varias veces e incluido en varios vídeos, pero nos está costando encontrar un guion que aúne en 40 o 50 segundos todo lo que supone. Se nos resiste. Queremos que tenga algo más que explicar las tres tablas: la creación, el jardín y el infierno. Al Bosco no le gustaría así. Nos está costando.

P. ¿Y el más fácil?

R. Las Meninas. No se acaba nunca porque hay tanto que contar: qué está pintando Velázquez, cuántas meninas hay, la pincelada deshecha, que al acercarte parece que no hay nada y al alejarte se abre otra habitación... Son muy agradecidas. Siempre funcionan en TikTok.

P. ¿Le cuesta más el continente o el contenido? ¿El formato y sus herramientas o el arte del Prado?

R. El contenido es lo más importante, sin eso no tendrías nada. Si mañana cierra TikTok no pasaría nada porque nos adaptaríamos al lenguaje de otra red, otra plataforma. La joya es el museo y a lo demás te vas adaptando.

P. ¿Morirá TikTok?

R. Es posible. Igual en 10 años ni nos acordamos de TikTok o quedarán los vídeos en otra red.