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Corridas Generales de Bilbao
Crónica
Texto informativo con interpretación

‘Cotorrito’, un ‘abuelo’ con arte

Leo Valadez pasea una oreja del mejor toro de una corrida blanda, noble y desigual de Santiago Domecq

Leo Valadez torea al natural al toro Cotorrito.
Leo Valadez torea al natural al toro Cotorrito.Fernando Domingo Aldama
Antonio Lorca

No hay toro más exigente que aquel que desborda calidad; hay que gozar de innata torería para estar a la altura de un animal bravo y de encastada nobleza que embiste con prontitud, ritmo, fijeza y transmisión.

Así fue, más o menos, el toro lidiado en tercer lugar, de nombre Cotorrito, que este mes cumplía los seis años y que se ha librado por los pelos de morir en la soledad del campo o de un matadero, pero la suerte ha querido que sea hoy el más firme candidato a ser proclamado como mejor toro de la feria.

No fue excepcional en varas, pues aunque cumplió y se quedó en el peto, solo recibió dos picotazos por su escaso empuje, acudió presto en el tercio de banderillas, y se desnudó en la muleta. Allí, ante el engaño rojo, dijo ser un toro de exquisita clase, codicioso, repetidor, obediente y largo en las embestidas. Al final, no le concedieron la vuelta al ruedo, y su matador solo paseó una oreja.

El torero era Leo Valadez, un joven mexicano que se está ganando un puesto en la torería actual por su decisión, entrega, buen concepto y extraordinaria variedad con el capote.

A Cotorrito lo recibió con una mezcla de verónicas y caleserinas muy vistosas, y entusiasmó con un quite por ceñidas zapopinas. Brindó al escaso respetable que acudió al festejo (otra tarde de taquillas desiertas), y comenzó la faena de muleta con largos muletazos por bajo con la pierna flexionada en los que el toro dio vivas muestras de su calidad.

Valadez lo probó por ambas manos con soltura y buen gusto, y algunos compases destilaron aroma de torería, especialmente algún natural, un cambio de manos casi circular por la acometividad del toro y un larguísimo pase de pecho.

Pero el torero, que estaba metido en la faena, fue el primero en saber que su labor no estaba a la altura de su oponente, y entonces se le ocurrió dar cuatro vistosas manoletinas de rodillas antes de cobrar un estoconazo en el hoyo de las agujas.

Cotorrito, un abuelo con mucho arte, pedía a gritos que le cortaran las dos orejas, pero eso es harto difícil; Valadez lo dio todo, que no es poco, y lo dio muy bien.

En dos quites por chicuelinas en el lote de Garrido volvió a demostrar el mexicano que su capote es primoroso, y no se amilanó ante el descompuesto y dificultoso sobrero que hizo sexto.

Ferrera y Garrido no contaron mucho; sobre todo, el primero, que se presentó con un capote de seda verde con el que no se estrenó a lo largo de todo el festejo. Ciertamente, pechó con el peor lote. El primero, tan noble como desigual, no rompió en la muleta y la labor del torero fue intermitente, si bien dibujó tres hondos naturales y un largo pase de pecho en la que fue una faena más aseada que lucida. Muy cortó, apagado y blando fue el cuarto, y todo transcurrió en silencio.

Insípido estuvo José Garrido con el soso segundo, otro toro irregular que tampoco se empleó durante la lidia y al que muleteó sin gracia. El quinto, un toro astifino y de una estampa muy respetable, fue el otro toro bueno del festejo, al que Garrido recibió con vistosas verónicas y se lució en un quite por chicuelinas.

En el tercio final hubo detalles interesantes, muletazos sueltos, pero no una faena conjuntada y rematada; por el contrario, Garrido se olvidó del reloj, dio muchos pases, y lo que pudo haber sido un instante de gloria se convirtió en aburrimiento. Una última tanda de naturales de frente, a pies juntos, no lo salvó de la desidia final.

Domecq / Ferrera, Garrido, Valadez

Toros de Santiago Domecq -el sexto, devuelto-, bien presentados y astifinos, nobles y blandos; cumplidores en los caballos a excepción del primero, manso. Desiguales los corridos en primero, segundo y cuarto lugares; descompuesto el sobrero sexto, noble y con calidad el quinto, y bravo, con mucha clase, el tercero.

Antonio Ferrera: estocada perpendicular y baja (petición y vuelta); estocada contraria (silencio).

José Garrido: pinchazo y pinchazo hondo (ovación); media tendida -aviso- (ovación).

Leo Valadez: gran estocada (oreja); estocada y tres descabellos (palmas de despedida).

Plaza de toros de Bilbao. 27 de agosto. Octavo festejo de la Semana Grande. Menos de un cuarto de entrada. 

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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