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Blogs / Cultura
Elemental
Coordinado por Juan Carlos Galindo

El cómic explota su lado más negro

La novela gráfica ha encontrado en la ficción criminal un buen aliado. Hablamos con algunos de los principales creadores, presentes en la Semana Negra, para analizar la eclosión de este híbrido

Miguelanxo Prado, Juan Díaz Canales, Marcello Quintanilha y Teresa Valero, el pasado fin de semana en Gijón.
Miguelanxo Prado, Juan Díaz Canales, Marcello Quintanilha y Teresa Valero, el pasado fin de semana en Gijón.Oscar Gijón
Juan Carlos Galindo

Al cómic le va bien. En un mercado editorial que trata de mantener la buena racha de los últimos trimestres, la novela gráfica y el manga aumentaron sus ventas un 22% en los primeros meses del año, según la consultora GFK. En ese contexto, cada autor busca su nicho y algunos han encontrado su lugar en el género negro de marcado tono social. Un híbrido del que han salido en los últimos años algunas de las más notables obras en los dos géneros.

En los antiguos astilleros de Gijón, una carpa blanca acogía el viernes a quienes se quisieran ocultar del sol y disfrutar de la exposición que muestra 40 originales del cómic Presas fáciles y otros diez, inéditos, de la próxima novela gráfica de Miguelanxo Prado (A Coruña, 63 años). A la derecha, varias librerías, detrás otra carpa, esta con una presentación; al otro lado, un bar del que llegaba el olor de la brasa, un poco más al fondo, la noria. Así es la Semana Negra, que se ha fijado en su 35ª edición en el cómic y en la relación establecida con la ficción criminal. Hablamos con sus creadores para entender las claves de esta tendencia.

Los libros gráficos de Teresa Valero ('Contrapaso. Los hijos de los otros'), Marcello Quintanilha ('Tungsteno') y Díaz Canales y Guarnido ('Blacksad').
Los libros gráficos de Teresa Valero ('Contrapaso. Los hijos de los otros'), Marcello Quintanilha ('Tungsteno') y Díaz Canales y Guarnido ('Blacksad').

“Ahora parece que todo es más espectáculo, fuego de artificio. Las formas se han comido al contenido. Pasa también con la televisión y el cine. Para mí usar el género de novela negra me permite ficcionar lo que realmente me interesa contar, que es esa parte más social y más humanas de las cosas: cómo son las personas, por qué hacen lo que hacen, cómo la sociedad llega a algunos puntos en que produce pesadillas”, explicaba esta semana Teresa Valero (Madrid, 52 años). Su obra Contrapaso (Norma) es una historia radicada en la España convulsa de 1956. Protagonizada por dos periodistas, es una ágil búsqueda de la verdad en un oscuro caso de robo de niños que la autora utiliza para tratar con acierto temas que tocan la fibra del lector contemporáneo. “El cómic es más recogido, da más espacio al autor. Su condición de híbrido entre la literatura y la imagen te permite esa reflexión sobre los personajes y tratar también la cuestión social”, redunda Juan Díaz Canales (Madrid, 50 años), que atiende a EL PAÍS junto a Valero. Sus aventuras de Blacksad (Norma), un gato detective en Estados Unidos de los años cincuenta, han sido multipremiadas (Angoulême, salón de Barcelona, el Eisner y el Nacional del Cómic en 2014) y cuentan con una legión de lectores en diversos países.

Cree Canales que su mundo de animales antropomórficos (pintado con fuerza y estilo por Juanjo Guinardo), detectives, mafiosos, asesinos, cantantes de jazz, etc. tiene todo el sentido en ese lugar y esa época, un momento que vio nacer una “mitología moderna reconocible en cualquier parte de Occidente”. Un mundo que empezó a diseñar unos años antes el padre de todo, Dashiell Hammett, autor con notables incursiones en el cómic como las tiras de Agente secreto X-9, pulp en estado puro, acción por todas partes con el trazo clásico de Alex Raymond (está editado por Planeta Cómic). En español, en 1975 José Muñoz y Carlos Sampayo publican Memorias de un detective privado, la primera historia de Alack Sinner (Salamandra Graphic tiene un volumen con la obra integral), un personaje seminal de gran influencia en los que vinieron después.

Cartel de la 35ª edición de la Semana Negra de Gijón, diseñado por Marcello Quintanilha.
Cartel de la 35ª edición de la Semana Negra de Gijón, diseñado por Marcello Quintanilha.

La conexión entre una tradición y otra, entre el mundo de los cómics por entregas y la creación de álbumes pensados como tales y de ahí a los libros actuales tiene en Miguelanxo Prado su máximo exponente. Hace 30 años, en esta misma Semana Negra, otra exposición recorría las desventuras de su detective Manuel Montano, un personaje muy peculiar. “Bueno, de negro tenía la excusa porque era más bien una parodia”, comenta Prado, premio Nacional del Cómic en 2013. Presas fáciles (Norma) su obra más negra hasta el momento, es un policial con un fuerte tono de denuncia en torno a unos ancianos que deciden tomarse la justicia por su mano tras verse arruinados por las preferentes. La investigación la lidera la inspectora Tabares, que añade a la narración la parte más procedimental. “Cuando me planteé esta historia tenía muy claro que necesitaba un tipo de personaje que me permitiera el debate de ideas que quería trasladar, pero al mismo tiempo quería quitarle en lo posible toda la carga de testosterona que pudiera haber. No quería un poli justiciero”, explica.

De humanidad en los personajes sabe mucho Marcello Quintanilha, otro de los autores que ha pasado estos días por Gijón. En Tungsteno (La cúpula, premio en Angoulême 2016), el autor brasileño (51 años) relata un suceso en tiempo real, rapidísimo, violento y certero, en torno unos pescadores ilegales. Lo protagoniza Richy, un policía nada fácil de definir. “Hago todo lo que puedo para trabajar a los personajes con todas sus debilidades y todas sus cualidades. Richy es un personaje que sabe lo que es la justicia. Es interesante que haya sido descrito como un policía corrupto, pero en realidad no hay un solo acto de corrupción que haya practicado en toda su historia. Es alguien que actúa de una manera brutal, pero la realidad en la que está inmerso Brasil lleva a muchos policías a actuar de una manera mucho más contundente”, defiende. Aunque el dibujo está en blanco y negro, hay mucho de lo que Quintanilha llama “color”, un elemento muy característico de la novela negra brasileña y que ayuda a detallar en poco espacio una dura realidad social. Además, Quintanilha ha sido el creador del cartel de esta edición del festival, un diseño colorido y más clásico, que invade estos días las calles de Gijón. “Ha sido muy emocionante”, dice con el tono del que todos hablan de esta fiesta del género negro.

Un modelo y una aspiración

Francia sigue siendo el espejo en el que mirarse, un tema recurrente en las conversaciones con dibujantes y guionistas. El francófono es un mercado potente al que recurren todos, hasta el punto de que publican muchas veces antes en francés que en español. “La diferencia con Francia es el número de lectores, y el número de lectores es mayor porque se han hecho unas políticas muy sólidas desde el gobierno en apoyo de la cultura francesa, que se mantienen sin importar quién esté. Es muy sólido. Hay una especie de pacto que no se verbaliza pero que se nota cada vez que vas por allí de festival y es que la gente está muy orgullosa del sector cultural”, comenta Valero.

No parece sencillo llegar a algo así en España, pero no por ello la novela gráfica deja de crecer. En la Semana Negra, hace ya tres décadas, dieron los primeros pasos para eliminar lo que Prado llama “la línea maldita trazada en el suelo” y empezar a considerar el cómic como la obra literaria que es. Las historias negras, la crítica social y detectives de todo tipo y condición han encontrado un nuevo camino de expresión. Toda una asociación criminal.

Cuatro joyas atemporales

Matamoscas, Dashiell Hammett (guion) y Hans Hillmann (Ilustraciones). Libros del zorro rojo recuperó en 2018 esta maravilla: un relato del padre del hard boiled escrito en 1929 para Black Mask con las imágenes del ilustrador alemán, un homenaje al género en el que estuvo enfrascado siete años. Historia e imágenes son tan distintas como poderosas. 


El cazador, Richard Stark (guiones) y Darwyn Cooke (ilustraciones). Donald E. Westlake es el hombre detrás de Stark, uno de los múltiples pseudónimos de este escritor genial y divertido. Esta historia es la mejor manera de adentrarse en los mundos de Parker, un delincuente vengativo, un cambio de perspectiva que viene acompañado de la elegancia de los dibujos de Cooke. Lo publica Astiberri, que también tiene tomos con todas las aventuras de Parker para quien se quede con ganas. 

Sin City, Frank Miller. Cuesta un poco hablar de novela negra, del submundo criminal y su relación con el cómic y no rendirse ante esta obra monumental, violenta, excesiva y germinal. No todas las historias están al mismo nivel, pero la serie que empieza en 1994 con El duro adiós es esencial. La editorial Norma ha publicado todas por separado y en volúmenes recopilatorios. Y mucho material extra sobre el mundo de Sin City. 


5 es el número perfecto. Igort. Decir que una historia de sicarios es bonita quizás sea llegar demasiado lejos, pero esta novela gráfica, libro del año en la Feria de Fráncfort en 2003, lo tiene todo. Los temas (venganza, amistad, lealtad), el ambiente (maravilloso Nápoles de los setenta) y el ritmo de una historia bien escrita y mejor dibujada. Lo edita Salamandra Graphic.

 

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Sobre la firma

Juan Carlos Galindo
Es responsable de la sección de Pantallas y, además, escribe sobre libros en Cultura y Babelia y coordina el blog de novela negra Elemental. Lleva en EL PAÍS desde 2008. 'Hontoria' es su primera novela, publicada por Salamandra en 2023.

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