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Román, decisión y entrega

El torero valenciano cortó una oreja y dio una vuelta en el otro; Gonzalo Caballero y David de Miranda no pasaron de discretos

Un momento de la cogida sufrida por Román en el cuarto toro de la tarde.
Un momento de la cogida sufrida por Román en el cuarto toro de la tarde.Fernando Alvarado Efe
Antonio Lorca

Román regresaba a Las Ventas después de aquel cornalón que le infirió un toro de Baltasar Ibán en junio de 2019 en esta misma plaza. Y lo ha hecho como si todo estuviera olvidado, con la sensación de que ha superado los fantasmas y vuelve a ser el animoso y bravo torero de siempre. Acabó de nuevo en la enfermería, pero la herida en el gemelo de la pierna derecha es de menor entidad y ojalá no le impida hacer el paseíllo el 5 de junio ante los toros de Victorino Martín.

Lo ha dado todo, ha sido un ejemplo de decisión y entrega y así lo ha captado el público, que le ha concedido una oreja en su primero, y le ha obligado a dar la vuelta al ruedo en el otro. Román no tiene fondo artístico, pero sí le adornan un valor estoico y un arrojo y pundonor muy meritorios. Y eso fue lo que colocó sobre la mesa, y los tendidos le reconocieron su sinceridad y ejemplar actitud.

Le tocó el mejor toro de la tarde, el primero, bravo en el caballo, perseguidor en banderillas y exigente, encastado y noble en el tercio final. Román tuvo la gallardía de tomar la muleta y, sin probatura alguna, lo citó a larga distancia. El toro, de bella estampa y de muy serio trapío, lo escudriñaba desde lejos, pero acudió presto y humillado al engaño para que el torero trazara muletazos por ambas manos muy meritorios en tandas largas y ligadas. Faltó, quizá, ese punto de ardor que brota cuando toro y torero se funden en el misterio de la emoción, y quizá pueda afirmarse que la prontitud y la fijeza del toro merecieron un trato más hondo, pero fue innegable la disposición del torero.

La misma que mostró ante el cuarto, un mansurrón complicado, incierto, que embestía a media altura y que no ofreció facilidades. Román aguantó la complejidad de su oponente sin perderle la cara, y aunque su labor tuvo altibajos, prevaleció la firmeza y la seguridad del torero. Cuando intentaba pasarlo con la mano derecha, el toro le infirió una instantánea y certera cornada en la pierna derecha, que no le impidió acabar la faena. Le pidieron la oreja y dio la vuelta al ruedo, que es lo que se ganó; y lo mejor, que demostró que el cornalón del toro de Ibán parece olvidado.

Otro que también se llevó lo suyo en 2019 fue Gonzalo Caballero la tarde del 12 de octubre. Este era su segundo paseíllo en la feria, y nada más abrirse de capa en su primero se llevó un susto de esos que te dejan descolocado. Intentaba Caballero meter al toro en el capote cuando se le vino materialmente encima, lo desequilibró pegado a tablas, y, una vez en el suelo, lo levantó por los aires, se lo pasó de pitón a pitón y a punto estuvo de lanzarlo al callejón. No tenía cornada aparente, pero el torero acabó muy dolorido y se quejaba de la rodilla derecha.

Ese primer toro, distraído, sin fijeza, soso y de corta embestida, no le permitió más que mostrarse firme y robarle algunos muletazos estimables; tampoco brilló ante el quinto, más noble, con mejor son, que mereció mucho más de lo que le ofreció Caballero. Necesitará obviamente recuperar el sitio y la confianza, pero la imagen que ofreció el torero —téngase en cuenta la paliza— no era la más halagüeña para el futuro.

Y a David de Miranda, mal colocado en San Isidro después de su Puerta Grande en 2019, se le vio tristón; decidido y animoso, también, pero tristón, con escasos recursos para solventar los muchos problemas del peor lote de la tarde. Participó en quites, y se mostró valiente al igual que incapaz de conectar con los tendidos. Comenzó con ceñidos estatuarios la faena a su primero, pero sus muletazos ante el blando animal no tuvieron eco, y alargó innecesariamente su trasteo en el sexto, muy soso y con aspecto de birrioso. Sea como fuere, se le echó de menos una actitud más rompedora.

Algarra/Román, Caballero, De Miranda

Toros de Luis Algarra, bien presentados, desiguales en los caballos, nobles y sosos; bravo y encastado el primero; complicado el cuarto y con buen son en el tercio final el quinto.

Román: estocada trasera _aviso_ y un descabello (oreja); estocada perpendicular (petición y vuelta al ruedo). Parte médico: Herida en el tercio medio de la cara posterior de la pierna derecha con una trayectoria ascendente de 15 cms. que causa destrozos en el gemelo interno. Pronóstico reservado.

Gonzalo Caballero: espadazo atravesado que hace guardia, estocada y dos descabellos (silencio); tres pinchazos  _aviso_ y un descabello (silencio). Parte médico: Contusión en la rodilla derecha con posible lesión del menisco interno y rotura fibrilar del gemelo interno. Puntazo con hematoma en gemelo externo de la pierna izquierda. Decide continuar la lidia bajo su responsabilidad.

David de Miranda: pinchazo y media estocada (silencio); pinchazo, estocada caída _aviso_ (silencio).

El subalterno Jesús Arruga perdió el equilibrio al salir de un par de banderillas en el tercero y ha sufrido la fractura del hombro derecho.    

Plaza de Las Ventas. 28 de mayo. Vigesimoprimera corrida de la Feria de San Isidro. Casi lleno (18.170 espectadores, según la empresa).

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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