Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 41)
‘Babelia’ recomienda los mejores libros, discos, películas, series, cómics y videojuegos para disfrutar en casa
Babelia propone un libro, un disco, una película, una serie, un cómic y un videojuego cada día, mientras dure el confinamiento en los hogares y la parálisis del sector del ocio, para poder disfrutar de la cultura desde casa.
UN LIBRO: Ciudad Princesa, de Marina Garcés
Dicen que la crisis del coronavirus hará que las ciudades ya no sean como antes. Puede que ya no fueran “como antes”. Este libro toma una como caso de estudio y explica una evolución a la que la pandemia acaba de sumar un capítulo drástico. La ciudad es Barcelona, donde Marina Garcés nació en 1973, y su explicación arranca el 28 de octubre de 1996, el día que la policía desalojó el Cine Princesa de la Via Laietana después de siete meses de okupación. Lo que sigue es una brillante y desasosegante mezcla de memoria personal y familiar, ensayo de filosofía antagonista y estudio sobre las consecuencias de una olímpica borrachera de éxito que pasó por el after grandilocuente del Fórum 2004 y terminó en resaca turística de sangría y garrafón.
“El turista es la parodia de la indiferencia”, escribe Garcés. “Consume sin valorar las consecuencias de su impacto”. Por eso su actitud se parece tanto al extractivismo del colonizador: es voraz, produce dependencia económica y una “riqueza empobrecedora” que oculta la desigualdad, erosiona el tejido económico “diverso y distribuido” y crea zonas urbanas de exclusión. No se trata de turismofobia sino de una guerra de pobres contra pobres: “Vecinos que no pueden pagar el alquiler contra turistas que no pueden pagar un hotel”. De ahí la incómoda constatación de la autora, hija de una técnica municipal que vio cómo la ciudad-marca se lo comía todo: “En muchas calles de Barcelona la ciudad ya no existe. La globalización se ha hecho real en nuestra ciudad no como red de gobiernos locales autónomos sino en forma de poblaciones flotantes, ricas y pobres, que llegan y se van, movidas por la explotación y por la especulación”. Y de ahí su incómoda pregunta: “¿Qué ha hecho Barcelona durante estos 30 años en los que ha estado predicando y vendiendo el discurso del protagonismo municipal sino hacer de la ciudad un gran pastel para la inversión inmobiliaria y turística?”. Javier Rodríguez Marcos
Ciudad Princesa. Marina Garcés. Galaxia Gutenberg, 2018. Disponible como préstamo digital gratuito en las bibliotecas públicas (eBiblio) y en formato electrónico e impreso en Libelista, Todos tus libros y Amazon.
UN DISCO: Live Through This, de Hole
El icónico y oportunísimo segundo álbum de la banda de la explosivamente imparable Courtney Love se publicó exactamente siete días después de que su brillante y triste marido, Kurt Cobain, se suicidara, y se convirtió en algo así como el cierre no oficial del grunge. No en vano, Cobain languidecía en el segundo plano de algunos de los temas y se rumorearon cosas horribles sobre la posibilidad de que lo hubiera escrito él, porque, claro, ¿cómo podía un disco tan brillante ser obra de una chiflada? La afrenta se repetiría en 1998 cuando se consideró que seguramente su también celebrado Celebrity Skin era cosa de Billy Corgan con quien se rumoreaba que salía por entonces. Precisamente sobre eso que aún ocurría en los 90 iba Live Through This, un lacónico y rabioso canto desesperado a todo aquello que no va bien cuando estás hecha pedazos (Doll Parts) y harta de que no te tomen en serio (Miss World), pero también un statement feminista del tamaño de un transatlántico.
Love escupe contra los que no respetan el consentimiento (Asking For It) y en favor de gritar tan alto como sea posible no (Violet), y pronostica, desde la ironía salvaje, y casi sin querer, el inminente intento de destrucción masiva de su figura (Softer, Softest pero también y sobre todo Credit in the Straight World), en un álbum que es arqueología del noise rock aún no domesticado (She Walks On Me). Un clásico sin en el que no se explicarían fenómenos como el de Bethany Cosentino –la líder de Best Coast le debe mucho a este disco en concreto– de la más popular, y la más atacada, de las riot grrrls de la época, de título perfecto para estos días en los que la vida, como a Love aquel fatídico 1994, se nos hace, cada día, un poco más cuesta arriba. Laura Fernández
Live Through This. Hole. Geffen, 1994. El disco se puede escuchar en Spotify y otras plataformas.
UNA PELÍCULA: Tres colores: Azul, de Krzysztof Kieslowski
En 1993 el polaco Krzysztof Kieslowski empezó a entregar su trilogía de los tres colores, basada en la bandera francesa y en los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, tras haber logrado la admiración de los cinéfilos con su Decálogo y su La doble vida de Verónica (1991). Para Azul, su retrato de la libertad, sumergió a Juliette Binoche, su actriz protagonista, en un drama desgarrador. Julie, el personaje principal, enviuda tras un accidente de coche en el que mueren su marido, un reputado compositor, y su hija. En su huida de ese horror, vende todas sus posesiones y se enclaustra en un pequeño apartamento tras destruir todas las notas de trabajo de su marido, que remataba una pieza clásica que iba a ser interpretada para la celebración de la creación de la UE. Pero poco a poco ese pasado vuelve a ella: en un París muy especial, Julie se enamora del ayudante de su marido y descubre que el fallecido tenía una amante que está embarazada. Kieslowski, que murió dejando una obra artística impresionante, usó el azul en la película como reflejo, en luces y objetos, de la persecución del pasado que sufre Julie.
Es una melancolía destructiva, avasalladora, cruel, en la que Kieslowski esconde, a través de su elegante cuidado formal, toda una alegoría política que no contradice su mensaje principal: la libertad como necesidad personal, como la posibilidad de vivir cada día como uno lo desee. Aún quedan más detalles remarcables en los que fundamentó su obra Kieslowski: además de los guiones, en los que contó con la colaboración de Krzysztof Piesiewicz, la música de Zbigniew Preisner y la fotografía de Slawomir Idziak sirven de poderosos cimientos para una drama que marcó una época del cine de autor entre los espectadores españoles. Gregorio Belinchón
Tres colores: Azul. Krzysztof Kieslowski. 1993. La película está disponible en Filmin y Atres Player.
UNA SERIE: El último show
En los años noventa, el programa No te rías que es peor le convirtió en uno de los personajes más conocidos de España con su boina, sus chistes blancos y su aire entrañable. Pero, ¿qué fue de Marianico el Corto? El impulso de la nostalgia y la autoficción tan de moda en los últimos años ha convertido a El último show en uno de los estrenos más destacados de la ficción nacional en lo que va de 2020. En este drama con toques de comedia surrealista, Miguel Ángel Tirado (así se llama realmente Marianico), a sus 70 años, mata al personaje que le dio fama nacional y se adentra en el terreno dramático demostrando que debajo de la boina se escondía un gran actor.
Tras dirigir episodios de Vis a vis, La casa de papel, El embarcadero y Veneno, el zaragozano Alex Rodrigo es el creador de esta historia emotiva y familiar. La crisis vital por la que navega Tirado en la ficción transcurre en paralelo con la crisis juvenil que atraviesa su nieta adolescente. Tirado, que parece haber cargado con su papel de Marianico con una mezcla de resignación y orgullo, se propone en la ficción dejar atrás el personaje y, ante la noticia de que su vida podría ser más corta de lo que pensaba, trata de explorar nuevas vías artísticas que siempre había soñado. Por eso, tratará de sacar adelante una película surrealista como las de su admirado Luis Buñuel. La inocencia de los protagonistas choca con el patetismo y el absurdo del mundo real en una serie bien ejecutada y más tierna que cómica que merece la pena sobre todo por ver cómo Miguel Ángel Tirado se deshace de Marianico el Corto en un visto y no visto. Natalia Marcos
El último show. Alex Rodrigo. Aragón TV. 2020. Los ocho episodios de la primera temporada están disponibles en HBO España.
UN CÓMIC: Las aventuras del gato empresario, de Tom Fonder
Ya lo saben: si quieren triunfar en internet, inunden los perfiles de sus redes sociales de gatitos. Da igual la raza y edad –aunque funcionan mejor los cachorritos, cierto–, con poner una foto de uno de estos preciosos peluches vivos, se activará automáticamente esa ancestral capacidad de control total sobre el ser humano que han tenido los felinos. Serán cosas remanentes de otros tiempos, de ese sueño del millón de gatos que narraba Neil Gaiman en su Sandman, o de algún tipo de error genético oculto en nuestra evolución, pero lo cierto es que su eficacia está fuera de toda duda: hasta el Rambo más duro y despiadado caerá en las redes de esos ojitos infinitos y bailará sin fuerzas al son de su ronroneo. Pero no es nuevo, oigan, que los comiqueros llevamos más de un siglo sometidos al imperio gatuno. Hagan cuentas, que la lista es larga: de Krazy Kat a Blacksad podemos pasar por Garfield, Doraemon, Fritz, el gato de Fat Freddy, Gaturro, Heathcliff, Omaha, Chi, Félix, Azrael… Para niños o para adultos, manga o underground USA. Todos han caído, hasta autores como Moebius se postraron ante sus ojos y Joann Sfar le ha dedicado una larga serie al gato de un rabino… Incluso Art Spiegelman los convirtió en terribles nazis en su Maus. Eternos protagonistas que también invaden el cómic en internet con Las aventuras del gato empresario, dispuestos a apalancarse en la cumbre de los más altos negocios con sus artimañas y estrategias, consiguiendo el control del mundo económico a golpe de ronroneo y encantadora (sí, hasta eso lo es) vomitada de bola de pelos. Tom Fonder crea una divertidísima serie a medio camino entre Dilbert y El gato de Philippe Geluck. No intenten resistirse. Es tarea imposible. Y tampoco vale la pena… ¡Son tan bonitos! Álvaro Pons
Las aventuras del Gato Empresario. Tom Fonder. Fandogamia. El cómic está disponible en la web de la editorial y en la del autor.
UN VIDEOJUEGO: Super Mario Odyssey
La última gran aventura (por ahora) de Mario Bros no podía faltar en estas líneas. Super Mario Odyssey, que salió al mercado en 2017, tenía el listón muy alto después de las entregas espaciales para Nintendo Wii (Mario Galaxy I y II). Pero nada intimida al fontanero italiano, y Odyssey se convirtió en uno de los grandes juegos para la Switch, la consola de Nintendo, al proponer una vuelta a los orígenes de la serie. En esta entrega, Mario olvida las fluctuaciones gravitacionales y los saltos entre planetas para viajar por el mundo en busca de la princesa Peach, secuestrada (cómo no) por Bowser, y lo hace usando su gorra (o mejor dicho, a Cappy, el espíritu que vive en ella) como mecánica central del juego: al lanzarla contra un enemigo, Mario adquiere sus habilidades, y así podemos verlo transformado en rana, cactus, pez, tortuga, tanque y hasta un tiranosaurio. Un festival lúdico que explica mejor que nadie por qué al medio interactivo se le llama video-juego. Jorge Morla
Super Mario Odyssey. Nintendo, 2017. El juego está disponible para Nintendo Switch.
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