Cómo sobrevivir al indie en la era Instagram
Best Coast publica esta semana su tercer disco, ‘California Nights’. Hablamos con su líder, Bethany Cosentino, sobre lo que implica ser una artista en crecimiento y estar expuesta a todo tipo de opiniones a través de las redes sociales.
A Bethany Cosentino no se le olvidará nunca el concierto que su banda, Best Coast, ofreció en una Universidad de Indiana a finales de 2013. Entre canción y canción, un espectador se hace notar: “¡tocad algo mejor!”, grita. La californiana no se corta y le responde: “¿qué coño quiere decir eso?”. Acto seguido un objeto vuela hacia ella: una hamburguesa con queso. “Me volví loca”, confesó más tarde, “empecé a gritar “¡que te jodan!, ¡vete a tomar por culo de aquí!”. No es la primera vez que alguien interrumpe uno de sus shows (aunque no hay constancia de otros lanzamientos de comida rápida), pero su reacción nos muestra a una front woman que no está dispuesta a dejarse intimidar por nadie. La Cosentino de 2015 es capaz de dedicarle una peineta a sus haters, pero el camino hasta llegar a ese estado de dureza mental no ha sido fácil.
La líder de Best Coast es un claro ejemplo de artista que ha desarrollado toda su carrera bajo el influjo de las redes sociales. A través de su Twitter (138.000 seguidores) y su Instagram (81.000) ha vivido gran parte de su vida adulta con las puertas abiertas a la calle. Así nos hemos enterado de qué come y de qué bebe, de las series que ve, de su relación con Nathan Williams (de la banda Wavves), de su amor por Seinfeld o el rapero Drake, y hasta del día a día de su gato Snacks, que cuenta con un Twitter propio y 11.000 seguidores, cifra nada desdeñable para un felino. Y, claro, una gran exposición acarrea una gran cantidad de feedback. Positivo y negativo.
“Ahora veo el mundo de una manera distinta de cuando tenía 23 años y estaba empezando”, explica en un descanso de la gira con la que está presentado California Nights, el tercer disco de la banda que comparte con el guitarrista Bobb Bruno. “Era muy insegura, no sabía todavía quien era y lo que quería, y la verdad es que apenas sabía lo que estaba haciendo cuando empecé con Best Coast”. Habla de 2010, año en el que Crazy for You convirtió a su banda en una de las sensaciones del rock indie estadounidense y, por extensión, del resto del mundo. Repleto de melodías soleadas inspiradas por los Beach Boys, sus canciones hablaban de amor y verano, pero también sobre pasarse días en su casa fumando hierba y viendo la tele. De repente, era lo más parecido a una it girl -con el pelo raro y un bong siempre a mano, pero it girl al fin y al cabo- de la escena independiente.
“Al principio fue muy difícil ajustarme a esta vida”, recuerda. “Pasé de trabajos temporales y de dejar la universidad a estar en una posición en la que a la vez había gente que se interesaba por lo que hacía y otros que me criticaban. Para mí pasar de la Bethany normal a ser Bethany de Best Coast fue una transición muy brusca. Hubo momentos horribles en los que odiaba lo que estaba pasando, no paraba de preguntarme qué estaba haciendo en este mundo”.
"Todavía me identifican como esa chica fumada con gato"
Cosentino se ha pasado los últimos años intentando endurecer su piel ante la atención pública, a la vez que se alejaba de esa imagen de chica slacker, perezosa y fumada. “La manera en la que la gente te percibe siempre va a ser diferente a la manera en la que te ves a ti mismo”, cuenta. “A veces hago entrevistas y veo que todavía me identifican como esa chica fumada con gato. Siempre he sido muy honesta y abierta acerca de las cosas que me gustan. Me muestro como realmente soy. Creo que la gente también nota eso, y ve que voy cambiando. Luego hay quien evoluciona conmigo, y otros que piensan “era así cuando empezó, así que debe ser igual ahora”. Aunque hayan pasado seis años”.
Los males de Cosentino se agravaron tras la publicación de su segundo disco, The Only Place, en parte motivado por unas críticas que no fueron tan positivas como las que recibió su debut. “Ahora ni siquiera las leo”, aclara, “y se me topo con una mala reseña o lo que sea simplemente me rio. Qué le vas a hacer, todo el mundo tiene derecho a su opinión, y si no coincido con la de alguien no por eso tengo que sentirme hecha polvo y cuestionarme si hago bien lo que hago, si tengo talento o no. No estoy muy segura de cómo he llegado a este punto, pero estoy feliz de estar en una posición en la que estas cosas ya no me importan”.
Gran parte de ‘California Nights’, su nuevo disco, ha sido compuesto bajo el influjo de la noche. El insomnio que sufre su autora –“a veces siento que es una bendición, aunque realmente no lo sea”- ha provocado que sea su disco menos luminoso. “La gente siempre me decía Best Coast es perfecto para escuchar en la playa, en verano”, cuenta, “y eso me parece genial, pero también quería hacer algo que la gente pudiese identificar con cualquier otro sitio y situación”. De lo que no puede desembarazarse es de la identificación con California. “Es el lugar en el que nací y crecí. Es donde mis padres echaron raíces, y donde experimenté todas mis primeras veces. Para mí es a la vez un lugar nostálgico e inspirador, y creo que una de las razones es el clima. El hecho de que casi en cualquier momento del año puedo abrir la ventana y ver el sol, las palmeras, las montañas… Hay algo en ese entorno que encuentro muy inspirador”.
Seis años después de su debut, la líder de Best Coast puede decir que su carrera ha sobrevivido a la exposición continua, aunque no todo es fácil ahora. “A veces siento que soy como el ciego guiando a otros ciegos, porque todavía tengo que pasar por momentos difíciles”, confiesa. “La gente se acerca y me dice “oh, eres mi gran inspiración”, y yo pienso, sí, eso es genial, pero yo todavía no tengo todo en orden. No puedo darle a nadie ningún consejo sobre la vida porque todavía estoy intentando descubrir cosas sobre la mía”.
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