Cinco mujeres intrepretan a sus agresores para vencer el maltrato
El documental 'Cachada' muestra a una compañía compuesta por vendedoras ambulantes de El Salvador que ha terminado de gira por el mundo retratando el ciclo perverso de la violencia de género
Magaly, Magda, Wendy, Ruth y Chileno se ganaban la vida vendiendo en las calles y mercados de San Salvador, la capital de El Salvador. Eran muchas horas de trabajo para un beneficio con el que apenas sostenían a sus familias. Pero un día, cada una con sus propias razones, terminaron inscritas en un taller de teatro que impulsó un cambio en sus vidas.
En vez de participar en estrambóticos ejercicios interpretativos en busca de expresividad, exponían sus vidas ante el resto del grupo, casi todas ellas madres solteras en el umbral de la pobreza. Y en vez de aprender textos de memoria, resucitaban los traumas generados por el virus de la violencia machista, tan extendido en su país. Escribían así su propia obra de teatro. Fue esa particular sesión de ensayos la que permitió a estas mujeres asimilar y gestionar una situación que les estaba generando más conflictos de los que esperaban.
"Entre las mujeres de El Salvador, el dolor se lleva por dentro. Por eso resulta casi milagroso que un grupo de cinco mujeres sin apenas recursos se atrevan a contar en público lo que cuentan sobre el escenario", comenta a través del teléfono Marlén Viñayo (León, 33 años), la directora de Cachada, el documental que registra el curioso viaje desde las calles de su ciudad a los escenarios del mundo.
Viñayo había rodado en 2010 el país centroamericano su proyecto de fin de carrera mientras era estudiante de Comunicación Audiovisual y colaboraba con una ONG del país. Luego regresó a Europa para iniciar una carrera en el campo de la publicidad, pero no duró mucho. En 2013 abandonó su trabajo y se instaló de nuevo en El Salvador. En ese tiempo, las mujeres que había conocido en el mercado de la capital habían cambiado.
La obra Si vos no hubieras nacido fue el resultado de su particular trabajo teatral. Pero Cachada, que adopta el nombre de esta compañía teatral femenina y que puede verse en el servicio de alquiler digital de Filmin, no muestra su éxito artístico sino la energía que se generó entre ellas en esa sala de ensayo. "En este espacio encontraron un lugar seguro, el único en el que podían compartir sus historias y dedicarse durante una hora a pensar solo en ellas. Nadie les juzgaba", recuerda la cineasta.
Los testimonios que recoge el documental a lo largo de año y medio, durante esos ensayos tan próximos a la terapia psicológica, desvelan un patrón común. Casi todas ellas cuentan con normalidad haber sufrido algún tipo de abuso sexual siendo niñas incluso dentro de su propio núcleo familiar. Para mujeres como ellas, la violencia se ha convertido en algo tan común que no merece ser comentado. "En ese momento, me di cuenta que el documental no podía ser sobre un grupo de madres en situación de vulnerabilidad que montan un grupo de teatro para sentirse bien: había asuntos todavía más importantes que tratar. Viven en una sociedad en la que está normalizado que la mujer no sea dueña de su cuerpo o su destino en ningún ámbito posible", apunta la directora.
El ejercicio teatral, que obliga a sus actores a ponerse en el luga del otro, les hizo entender que el ciclo de agresiones en el que vivían no solo las convertía en víctimas, sino también en verdugos de sus propios hijos, contra los que, de forma inconsciente, perpetuaban ese ciclo de violencia.
El teatro, además de catarsis, les ha permitido tener cierta solvencia económica y autofinanciar las funciones que presentan. "Ya no venden en el mercado. Les ha abierto los ojos a una nueva forma de entender la vida y también abre los ojos del espectador.
Tras girar en este tiempo por Guatemala, México, Costa Rica, Estados Unidos, un par de veces por España (Miranda de Ebro, Getxo, el teatro del Barrio de Madrid) y por las prisiones de su propio país, el grupo ha dado el salto al teatro tradicional, interpretando personajes escritos por otros aunque sin perder de vista su mensaje inicial. Ya han adaptado La casa de Bernarda Alba de Lorca.
Lea más temas de blogs y síganos en Flipboard.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.