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Justin Bieber ya tiene bigote

Después de apartarse de la vida pública, la estrella adolescente regresa con 'Changes', su primer disco en cinco años, en el que busca consolidarse en la élite del pop adulto

Justin Bieber, en Londres, el pasado miércoles, en la presentación de su nuevo disco.
Justin Bieber, en Londres, el pasado miércoles, en la presentación de su nuevo disco.
Fernando Navarro

A Justin Bieber ya le ha salido bigote. Es un bigotillo piramidal, a medio camino entre lo moderno y lo vintage, muy de ahora. No llega a ser de lápiz clásico ni inglés ni francés ni mucho menos revolucionario, pero es suficiente bigote como para que sea la sensación entre las beliebers -el enorme ejército de fans del músico- y algo quizá más importante: para que refleje el cambio sustancial que busca la estrella del pop, que frenó en seco su carrera hace tres años por hastío de la fama.

A sus 25 años, Bieber quiere entrar en el mundo adulto. No solo por el bigote, sino también por un regreso discográfico que habla por sí solo. El nuevo álbum, que se publica hoy, se llama Changes. Cambios, no solo estéticos, dejando atrás al niño imberbe, sino también artísticos: su nuevo disco, el primero en cinco años, es un salto cualitativo de Bieber hacia la primera división del pop.

Con su rutilante nuevo mostacho y su rubio teñido en la cabeza, Bieber presentó Changes el pasado miércoles en Londres. En un encuentro ante la prensa europea, las medidas de seguridad obligaban a los asistentes a dejar los móviles requisados en la puerta mientras las beliebers esperaban en los alrededores del Tape London, un club nocturno de clase alta, especializado en rhythm and blues y decorado con estrellas de la fama, al estilo de Hollywood. Por el suelo de sus pasillos se podían leer los nombres de Kendrick Lamar, Kanye West, Beyoncé o Drake, pero no el de Justin Bieber. Tampoco importó cuando este músico, que según el diario The Observer tiene más influencia en redes sociales que Barack Obama o el Dalai Lama, hizo acto de presencia.

Bieber apareció con sudadera y arrastrando los pies al andar, como esas figuras del rap en las que tanto se fija ahora el que antes fuera un ídolo adolescente, un chaval de oro que, apadrinado por el músico Usher, alcanzaba lo alto de las listas con su pop dulzón y sin tener la mayoría de edad. Es el mismo techo que se marca ahora con Changes, solo que, en sus propias palabras, haciendo la música que “verdaderamente” le encanta. R’n’B muy ambiental y anglosajón con tintes de rap. De alguna manera, Bieber sigue dirigiéndose a su público: los niños que le tenían a todas horas en sus televisiones de casa están ahora en las discotecas. Y es el territorio de la noche en el que se mueve Changes con su espíritu bailable.

Para ello, como ya dejaba ver en su anterior e irregular trabajo Purpose, publicado en 2015, y antes de desaparecer durante tres años, se rodea de mucho talento de la rica escena norteamericana. En Changes cuenta con varios productores, entre ellos Josh Gudwin, quien suele trabajar con Dua Lipa, o Poor Bear Boyd, su fiel escudero con quien ya inició este tránsito en singles como Where Are Ü Now, What Do You Mean? o el remix de Despacito. Además, si antes se alió con Diplo o Skrillex, ahora añade las colaboraciones de grandes firmas como Travis Scott, Lil Licky, Kehlani y Quavo, la mitad de Migos, quien le acompaña en Intentions, una de las canciones de adelanto en la que tan solo en un mes ha alcanzado más de 160 millones de reproducciones en YouTube.

“Me siento súper bien”, dijo un sonriente Bieber, que iba pinchando sus canciones en lo alto de la cabina como si fuera un dj. Bailaba, se frotaba las manos, guiñaba ojos, levantaba dedos pulgares en señal de aprobación cuando cruzaba miradas con los asistentes y cantaba sus propias letras. La presentación parecía un karaoke del propio Bieber sobre sí mismo, algo que era más llevadero que cuando se ponía a evangelizar de la importancia de Dios en la vida o del amor. A sus 25 años, Bieber, superada su ruptura con Selena Gomez a la que llegó a maltratar psicológicamente, se ha casado con la modelo Hailey Baldwin. Entre canción y canción, bendijo a todos aquellos que tienen pareja con un discurso que bien pareció salido de uno de sus temas adolescentes más ñoños.

Hoy Bieber, que está subiendo documentales sobre su propia vida en sus redes sociales, parece seguro de sí mismo, después de haber desaparecido del mapa durante tres años. Acabó quemado de su condición de estrella adolescente: protagonizaba espantadas en mitad de actuaciones y entrevistas, como la que hizo en los estudios de Los 40, y en 2017 llegó a cancelar los últimos 14 conciertos de su gira mundial. Incluso reveló su adicción a las drogas desde los 13 años. Iba camino de convertirse en un Macaulay Culkin de la música. Un niño con cara bonita, devorado por el éxito hasta el punto de bajarse del barco o hundirse con él. Sin embargo, ahora apunta con Changes a un salto serio a la élite del R’n’B adulto. Solo falta saber si este Justin Bieber será capaz de convencer al mundo también de que es mucho más que un niño mimado que simplemente se ha dejado bigote.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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