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Columna
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Máscaras

Me sorprende ver a un político que desprende imagen de templanza y capacidad dialogante cuando se le transforma el careto, su gesto tranquilo se torna en retador. Estoy hablando de José Luis Ábalos

Carlos Boyero
José Luis Ábalos, el pasado miércoles en San Sebastián.
José Luis Ábalos, el pasado miércoles en San Sebastián.NAGORE IRAOLA (EUROPA PRESS)
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Sorpresas te da la vida, aseguraba en su agonía el macarra de Pedro Navaja. Yo me llevo una muy grande viendo a un político que desprende imagen de templanza, racionalidad, firmeza y capacidad dialogante cuando se le transforma el careto, su gesto tranquilo se torna en retador, su voz se convierte en desafiante y colérica, con un punto de cowboy macarra. Estoy hablando de José Luis Ábalos, un tipo que sabía vender una imagen digna. Es ácida su airada respuesta al inquisitivo periodista: “¿Quiere usted saber cuándo me he reunido con la oposición venezolana? Pues como una docena de veces. ¿Quiere usted saber de qué hablamos?”. El rey león ha mutado en una boa.

También me fascina la respuesta de Oriol Junqueras al muy razonable interrogante que le hacen en una entrevista de este periódico. A la pregunta: “¿No engañaron ustedes a los catalanes prometiendo una independencia imposible?”, el espíritu franciscano de político tan leído, piadoso y educado responde: “Y una mierda. Y una puta mierda”. Fuera máscaras. Y me cae simpático, me lo creo por primera vez. Puedo entender el ataque de mala hostia, el desdén por los buenos modales, el tono tabernario que utiliza este señor, alguien que lleva un montón de tiempo en el trullo, cuando le meten el dedito en el ojo formulándole una molesta evidencia.

Con el que es imposible que conecte ni poco ni mucho ni nada, quien al verle y escucharle, lo que dice, la forma de expresarlo, su gestualidad, me provoca algo parecido a la grima, es Quim Torra. Recurre al Supremo para no ser inhabilitado. Este no le otorga la razón. Pero él sigue afirmando que es diputado y presidente. O sea, se pasa por los genitales cualquier ley que no sea la suya.

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