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LIBROS | 'UNA VOCACIÓN IMPOSIBLE'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Millás, subiendo la escalera sin luz

Maestro del relato corto, el autor abre la puerta al corazón de sus tinieblas con un libro de relatos que es un resumen extraordinario de su perplejidad

Juan Cruz
Juan José Millás, en un parque de Madrid en 2019.
Juan José Millás, en un parque de Madrid en 2019.CARLOS ROSILLO

Muy pronto en Una vocación imposible, esta enciclopedia general de su lección del relato corto (y del relato largo, por cierto), Juan José Millás abre la puerta al corazón de sus tinieblas, la vida cotidiana. Dice: “La semana es una especie de escalera sin luz”. En ese mismo lado, zona sagrada de su libro, que es también una historia de la vida como si ésta fuera un armario o un insecto, dice: “Vivo solo, aferrado a la tarde de todos mis domingos”. Más aún, en la página adyacente, explica el personaje que es y no es a la vez Juan José Millás y al que él ha logrado encarnar en imaginación y cuerpo: “No me casé, aunque tuve más de una oportunidad (…) para no padecer las tediosas reuniones familiares de los domingos por la tarde”.

Sobrevivió al tedio escribiendo, y ahora ya no se le resiste ningún día de la semana. Pero no consiguió cumplir la hazaña de la noche a la mañana. Este libro, que compila relatos breves y más largas incursiones por su alma en estado de guerra o de debate, es un resumen extraordinario de su perplejidad, desde la que cuenta vidas a las que les da aliento y cuerpo. Estremece y a la vez abriga, como si escribiera con el punzón clínico que le descubrió su padre para abrir y cauterizar a la vez las heridas del cuerpo, que en el caso de Millás es el alma propiamente dicha.

Los subrayados (cajones, armarios, calcetines, las camas, el maletero, los animales domésticos, los días, los huecos, las catástrofes) a los que el autor de El desorden de tu nombre somete al lector constituyen la base física de su literatura. No hay un hecho o un relato que no tenga su símbolo preciso, tangible. Nada ocurre que no se toque con la mano. Incluida la física del aburrimiento.

Esa visita a la escalera sin luz es también un modo suyo de acudir a una memoria que tiene su punto de partida en su propio nacimiento, el suyo y el de su escritura. Millás nació en Valencia, en 1946, cuando en España la telaraña era parte de los armarios y la más aburrida de las calles era la calle Mayor que retrató Bardem para explicar qué pasaba los domingos por la tarde en las ciudades y en los pueblos tristes.

De ese escritor nacido entonces se podía esperar la dulzura triste de los existencialismos, a los que estaba convocado por la España ahogada de Visión del ahogado, o de lo que le otorgó la lectura de Kafka, su hermano mayor más parecido a la luz de las escaleras. De esos dos ropajes se fue desquitando poco a poco, como un niño buscando otros nacimientos, y desde hace tiempo (quizá desde Tonto, muerto, bastardo e invisible) ya es Juan José Millás, un escritor con todos sus propios atributos, metafóricos o estilísticos.

Entre esos atributos está ese humor de Buster Keaton que le permite transitar por los asuntos más arriscados, desde el amor, el desamor y la muerte a la vejez y a la desaparición, sin que, al narrarlos como dramas u ocurrencias, se le mueva otro músculo que el que más domina: la escritura. Ese músculo de la escritura es una bendición que lo asiste, y narrar es un don natural que le viene de haber advertido que después de la escalera, aunque todo esté a oscuras, siempre viene otra luz: la que enciende su imaginación.

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Autor: Juan José Millás.


Editorial: Seix Barral, 2019.


Formato: Tapa blanda y versión e-book (728 páginas).


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