Emilio Lledó: “Patria es una palabra hermosa, a veces en manos de cerebros corruptos”
El filósofo cumple dentro de un mes 93 años. Lo hará comprando el pan y el periódico cerca del Retiro, donde camina para hablar con las personas, los árboles y los pájaros
Emilio Lledó cumple dentro de un mes 93 años. Lo hará comprando el pan y el periódico cerca del Retiro, en Madrid, por donde camina para hablar con las personas, los árboles y los pájaros. Nació en Sevilla, donde el último jueves se le dedicó el homenaje al escritor andaluz del año. Él no pudo estar, y le hubiera encantado porque allí, y sobre todo en Salteras, vivió su infancia prolongada en el Madrid de la guerra. Su maestro don Francisco le enseñó en Vicálvaro a ir adentro en los libros, pidiéndole a él y a sus condiscípulos adolescentes que escribieran sugerencias de la lectura. Con ese título, Sugerencias de la lectura, el Centro Andaluz de las Letras ha publicado un libro sobre la vida del filósofo, preparado por su discípulo Cipriano Játiva, y una antología (En torno al “bienser”) organizada por la escritora Emma Rodríguez. Al tiempo, Taurus publica Fidelidad a Grecia, un conjunto de ensayos en los que el veterano maestro expone sus ideas radicales acerca de la educación, el pensamiento, el arte y la política. Ahí es donde desliza conceptos como los que llevan a adjetivar la exhibición de patriotismo como “patriotismo de trapo”. Su convicción de que ahora ese amor a la patria es de quita y pon le hace decir, en esta entrevista que hicimos por teléfono: “Patria es una hermosa palabra, pero a veces está en manos de cerebros corruptos”.
Pregunta. Imagine que el mundo actual es un libro. ¿Qué sugerencias le produce su lectura?
Respuesta. Lo he pasado estos días de pandemia paseando por el Retiro, viendo la belleza de los árboles, comiendo una naranja, mirando una manzana o viendo la perfección de un racimo de uvas. En esas circunstancias me doy cuenta de la maravilla de la naturaleza. Viendo el mundo hoy, el que deshacemos los humanos, me asombro de estos sabores… ¡Fíjate, en plena pared han salido unas margaritas entre la rendija de los ladrillos! Y en medio de esa fuerza natural se produce esta degeneración humana en medio de gente estupenda. La incultura, la violencia, las guerras, la mentira… Me sorprende ese contraste con la maravilla que alimenta la vida. ¡Que aún la gente pueda asesinar! ¡Que persistan la miseria, la injusticia! Para resolverlo estaría la política, que es la más arquitectónica de las ciencias. Pero es imposible si la política está en manos de imbéciles, de pervertidos mentales… Todos tenemos defectos, pero como no tenemos poder no podemos corromper a nadie, pero el político con poder que hace estupideces acaba estupidizando su propio cerebro.
P. Platón y Aristóteles son sus maestros, a los que rinde gratitud en Fidelidad a Grecia. Grecia está en la actualidad. ¿Cómo se siente ante el sufrimiento que viven allí los que huyen de la miseria para refugiarse sin éxito en esa parte de Europa?
R. En el confinamiento he estado leyendo La odisea… Es la belleza de esa lengua, su riqueza y su sensibilidad; una lengua que mira al mundo, lo descubre y lo dice, es el primer momento de eso que se llama la cultura occidental. Es sorprendente que esa lengua, esos ojos que se convertían al mirar en lenguaje, fuera tan poderoso como para emocionarte aún hoy… ¡Y después de 27.000 o 28.000 años vemos que Lesbos es hoy la cuna donde se asienta la tragedia de nuestro mundo, de esos emigrantes! Hay noticias sobre el drama, pero no se explica ni se intenta curar de verdad la terrible enfermedad que la provoca… Hice una vez una estadística: el 80% o 90% de lo que se escribe es sobre el dolor y la miseria, y únicamente el 7% u 8% se refiere al origen del horror. ¡No se explica, incluso se oculta! No es porque el hombre sea un lobo para el hombre, ¡eso no existe, es una estupidez, pues el principio del amor es mucho más poderoso que el principio del odio! Podríamos crear el concepto de hombre lobo…, ¡que nos perdonen los lobos, que seguramente son más generosos que nosotros!
P. En Fidelidad a Grecia desarrolla el concepto persona derivado de la palabra máscara. Hoy estamos obligados a la máscara. Coincidimos con la antigüedad en lo que ahora es parte de la cara…
R. Persona era una palabra que tenía que ver con prósopon, la máscara que se ponían los actores de la comedia y la tragedia… Esos actores tenían un prósopon, un rostro, una máscara que ya expresaba de alguna manera alguno de los rasgos identificativos del personaje que encarnaban. Eso se llamó persona, que era al tiempo una máscara. Pero a veces esa máscara se nos va cuajando la cara y se convierte en nuestro verdadero rostro, en nuestro verdadero ser o personalidad. Y ahora estamos un poco enmascaradillos solo que no para hablar sino por esta realidad de la pandemia.
P. Usted instaba a sus alumnos a asombrarse. ¿Qué le asombra a usted mismo hoy?
R. Me asombran estas terribles contradicciones, estas informaciones; estamos en un mundo con unas facilidades enormes de información a través de los medios; pero a pesar de esas posibilidades maravillosas estamos más silenciosos que nunca. Ese exceso de información puede deformarnos si no es real, si no es objetiva, si no está dada por unos ojos claros que transmitan posibilidad. El mundo es posibilidad, no realidad, y a veces en la educación te dan el mundo ya realizado, con los conceptitos ya cuajados.
P. Su amigo Miguel Delibes les decía a sus nietos que Internet es el infierno. Usted previene sobre la subversión negativa que hace Internet con respecto a la cultura tal como usted la concibe…
R. La cultura es una creación maravillosa. Con la cultura dialogas y te enriqueces, y eso también es producto de los seres humanos. ¿Por qué no vamos por esos caminos en el siglo XXI donde existen, en un porcentaje monstruoso, la violencia y la muerte? Es una lucha entre la belleza y la estupidez y la ceguera, la luz y la oscuridad. No sé si Internet es un componente esencial para que la vida siga, creo que no: el componente esencial es la lucha por la igualdad y el abandono del egoísmo y de la codicia. ¡Si no necesitamos tanto para vivir! ¡Necesitamos un mundo como posibilidad en el que te puedas realizar! Por eso es tan importante la educación, que te presenta el mundo como posibilidad, si no te han entorpecido desde el principio con una escuela estúpida.
P. Dice usted: “La ignorancia es el castigo supremo de los hombres y su reino es el de la oscuridad”…
R. Sí, la ignorancia es terrible… No se trata de saber; he encontrado sabiduría verdadera en campesinos andaluces y conozco gente muy estudiada y titulada que son auténticos ignorantes porque no tienen libertad de pensar y crear sino ideas que les impiden mirar, que no les dan luz. Lo decían Giner de los Ríos y antes lo dijeron los sabios griegos: la mentira que hay en la mente de muchos políticos acaba (y este es mi neologismo) mentirizando su propio cerebro, que ya es en sí mismo una mentira. El político que transmite engaños a fuerza de engañar su propio cerebro se convierte a sí mismo en un engaño.
P. Usted instaba también en las aulas a mantener el entusiasmo… ¿Qué razón habría hoy para seguir entusiasmados?
R. La esperanza. A pesar de todo hay que ser optimista, esperar algo positivo, creativo, verdadero. Esperanza es una hermosa palabra de la lengua.
P. Es la forma humana de la eternidad, dice usted…
R. Mantengámonos todo lo posible en la línea de lo eterno, en lo que todavía tiene que cumplirse, porque lo eterno no es lo que dura sino siempre lo que da esperanza.
P. En sus textos habla con frecuencia sobre el patriotismo. “Patriotismo de trapo”, dice.
R. Sí, es lo que hay, patriotismo de trapo, envuelto en la aparente utopía, que a pesar de todo es el único contenido de la palabra patriotismo. Ahora vuelve a reverdecer porque en España hay partidos que consideran que la bandera es lo único que puede identificar el afecto a un país. Se entrapea en un trapo, en una bandera. Patria es una palabra hermosa, pero hay momentos en que no es una patria de luz sino de prejuicios, dicha por cerebros corruptos. La patria es algo más profundo, se fundamenta en el saber, en la cultura o en la solidaridad.
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