La parte femenina del cantante que se forjó en la Escolanía del Valle de los Caídos
El versátil cantautor Víctor Herrero presenta su disco 'Hermana', dedicado a una ausencia que nunca ha existido
El Valle de los Caídos fue el primer escenario que conoció Víctor Herrero. Su canto gregoriano resonaba bajo la orden de los monjes benedictinos que allí lo instruyeron en la infancia. “Era una formación casi militar”, recuerda. Este toledano, que ahora tiene 39 años, quiso revelarse contra tanta imposición en plena adolescencia. Comenzó a escuchar a Jimi Hendrix y se unió a un grupo de rock psicodélico, pero era demasiado tarde. La liturgia de las voces y las lecciones de guitarra del conservatorio habían echado raíces en él. Así que, pegado a su instrumento, este nómada ha recorrido múltiples paisajes que le han servido para construir su espacio de cantautor sereno. En medio de una pandemia, ha lanzado disco, Hermana, en el que canta a una ausencia que nunca ha existido, pero sí sentido.
En la Escolanía de la Abadía benedictina del Valle de los Caídos, además de canto gregoriano, estudió música clásica. A los 15 años, cuando tuvo que optar por ser monje o irse, volvió a su pueblo, Torrijos (Toledo, unos 13.000 habitantes en la actualidad). “La formación que tuve de pequeño fue todo para mí porque marcó mi relación con la música y cómo me he desarrollado”, reflexiona.
En la Escolanía de la Abadía benedictina del Valle de los Caídos, además de canto gregoriano, estudió música clásica. A los 15 años, cuando tuvo que optar por ser monje o irse, volvió a su pueblo
Aunque hay mucho de clásico en su estilo, Herrero suena a folk, a canción de autor, a fado, a Latinoamérica. Ni el salto generacional ni geográfico le impiden emparentarse con Violeta Parra. Tampoco con Amancio Prada. Ha girado con el italiano Vinicio Capossela y ha sido dúo con la estadounidense Josephine Foster. Ha interpretado a Lorca y los campos de Granada y publicado discos cuyos títulos cuentan mucho de su carácter: Anacoreta, Tiempo para la cosecha (con Ismael Marco), o el anterior, en 2017, Astrolabio.
Por encima de su voz está la guitarra, con la que habla mucho más que con sus palabras, pues la considera su mayor influencia. “Tocar música para mí es más bien escuchar el instrumento, si escuchamos la guitarra, escuchamos su historia. Ella encierra todas esas influencias y las geografías que ha tenido”, explica. Así que algunas canciones no precisan letra y otras tan solo de algunos toques de costumbrismo lírico. “Mi música está muy pegada a mi propia vida, así que canto cosas cotidianas, pero va a demanda de la guitarra”, añade.
Se considera “un artesano” y no un artista. Dice que si hay una revolución hoy en día es la de lo hecho a mano. Frente al consumo rápido e insostenible, él apuesta por música de digestión lenta, compuesta como antaño, pero no para el pasado. “Hay mucho por indagar en la música española, a nivel estético no creo estar atrás, sino que voy hacia delante abriendo canales”, explica.
Hermana es una continuación de su carrera en solitario, a veces interrumpida para participar en otros proyectos. Nace de la necesidad de hablar de la hermana que nunca tuvo, pero que siempre ha estado presente. “Y aunque nos hayamos, ni siquiera nunca visto, yo te siento como hermana, en el mismo organismo”, canta en el tema que lleva el mismo título. Herrero explica esta necesidad: “Somos dos hermanos y mi padre siempre quiso tener una hija, así que yo la he sentido siempre e incluso la he encontrado en otras personas, formas y en mí mismo”.
-¿De qué manera?
-En una hermandad con otros y conmigo, con mi parte femenina. También el mundo necesita una hermana.
Y sigue la canción: “Si alguna vez te encuentro, en algún que otro lugar, por favor dime tu nombre, no lo vaya a olvidar”.
Babelia
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