Vida y drama en el confinamiento
El Festival de Otoño de Madrid selecciona 10 montajes escritos durante el encierro para su cita de noviembre. María San Miguel y Carolina Yuste firman dos de ellos
La pandemia y el estado de alarma han sido interpretados y procesados por un buen número de creadores desde el arte y la poesía. Para canalizar esa energía creativa de dramaturgos y compañías el pasado mes de marzo se abrió la convocatoria #Confin, promovida por el nuevo director del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, el dramaturgo Alberto Conejero. En total se presentaron 553 montajes y 10 han quedado elegidos por el festival que ha destinado 50.000 euros de su presupuesto a esta iniciativa. Las piezas de #Confin conformarán una sección propia dentro del certamen. Está previsto que el festival se celebre a finales del próximo mes de noviembre, si el coronavirus lo permite. “Quiero ser optimista. Voy a pelear para que se celebre. Estas nuevas piezas escénicas creadas durante el confinamiento pueden desembocar en espectáculos en vivo, pero si no es posible haremos que vivan en el espacio virtual”, asegura Alberto Conejero, que pasó el encierro en un pequeño pueblo en Cataluña.
Los trabajos que han resultado elegidos presentan miradas muy heterogéneas ante lo que ha ocurrido. Hay teatro documento y autoficción, pero también montajes más místicos o espirituales y otros en los que se plantea una indagación del cuerpo como elemento clave en el largo encierro. Entre los montajes seleccionados está I’m A Survivor (Soy un superviviente), título del trabajo que presentó María San Miguel, autora y creadora de la trilogía teatral sobre ETA (Proyecto 43-2, La mirada del otro y Viaje al fin de la noche). Al superviviente del título le conocía bien la dramaturga vallisoletana. Era su padre, Bernardo San Miguel, secretario de Ayuntamiento prejubilado. Bernardo tenía 65 años, llevaba mucho tiempo afectado por diferentes tipos de cáncer (el primero le fue diagnosticado en 2004) y se contagió de coronavirus.
A sus 34 años, María San Miguel puso freno a su vida para volver a su pueblo natal y cuidar de sus padres. Esta primavera, tras 15 días aislado en el hospital de Medina del Campo (Valladolid), localidad en la que residía, y otra semana más ingresado, por fin Bernardo llegó a su casa, con 20 kilos menos, sin masa muscular y con serias dificultades para caminar. Tras una esperanzadora recuperación, falleció, y a pesar de este duro golpe, la dramaturga ha decidido seguir adelante con el proyecto, aunque, lógicamente, con algún cambio ya que cuando presentó el proyecto no era ese el desenlace. “Todo lo personal es político y desde ahí quiero contar la historia de mi padre dentro de la burbuja del confinamiento, con todo el dolor y el sufrimiento que hemos ido acumulando como familia, pero desde un lugar de entereza, dignidad y humor. Reflexiono mucho sobre la contradicción tan fuerte de donde está el límite de la intimidad como documento artístico. No quiero hacer pornografía de la intimidad”, asegura San Miguel.
Hasta pocos días antes del fallecimiento de su padre, la dramaturga fantaseaba con la posibilidad de que él, con un cuerpo de Quijote deformado por operaciones y enfermedades, pudiera estar en escena con ella, interpretando esa obra que ha escrito. En su lugar, San Miguel estará acompañada por su madre, María José Santos. “Me gustaría mostrar de manera poética el poder del cuerpo como maquinaria perfecta que resiste y resiste”, añade la directora y actriz. Santos también explica que en su pieza tendrá muy presente la labor de las mujeres que están volcadas en cuidados como médicas, enfermeras, auxiliares, personal de limpieza y cocineras. “Quiero hacer visibles a estas mujeres invisibles”.
Encerrados en un cuerpo
Por su parte, los actores Carolina Yuste y Enrique Cervantes quisieron hacer una obra centrada en algo que tuviera que ver con su propia vida y compartirlo con el espectador. Optaron, en concreto, por abordar los trastornos alimenticios que sufrieron en el pasado.Así en Hamsia, Carolina Yuste (Badajoz, 29 años), ganadora del Goya a la mejor actriz de reparto por Carmen y Lola (2018) —y muy elogiada también por su trabajo este año en el montaje de Andrés Lima, Prostitución— y Enrique Cervantes indagan en el propio cuerpo en el que todos estamos encerrados. “Hemos querido reflexionar sobre lo que hay detrás de la comida y el hambre, algo que tienes siempre presente”, apuntaba Yuste por teléfono. “Los trastornos alimenticios son una adicción muy compleja que puede ser tan cruel como el alcohol o las drogas y que tiene que ver mucho con la realidad social que te rodea. Más allá de la superficialidad de que te veas o no gorda, subyacen heridas y miedos no superados”, asegura. Con Cervantes ha escrito una especie de diario sobre lo que acontece en su cuerpo estos largos días de confinamiento. “Ser adicto a la heroína parece que es más glamuroso que padecer de bulimia o de anorexia. Es un tema que sigue siendo tabú y que desgraciadamente se trata poco y menos en el mundo del arte”, añade Yuste. “A través de una instalación o una confesión de los dos frente al público, nuestra intención es hacer sentir lo que pasa cuando el hambre se mezcla con la ansiedad y te lleva a comportamientos muy extremos”. De esta manera, y otras muchas, el teatro levantará de nuevo su telón a la más desgarradora de las realidades.
Las obras elegidas
De los 553 proyectos presentados, el Festival de Otoño ha elegido las siguientes obras para la iniciativa #Confín que se estrenarán dentro de una sección especial:
'Hamsia'. Carolina Yuste y Enrique Cervantes.
'Limbo'. Colectivo Fango.
'El hermoso misterio que nos une'. Jesús Rubio.
'Te aviso si el mundo cambia'. Carmen Werner.
'ETC'. Tania Arias y Celeste.
'CONFÍN'. Javier Ballesteros.
'Los planes de Dios'. José Andrés López.
'Engrandecer la Nada'. Irene Doher y Jesús Barranco.
'Noli me (con) tangere'. Claudia Faci y Marta Azparren.
'I am a survivor'. María San Miguel.
Cuidar la profesión
Alberto Conejero se estrena como director del Festival de Otoño en un momento francamente delicado. Todo lo que ha avanzado hasta el momento en el estudio de la programación está en proceso de cambios, especialmente aquellos montajes y trabajos internacionales. “No renuncio a la programación internacional, aunque sabemos que la situación es muy complicada”, asegura Conejero, quien, ante el “momento crítico” que atraviesa la profesión a causa de la pandemia, la gestión del festival se volcará especialmente en los creadores de nuestro país y los espectáculos cancelados de los que algunos se programarán durante el certamen. “Hay que diversificar el presupuesto para que llegue a más gente. Hay que colectivizar el dinero público y desde ahí estimular la producción. Ya llegará el momento de los grandes espectáculos”. De estas reflexiones surgió la iniciativa #Confín, una oportunidad, que en palabras de Conejero, busca “abrir posibilidades ante un futuro incierto”. “El arte tiene que estar siempre vigilante para recordarnos nuestra fragilidad. Estamos ante una oportunidad de pensarnos y de estar alerta ante posibles respuestas totalitarias”.
Babelia
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