¡Animalitos!
Proliferan los libros que ponen en valor la naturaleza, siguiendo la ruta que marcaron Thoreau y los trascendentalistas del XIX
1. Tendencia
La moda editorial de la nature writing no se entiende bien si no se vincula a la cada vez más compartida impresión de que la naturaleza, tal como la conocíamos hasta hace poco, se nos está perdiendo de vista para siempre. Es una tendencia lógica porque los libros se hacen eco del Zeitgeist; y, así como cuando sonaron las campanas de duelo por el pretendido fin de la galaxia Gutenberg comenzaron a proliferar los libros y las películas (La librería, de Coixet, es un ejemplo) que manifiestan un fuerte sentimiento de nostalgia preventiva por el libro analógico, desde hace tiempo lo hacen los que ponen en valor la naturaleza, siguiendo la ruta que marcaron Thoreau y los trascendentalistas del XIX.
Hay catálogos editoriales, como la de la aún joven Errata Naturae, que parecen haber encontrado un concurrido nicho en ese tipo de literatura. Pero el marbete nature writing resulta ya demasiado general para designar la complejidad de lo que pretende cobijar, incluyendo esa naturaleza subterránea que, siguiendo con la taxonomía inglesa, podríamos bautizar subsoil writing, literatura del subsuelo: ahí tienen, sin ir más lejos, el pionero En un metro de bosque (Turner, 2014), de David George Haskell, o el muy reciente El subsuelo (Seix Barral), de David W. Wolfe, una lectura rigurosa sobre el “paisaje” y las formas de vida que constituyen “la última tierra por descubrir dentro de la Tierra”, como dice Mónica Fernández-Aceytuno en su prólogo.
Pero, sin duda, en los últimos meses la rama más prolífica del nature writing es la que podríamos denominar animal writing. Entre los numerosos libros sobre el reino animal que se han publicado, permítanme que señale solo tres que, por diversas razones, me han interesado: Cuervo. Naturaleza, historia y simbolismo (Siruela), de Boria Sax, es un ameno y breve ensayo acerca de la presencia y simbología de los córvidos en la cultura, desde el Poema de Gilgamesh o la historia de Noé (Génesis 8, 6) hasta la película “maldita” de Alex Proyas (1994); Aullando en los bosques. En busca del lobo gris (Lumen), de Reidar Müller, es el relato autobiográfico de un naturalista noruego que se sumerge en la profundidad del bosque y experimenta una especie de fascinación —casi llega a la licantropía— por los lobos, con los que se identifica aullando sin cesar; por último, si me pidieran que les recomendase el libro sobre animales que más me ha impresionado, elegiría El mosquito (Ediciones B), de Timothy C. Winegard, un entretenidísimo y muy documentado ensayo acerca de ese insecto nematócero cuyo zumbido comenzó hace 190 millones de años y que todavía se escuchará (¿quién?) cuando la humanidad haya desaparecido. Winegard construye gran parte de su libro como un relato épico acerca del modo en que los seres humanos hemos luchado contra ese insaciable depredador que ha causado más muertes que todas las guerras juntas. Un estupendo libro para leer incluso en el campo y cerca de una charca, con tal de que se disponga, como en Mogambo, de una cama provista de mosquitero.
2. Brexit
La mala noticia es que pocos países europeos han sufrido en la última década una crisis de identidad más profunda que el Reino Unido. La buena, si es que puede llamarse así, es que ninguna literatura europea ha sabido reflejar esa crisis con tanta prolijidad y empeño como la novela inglesa de los últimos años. No puedo enumerar todos los títulos que la han tratado, bien directamente o como omnipresente telón de fondo: de hecho, los críticos ingleses suelen caracterizar ese auténtico subgénero narrativo como state-of-the-nation novel, haciendo referencia a la práctica parlamentaria de examinar y debatir sobre la totalidad de asuntos que conforman la situación del país en un momento dado.
La torrencial Capital (2013, Anagrama), de John Lanchester, que reflejaba el impacto de la crisis de 2008 en Londres, me parece un ejemplo estupendo de la tendencia. Pero seguramente nadie ha sabido tomar el pulso de la nación durante los últimos años (desde el Gobierno de coalición de 2010 hasta la victoria del Brexit en el tremendo referéndum convocado por el Gobierno de millonarios de Cameron) como Jonathan Coe en su última y estupenda El corazón de Inglaterra (Anagrama), un extenso relato coral en el que, a través de una veintena de personajes muy bien definidos, el lector va reconstruyendo la peripecia y la progresiva división de un país que, todavía nostálgico de pasadas glorias, parece navegar como un barco a la deriva. El corazón de Inglaterra, que puede leerse independientemente con todo provecho, constituye la última parte de una especie de Gesamtkunstwerk —obra de arte total en el sentido que dio Wagner al término— consagrada a la Inglaterra de finales del siglo XX y principios del XXI, y cuyas dos primeras entregas —también publicadas por Anagrama— son El club de los canallas (2001) y El círculo cerrado (2004).
3. Dobleces
Releo El doble, una novela primeriza (1846) y muy imperfecta de Dostoievski, y pienso en el enorme juego que ha dado el motivo del doppelgänger en la literatura. El personaje que se desdobla —desde Narciso a Jekyll y Hyde o Dorian Grey— ha sido objeto de estudio de muchos psicoanalistas: Otto Rank publicó, ya en 1914, un estupendo trabajo sobre el mismo. Ese desdoblamiento lo encuentro, también, en la señora Pastor, una de las estrellas de una de las televisiones de Planeta, un grupo multimedia que se cubre las espaldas financieras poniendo una vela a Dios (La razón, por ejemplo) y otra al diablo (La Sexta). Si yo fuera el CEO Crehueras le sugeriría que disimulara un poco: la habitualmente acuciante entrevistadora, que a menudo da la impresión de atosigar a los políticos con los que no simpatiza, parecía levitar cuando la otra noche, mientras el Passeig de Gràcia ardía, entrevistaba a Daniel Fernández, un antiguo y verboso líder de la CUP.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.