Sigmar Polke, ‘anartista’
Una exposición reúne fotografías inéditas del inconformista artista alemán
Su estilo consistía en no tener ninguno. De ahí que su promiscuidad estilística, unida a su anárquica y provocadora creatividad, a su imaginación alucinógena y a su irónico sentido del humor, hicieran de Sigmar Polke (1941- 2010) uno de los artistas experimentales más influyentes de los últimos tiempos, así como uno de los más cotizados. Utilizó materiales nunca hasta entonces usados aplicados a distintos soportes, dando un nuevo significado al arte y a la realidad. Una exposición reúne 300 fotografías en blanco y negro encontradas en el archivo de su hijo Georg, donde el ilimitado universo, tan irreverente como exultante, queda manifiesto.
Agrupadas bajo el título Les Infamies photographiques de Sigmar Polke, las obras pueden verse en el centro Le Bal de París hasta el 22 de diciembre. Realizadas entre los años 1970 y 1986, y sin título, son imágenes que pueden considerarse como un diario. En él, sin jerarquía alguna, se agrupan las fotos familiares y los autorretratos con fotografías de viaje, así como con documentos destinados a ser trabajados visualmente, igualmente con experimentos químicos y gráficos, y con imágenes tomadas bajo los efectos de las drogas. “No hay un intento de clasificación en la exposición, sino que trata de poner en juego un flujo de imágenes”, explica el historiador del arte Bernard Marcadé, comisario de la muestra junto con Frits Emslander, Georg Polke, y Diane Dufour. “De hecho, toda la obra de Polke se sitúa bajo el signo de la inestabilidad, la transmutación y la metamorfosis”.
“Yo diría que, en la línea de Duchamp, Polke es un anartista”, señala el comisario. “Su concepción del arte y el mundo es fundamentalmente libertaria. Se deleita pícaramente desafiando las categorías, los géneros y las reglas. O más exactamente se sitúa “más allá” de estas reglas. Yo lo ubico dentro de la tradición de un Friedrich Nietzsche, situando su arte más allá del buen gusto y el mal gusto, de lo sucio y lo limpio, de lo noble y lo innoble... Más allá de la abstracción y la figuración... Y así también más allá de la oposición entre la pintura y la fotografía”.
Practicó la fotografía desde el comienzo de su trayectoria artística, en la década de 1960. Formado en la Kunstakademie de Düsseldorf, fundaría con Gerhard Richter y Konrad Luegen el movimiento realismo capitalista (un contrapunto al pop americano, que haría uso del lenguaje de la publicidad como herramienta para arremeter contra la sociedad de consumo, al tiempo que aludía irónicamente al realismo socialista del bloque soviético). “Al igual que Richter, es un pintor que conscientemente pinta a partir de la fotografía”, destaca Marcadé. “Pero a diferencia de la fotografía alemana enseñada en la academia por Bernd y HIlla Becher (Thomas Ruff, Andreas Gursky y Thomas Struth son alumnos de los Becher), la fotografía de Polke es esencialmente experimental”.
Polke haría uso de la fotografía, tanto de forma documental para realizar sus pinturas, como también de manera independiente. “El proceso mismo de la fotografía (captura de la imagen, revelado, e impresión) es para él mismo adyacente a las operaciones pictóricas que lleva acabo.La fotografía desempeña en su obra una parte esencial. Uno no puede entender su pintura sin el uso que hace de la fotografía. Y es difícil entender su fotografía sin referirse a su pintura “, explica el comisario. De esta forma, “la pintura de Polke está contaminada por la fotografía, y la fotografía está “envenenada” por la pintura. Todo su arte se encuentra en este vaivén, que engloba conceptos formales y esencialistas del arte”.
Haciendo uso intencionado de las dobles exposiciones de negativos, así como de la sobre o subexposición, su furia transgresora le predisponía a aniquilar cualquier tipo de norma impuesta por la ortodoxia. Revelaba las fotografías él mismo, haciendo uso de papel y componentes químicos caducados. Los tiempos de revelado variaban a capricho. Su acercamiento a la fotografía fue desde el principio el de un artesano aficionado libre de constricciones. “Valoro a muchos fotógrafos aficionados más que al mejor Cezanne “, diría el artista alemán. “Decir esto es reconocer la dimensión fundamentalmente libre y despejada de toda ideología artística”, apunta Marcadé. “Su rechazo a Cezanne es una postura que comparte con Francis Picabia. Picabia fue una verdadera influencia para él, especialmente sus transparencias, donde se invierten los motivos y las figuras. Al igual que Picabia, prescinde de un enfoque formalista y ambos mantienen posturas provocativas e intempestivas”.
Goya fue otro de sus referentes. “Sin duda Polke hace suyo ‘el sueño de la razón produce monstruos’. Comparten el mismo sentido del capricho (fantasía) y de la fantasmagoría (que es, estrictamente hablando, el arte de hacer aparecer fantasmas) “, señala el comisario. Sentía fascinación por El tiempo -una obra también conocida como Las viejas, que muestra a dos ancianas, una sujetando un espejo en cuyo reverso está escrito ‘¿Qué tal?’, mientras Saturno las observa desde atrás, preparado para poner fin a toda vanidad humana-. Polke accedería a una radiografía del óleo, que desvelaba que el fondo de la pintura de Goya ocultaba el rastro de un arrepentimiento del pintor o tal vez de de otro artista. Una escena diferente, quizás una batalla o una escena religiosa, que aportaba información sobre la forma en que el aragonés concebía sus propias obras. Interesado por el proceso de superposición de capas, el artista alemán realizaría una serie inspirada en Goya. “Es un claro ejemplo de su método: expone las partes ocultas de una obra maestra haciendo uso de uno de los medios de reproducción más humildes y pobres: la fotocopia”, señala el comisario.
“¿Qué significa la vulgaridad?”, se preguntaba Polke. “Qué es la vulgaridad comparada a otras dolencias?”. “La vulgaridad no es un problema para el artista alemán, cuyo arte se alejada de toda forma de urbanidad y de convencionalismos. La vulgaridad, etimológicamente, se refiere al pueblo, a lo popular. Polke no establece ninguna distinción jerárquica entre lo que dentro de su arte es trivial y lo que es "gran arte", explica Marcadé.
En su intento de indagar en la definición de las convenciones y de la realidad, hizo uso de las drogas. “Platón criticó la pintura como un "pharmakon" (literalmente, una cura y un veneno)”, apunta el historiador. “Se puede decir que Polke siguió esta crítica al pie de la letra, utilizando materiales tóxicos y corrosivos para pintar, pero también experimentando personalmente con drogas como el hachís, el LSD y especialmente los hongos alucinógenos. Estas experiencias refuerzan la dimensión alucinante y fantasmagórica de sus imágenes”.
Así, el universo de Polke gira entorno “al placer de captar cualquier cosa que pase, y estar al acecho de lo que ocurre dentro de un proceso de eventos. Querer que ocurran accidentes, es simplemente reconocer que la ‘verdad’ no se encuentra en las profundidades de lo que está oculto, sino en el torpe amago, en las señales e imprevistos de lo que puede observarse”, destaca el comisario.
Les Infamies photographiques de Sigmar Polke. Le Bal, París. Hasta el 22 de diciembre.
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