León Benavente, el rugido de la insatisfacción
El grupo ofrece en su tercer disco, ‘Vamos a volvernos locos’, una radiografía social de la España actual
Cantan en Cuatro monos que “no son leones, pero saben rugir”. Basta la imagen de cuatro macacos rugiendo para comprender que los miembros de León Benavente son lo suficientemente listos como para reírse de sí mismos sin dejar de retratar lo absurdo de esta selva de nuestros días. En ellos, la ironía es como el aliento del grito. “No sé si es bueno, pero me sale de forma natural”, dice Abraham Boba, cantante y compositor del grupo, en referencia a la canción que abre su nuevo álbum, Vamos a volvernos locos, que se publica este viernes. “En el siguiente disco intentaré evitarlo”, añade... irónico.
Los cuatro monos son en realidad cuatro leones: el propio Boba, el bajista Eduardo Baos, el guitarrista Luis Rodríguez y el baterista César Verdú. Cuatro fieras musicales que esperan a esta entrevista tomando algo en una cafetería enfrente de la oficina de Warner, la multinacional por la que ficharon en 2016. Vamos a volvernos locos es su tercer disco como León Benavente, la conjunción de talentos con intereses afines que, tras varios años como formación de acompañamiento de Nacho Vegas, decidieron en 2013 dar el salto con un álbum independiente. Lo que fue acogido ya entonces como una interesante apuesta se terminó consolidando en 2016 como una identidad propia gracias a 2, un segundo y sobresaliente disco, detonante de unos directos salvajes.
Sobre el escenario se podía ver a cuatro músicos desbocados por su hambre de rock con dosis de veneno electrónico, con un cancionero de post-punk, art-rock, synth-pop… Una mezcla explosiva que enlazaba a Radiohead con Motörhead, pasando por New Order. Un cóctel que les situaba como un eslabón nuevo en la evolución de ese indie creado en España por grupos como Surfin’ Bichos o Lagartija Nick.
Su nuevo álbum refuerza las mismas señas de identidad, pero además impulsa a León Benavente en su escalada como referente actual. “Somos un grupo que, si bien no siempre sabemos lo que queremos, sí sabemos lo que no queremos”, explica Rodríguez. Con esa idea empezaron a confeccionar este trabajo a finales de la última gira en 2017. Grabado en el estudio El Cariño, en la casa de Baos en un pueblo de Zaragoza, el disco se concibió en 90 días “muy intensos”. “Quedamos turuletas”, suelta Baos con una risa. Por primera vez, los cuatro, y no solo Boba y Rodríguez, participaron en la composición, alcanzando una música “más rica”.
“Hay canciones más bajas de revoluciones con respecto a los anteriores álbumes”, confiesa Boba, quien reconoce que es “quizás el mayor riesgo” de Vamos a volvernos locos. Se refiere a composiciones como Mano de santo, Como la piedra que flota, Tu vida en directo o La canción del daño. Medios tiempos que, sin embargo, poseen un magnífico diente afilado. Más que nunca muerden en plena yugular a ese “mundo que está viejo”, que se retrata con desamparo en Como la piedra que flota y en toda una obra que es una certera radiografía de una sociedad marcada por la desafección política, la precariedad laboral y los vicios de la modernidad.
Dice Boba que el título del álbum, eso de “volverse loco”, es una reflexión que viene de observar “lo que nos rodea”. “El exceso de información actual hace que no prestemos atención a nada en concreto y que, por tanto, no nos paremos a pensar. Sería reiterativo decir todo lo que va mal, pero el concepto del álbum es describir que nadie está realmente bien, que hay un disgusto vital y una insatisfacción generalizada”. En el corazón mismo de esa sociedad averiada, de ese espíritu herido y sin confianza, La canción del daño se vislumbra como un auténtico himno, una fiel y adictiva banda sonora del sentimiento que, según reza su letra, queda al “conocerse uno de verdad” y ver cómo “mueves varias piezas del rompecabezas, pero no consigues ver la imagen al completo”.
Tras este álbum y a sus 44 años, Boba, letrista de León Benavente y que ya tenía tres discos en solitario, se postula con todas las de la ley como uno de los mejores retratistas emocionales de su generación. Cargado de sarcasmo y dibujando un paisaje de desorientados y supervivientes, asegura que todas las canciones parten de “experiencias vividas”, propias de un tipo desconfiado del mundo moderno. “Yo no puedo escribir como si tuviese 20 años… Bueno, sí puedo, pero no quiero”, sentencia con una risa cómplice.
Una ambiciosa gira espera a este grupo que, cuando encara su música como un torbellino, deja a buena parte de la escena del indie actual como un rebaño de corderos. No es tanto una cuestión de agresividad como de personalidad, tanta que ya les llega la hora de decir adiós definitivamente a Nacho Vegas tras más de una década con él. León Benavente ha crecido tanto que ya no puede seguir cuadrando planes con su amigo y mentor. “Es un proceso lógico y siempre lo ha entendido”, sostiene Boba. Un proceso que avanza con una banda que ruge más que nunca.
Babelia
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