_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Boston

A Kevin Bacon no le falta de nada; hasta fue estafado por Bernard Madoff, lo que es un dato a valorar en cuanto a su estatus.

Fotograma de 'City On A Hill'. En vídeo, tráiler de la serie.
Ángel S. Harguindey

Parece indudable que Kevin Bacon es ya uno de los mejores actores del momento, y su protagonismo en la serie City on a Hill lo ratifica. Curtido en mil batallas como actor, productor y director, Bacon ha cubierto todo el espectro audiovisual, desde series minoritarias y con un toque vanguardista como I Love Dick hasta su papel en El regreso de un soldado, que le valió en 2010 el Globo de Oro como mejor actor en una miniserie o película para televisión. En el cine ha caminado desde Footloose a Mystic River. No le falta de nada; hasta fue estafado por Bernard Madoff, lo que es un dato a valorar en cuanto a su estatus.

City on a Hill, serie de diez capítulos (Movistar +) producida por esa pareja de talentos que son Ben Affleck y Matt Damon, se centra en la ciudad de la colina, Boston, de los años noventa. Una ciudad con un alto índice de delincuencia: 152 asesinatos en 1990 que, con la colaboración de asociaciones vecinales, parroquiales y las oficinas del fiscal del distrito se redujeron a 31 en 1999. Fue lo que se llamó “el milagro de Boston”, capaz de convivir con la violencia de las bandas y la Universidad de Harvard, un milagro que cambió radicalmente los métodos policiales.

Un fiscal de distrito afroamericano (Aldis Hodge) y un corrupto y respetado agente del FBI (Kevin Bacon) serán los encargados de tratar de encarrilar por el buen camino el sistema judicial y policial. La televisión y el cine vuelven a mostrar, desde la ficción, el valor documental de un tiempo y un país. Sin maniqueísmos ni peroratas morales. Desarrollando una trama en la que apenas hay un resquicio para la esperanza y en la que la turbiedad es la reina de la casa.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_