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De cuando fueron invisibles

‘Versos con faldas’ rescata del olvido a un grupo de poetas que intentaba editar sus libros y tener una proyección pública que desafiaba a la moral franquista y a sus leyes

Manuel Rico
De derecha a izquierda, Gloria Fuertes, Acacia Uceta, Sagrario Torres, Elena Andrés, Adelaida Las Santas, Marisa Chicote, Francisca Ossando y Concha de Marco, en la tertulia Versos con faldas.  
De derecha a izquierda, Gloria Fuertes, Acacia Uceta, Sagrario Torres, Elena Andrés, Adelaida Las Santas, Marisa Chicote, Francisca Ossando y Concha de Marco, en la tertulia Versos con faldas.   APMC / Torremozas

Al comienzo de la década de los cincuenta, España vivía aún en los años más duros del franquismo. Faltaba casi una década para la visita de Eisenhower y para el comienzo de los “planes de estabilización”, y aunque en 1947 una jovencísima Carmen Laforet había ganado el Premio Nadal con Nada, la legislación del Movimiento y la represión del aparato del Estado convertían la vida de las mujeres en puro reflejo del ideario de la Sección Femenina, relegándolas a las tareas hogareñas y a una completa subsidiariedad respecto a los hombres. Esa realidad tenía su reflejo en la cultura de una manera especialmente dramática porque aún entre los sectores ilustrados (en los que había no pocas mujeres) vivía la memoria de los años republicanos y, aunque oculta y reprimida, de la Institución Libre de Enseñanza, con su impronta de igualdad y civilidad.

En el libro se incluyen las biografías, y una breve selección de poemas, de 47 de las más de 60 poetas que pasaron por la tertulia

La poesía y las poetas no podían ser una excepción. Las había y muy activas, pero eran casi invisibles. Pocas accedían a publicar sus libros, menos aún ocupaban espacio en los recuentos antológicos y estaban muy lejos de formar parte de los núcleos dirigentes de revistas (años de Escorial, de Espadaña, de Garcilaso…) y suplementos. Eran la otra cara de un mundo hecho por y para el hombre. De tal relegación dan idea dos datos: en el tomo 8 de Historia y crítica de la literatura española (1980) aparece un trabajo de José Carlos Mainer titulado ‘La reanudación de la vida literaria al final de la Guerra Civil’ en el que se citan decenas de escritores de diversos géneros sin que sea posible encontrar ninguna mujer entre ellos. De otro lado, los recuentos canónicos de la época, la Antología consultada de la joven poesía española (1952), de Francisco Ribes, y Veinte poetas españoles (1955), de Rafael Millán, solo incluían, entre los 21 poetas seleccionados, a una mujer: Ángela Figuera.

Esa realidad publicada, que rompió Carmen Conde en 1954 con su Poesía femenina española viviente y la más tardía Poesía femenina española (1971), contrastaba con otra no visible: el empeño y la tenacidad de decenas de mujeres poetas que seguían escribiendo y, a la sombra de maridos y compañeros en muchos casos, leían en público sus poemas, intentaban editar sus libros y tener una proyección pública que desafiara a la moral franquista y a sus leyes. Con ese empeño, Gloria Fuertes, quizá la autora más conocida en aquellos años, creó en 1951 la tertulia Versos con Faldas. La acompañaron en el proyecto dos poetas hoy olvidadas, Adelaida Las Santas y María Dolores de Pablos. De ese proyecto y de su desarrollo posterior, nos habla el riguroso y a la vez evocador Versos con faldas, libro editado por Marta Porpetta y Fran Garcerá, con el que se viene a completar y actualizar, aportando investigación y nuevos datos, el que en 1983 publicaron Las Santas y De Pablos con prólogo y “nota” de Gloria Fuertes.

Versos con faldas, que incluye un amplio anexo con fotografías, noticias periodísticas, dedicatorias y textos manuscritos, nos traslada a un mundo desaparecido que vivía al otro lado de la realidad oficial aunque tuviera vasos comunicantes con ella. La tertulia, que consistía en la lectura de sus versos por varias poetas, era presentada, en cada sesión, por un relevante personaje masculino del mundo cultural de la época. Era una suerte de “alternativa”, de sutil autorización que sus organizadoras asumían como parte de un pacto no escrito que les permitía alcanzar la mínima proyección que la realidad les negaba. “Decidimos acabar con el ‘si me lees te leo’ de las tertulias organizadas por los señores, que medio nos ignoraban e invitaban muy pocas veces para que pudiéramos leer nuestros poemas, que, aun entonces, eran tan buenos o mejor que los de ellos”, escribe Gloria Fuertes en el prólogo de 1983. Conocemos que hubo una Asociación Artístico-Literaria del Teatro Gallego en la Carrera de San Jerónimo que acogió la tertulia, que ésta (“la única tertulia que por ser femenina se celebraba en lugar cerrado”, aclara Las Santas), tras múltiples problemas con la dirección de la entidad, acabó peregrinando, a partir de 1954, por otros locales, incluidas las casas regionales de Madrid, que hubo un Club de Arte en la Calle Hileras y otros muchos foros poéticos sin presencia de mujeres. Al leer las exhaustivas biografías que el libro recoge, advertimos la presencia de muchas poetas con una sólida formación, incluso con vida intelectual anterior a la guerra y con trayectorias culturales en otros países, encontramos cesiones inevitables al clima de la época como la referencia sutil al papel dominante (y aceptado) de los maridos, de los que en algunos casos se asume el apellido, la ocultación tras seudónimos de nombre masculino.

En el libro se incluyen las biografías, junto con una breve selección de poemas, de 47 de las más de 60 poetas que pasaron por la tertulia. El lector habitual de poesía reconocerá nombres como los de Acacia Uceta, Sagrario Torres, Clemencia Laborda y las ya citadas Ángela Figuera y Gloria Fuertes. Sin embargo, la inmensa mayoría son autoras hoy desconocidas y con una poesía solvente y de calidad. Hay exigencia y hay oficio. Hay estilos diferentes aunque con claro predominio de la tradición clásica. El amor, el erotismo tratado de manera eufemística, los paisajes y las ciudades, la preocupación social, la idea de Dios, la angustia existencial, la condición femenina… En el fondo, las poetas de Versos con faldas abordan los mismos temas que ocuparon a los poetas varones de las dos primeras promociones de posguerra (de Vivanco a Rosales o Blas de Otero). María Alfaro, Gloria Calvo, Mercedes Chamorro, Carmen Loyzaga, María Luisa Chicote, Elisabeth Mulder… son algunos de los nombres que llenan este libro de pasión feminista, de pulsión reivindicativa con un punto de lamentación. Que encendieron una luz mínima pero imprescindible en un tiempo de sombras.

Versos con faldas. Historia de una tertulia literaria fundada por Gloria Fuertes, Adelaida Las Santas y María Dolores de Pablos. Edición de Fran Garcerá y Marta Porpetta. Torremozas, 2019. 418 páginas. 21 euros.

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