“El FIB reúne todo: vacaciones, sol, música y festival”
El desembarco tranquilo de ‘fibers’ marca la previa del 25º Festival Internacional de Benicàssim. Románticos y nostálgicos se mezclan con quienes buscan sol y vacaciones musicales en una de las citas de culto del verano
Martes, 16 de julio. Siete de la tarde. En la calle Santo Tomás, la arteria comercial de Benicàssim (Castellón), que une el recinto del FIB con la playa, se respira calma. Relativa, pero calma al fin y al cabo. No hay desfile masivo de fibers y las camisas hawaianas, la brillantina, las espaldas enrojecidas por la primera sobredosis de sol y las siluetas escondidas bajo ingentes colchonetas playeras rumbo al Mediterráneo se vislumbran, pero a cuentagotas. Y eso que el bazar Nuevo Siglo ha sacado todo su arsenal colchonero —en forma de cisnes, delfines, unicornios y hasta en formato biplaza— como reclamo para los primeros asistentes a esta 25ª edición del Festival Internacional de Benicàssim, que arranca oficialmente este jueves y bajará el telón cuatro días después, el 21 de julio. Asistentes entre los que se mezclan incondicionales de esta cita festivalera de culto en España, para los que el FIB es lugar de peregrinaje veraniego y toda una tradición, con quienes se estrenan a sus recién cumplidos 20 en el ya expandido mundo de los festivales de música, dejando por el camino el romanticismo al que se aferran sus predecesores.
El FIB 2019 despega, pero de forma más progresiva que otros años. Influye la huelga de Renfe del lunes, “que ha hecho que la gente llegue de forma más escalonada”, explican a EL PAÍS, desde la organización de la macrocita musical. Desde la apertura de las zonas de acampada, más de 5.000 personas se han instalado ya en Benicàssim para disfrutar del ambiente prefestivalero, que con motivo del 25 aniversario ha recuperado los conciertos gratuitos en el pueblo en los días previos. En esta avanzadilla prima el público extranjero, “aunque esta edición la venta está repartida y habrá muchos españoles. De momento está bastante equilibrado entre británicos e irlandeses, las procedencias de fuera más repetidas, y por otro lado el público nacional”, señalan las mismas fuentes.
El mismo arsenal que el de bazares y tiendas de suvenirs, pero en formato culinario, se afanan en hacer visible los restaurantes, con ofertas en inglés en los accesos a los bares no siempre acertadas: “Es con ‘d’, cold beer, no colb beer”, espeta con risa amable un fiber británico a la camarera que, tiza en mano, estampa sobre una pizarra el lema más releído estos días. Y eso que las expectativas de momento no son tan halagüeñas como otros años. También hay menús a medida para los asistentes al festival, que fusionan bocados patrios imperdibles como las patatas bravas o la paella valenciana con hamburguesas y pollo frito.
En la terraza de El Xiquet, esperando su ración de gastronomía typical spanish están Cara, Emily, Jordan y Georgia. Comparten edad (20), ciudad (Manchester) y estreno fibero. ¿Por qué el FIB? “Porque reúne vacaciones, festival y música, todo junto”, indican al unísono. “Y sol”, añade Jordan. El cartel pasa a un segundo plano. Solo Emily apunta a You Me At Six, la banda británica capitaneada por Josh Franceschi, como uno de los conciertos que espera no perderse en esta edición. Para otras dos recién llegadas, esta vez desde Barcelona, María Aunión (22) y Raquel Muñoz (23), Lana del Rey es su imprescindible este 2019, junto a The 1975. “Llevo en hostelería 15 años y este es de los más flojos. Cada vez quienes vienen al FIB son más jóvenes y gastan menos. En las primeras ediciones esto era dinero, dinero y dinero. Se nota que en el recinto tienen más oferta para comer, y luego influyen las promociones de Marina d’Or, que hace que muchos se alojen en Oropesa y no aquí”, indica Manuel Barbeito, de la Tasca Pas a Nivell.
Desde la cervecería El Campanar, en la plaza Constitución, Julio Santiago comparte opinión. “Hay pocos fibers”, dice. Pocos pero fieles, como tres de los clientes que disfrutan de una cerveza en su terraza. Lidón Llansola (castellonense, de 35 años), Alfonso De Cachavera (36, vecino de Benicàssim) e Ingrid Cumelles (28, de Barcelona), ya con su pulsera acreditativa, improvisan un debate y una reflexión colectiva por los 18 años de asistencia ininterrumpida al FIB que suman dos de ellos. Ingrid, para quien este es su segundo año, escucha a los veteranos, Lidón y Alfonso, que no dudan en calificar al festival como “el mejor evento del año”. Un podio que compartiría junto a “la Romería [de las fiestas de la Magdalena de Castellón] y las Paellas de Benicàssim”, ríen. “Para mí, venir al FIB es una tradición”, incide Lidón, que reconoce que compra el abono antes incluso de conocer el cartel. “Estás cerca de casa y sabes que vendrás, porque todos tus amigos van”. El cartel no pesa en su balanza este año y tampoco en la de Alfonso —salvo por Kings of Leon y Lana del Rey, “que habrá que verla”—, pero ambos confían en los “descubrimientos” que les deja cada una de las ediciones, y entre los que enumeran a Arcade Fire (2009) y Dua Lipa (2017). “Te das cuenta de que por aquí ha pasado gente que luego ha sido muy grande”, señalan, mientras rememoran aquellos maravillosos años en los que encadenaban “un conciertazo tras otro”. Y emergen entonces las ediciones de 2015 y 2016, con Depeche Mode y Placebo o el sold out de Muse. “Me compraba una entrada de día tras otra”, indica Lidón.
A pocos metros, Julia y José, vecinos de Benicàssim, sofocan el calor sentados en un banco a la sombra tras un paseo con sus tres perros. Les gusta el ambiente que genera en el pueblo el FIB, y los fibers. Aunque este año su desembarco sea menos espectacular. Y el atuendo chanclas-camisa hawaiana-gafas de sol-sombrero de paja dibuje un escenario callejero menos colorista para este aniversario histórico.
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