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Cuatro contusionados en un rápido cuarto encierro de San Fermín 2019 de los toros de Jandilla

La carrera se celebra 10 años después de la muerte del mozo Daniel Jimeno, a causa de una cornada en el cuello

Los toros de la ganadería de Jandilla enfilan la calle de la Estafeta durante el cuarto encierro de los Sanfermines 2019. En vídeo, el resumen.Vídeo: JESÚS DIGES
Antonio Lorca
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El cuarto encierro de San Fermín 2019, en imágenes

Cuatro contusionados, tres de ellos por golpes en una pierna, es el primer balance sanitario del cuarto encierro de San Fermín, protagonizado por los toros de Jandilla, famosos de su peligrosidad, pues en sus 19 comparecencias anteriores habían corneado a 31 mozos. Felizmente, se ha roto la norma esta mañana, si bien los representantes de la ganadería gaditana han volado por las calles de Pamplona y solo han tardado dos minutos y 19 segundos en alcanzar los corrales de la plaza.

De todos modos, cabe destacar que, una mañana más, se confirma el cambio profundo que se está gestando en esta fiesta tradicional de modo que gana en rapidez y limpieza y pierde en espectacularidad y emoción, condiciones inherentes al encierro de San Fermín.

Los cabestros se comportan como atletas bien entrenados y expertos conocedores de la función que deben cumplir: arropan a la manada desde la salida de los Corrales de Santo Domingo —varios por delante, alguno en los costados y otro que cierra el grupo—, corren a velocidad supersónica, no permiten que los mozos puedan correr delante de los toros… Y, además, no hay caídas porque el líquido antideslizante impide los resbalones.

Así, pues, una carrera la de hoy como cualquier otra de los días anteriores, calcada de principio a fin porque parecen los mismos protagonistas con un ordenado protocolo políticamente correcto.

Siete minutos antes de las ocho de la mañana, suena el despertador en los corrales y los animales alejan el sopor del duermevela. El lanzamiento del cohete anuncia el comienzo, y los cabestros, fieles a su aprendida norma, se colocan al frente de la carrera.

La Cuesta de San Domingo se deja atrás como una exhalación, mozos a derecha e izquierda, pero todos los toros arropados entre los bueyes, pocas miradas a los lados y pies para qué os quiero.

La plaza del Ayuntamiento queda pronto atrás, y aparece la bajada de Mercaderes, y, al fondo, los tablones de la curva de Estafeta, pero los cabestros avisan a su modo a los de negro que se peguen a la derecha para evitar el topetazo y fastidiar así a los muchos fotógrafos que esperan la instantánea del día.

Ni un solo toro choca contra la madera, y todos enfilan la recta en la misma posición de salida: tres o cuatro cabestros en la cabeza, cinco toros a continuación, y uno al final, vigilado por otro buey.

Imposible que los mozos puedan correr delante, y la compacta manada no permite más que se coloquen a su lado y les toquen los lomos.

Así aparece el vallado de Telefónica, con más gente, pero con el mismo orden del día; alguna caída por aglomeración de mozos, todos los animales en fila india y el ruedo de la plaza que aparece para descanso de todos. El último toro se despista al final y un doblador le enseña con la punta del capote el camino de los corrales. Dos minutos y 19 segundos, y este aburrido cuento se acabó.

Sin embargo, hoy es una buena mañana para recordar a Daniel Jimeno, un mozo de 27 años, natural de Alcalá de Henares, que hace una década, el 10 de julio de 2009, murió en el vallado de Telefónica a causa de las gravísimas heridas que le produjo el toro Capuchino, de la misma ganadería a la que pertenecen los de hoy.

Jimeno, de familia navarra y asiduo corredor de los encierros sanfermineros, fue alcanzado por ese toro, que, tras perder las manos, quedó rezagado de la manada y desató el pánico entre los mozos por sus avances y retrocesos y los continuos derrotes de sus astifinos pitones.

Daniel Jimeno, que ya había finalizado su tramo de carrera, tropezó, se encontró de frente con Capuchino, y no pudo esquivar la certera cornada que le entró por encima de la clavícula, y en una trayectoria descendente le afectó al pulmón izquierdo, la aorta y la vena cava. Según los médicos, las heridas fueron ‘mortales de necesidad’, y a las 8.45 de la mañana se certificó su fallecimiento.

Aquí puede consultar un gráfico con el recorrido, menos de un kilómetro de tensión y carreras por las calles de Pamplona.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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